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Los jugadores del Barça Lassa, con Arthur a la cabeza, celebran el título de Copa. (foto: LNFS) |
La Copa de España, por formato y momento, es un perfecto termómetro para evaluar la situación de nuestro fútbol sala, y esta trigésima edición que ha llegado a su fin no podía ser menos. Cuatro días que nos han permitido sacar valiosas conclusiones.
La primera tiene que ver con la evolución que está siguiendo este deporte. Es de todos sabido que la preparación física lleva varios años comiendo terreno a la espectacularidad de las birguerías y el talento individual que definen al fútbol sala, y este panorama favorece que hayamos tenido los cuartos de final con menos goles de la historia por segundo año seguido. Si en 2018 fueron quince goles, en 2019 han sido unos paupérrimos catorce. A más igualdad, menos espectacularidad y menos ambición por arriesgar... lo que lleva al extremo de que las cuatro primeras partes de los cuartos de final terminaron sin goles. Un cerocerismo para iniciar el torneo que resulta contraproducente con respecto a la esencia del fútbol sala.
Lo cierto es que los primeros cuatro encuentros nos dejaron un poco decepcionados. El miedo al fallo y el hermetismo de las pizarras se impusieron a las genialidades y a los imprevistos que siempre han caracterizado a la Copa. En ese ecosistema es donde los mejores equipos, a la larga, se encuentran más cómodos, y así se explica que ninguno de los equipos que no llegaba como favorito a la ciudad del Turia rompiera las apuestas.
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Gavá no pudo contener las lágrimas tras fallar su penalti. (foto: Ignacio Hernández) |
Palma Futsal tuvo contra las cuerdas a Movistar Inter, pero no pudo contra su talento individual; ElPozo demostró su hambre contra un Levante que pecó de falta de experiencia y lo pagó al final con un marcador exagerado; Peñíscola completó su plan pero cayó cruelmente en los penaltis ante un Edu que se vistió de héroe; y el Barça Lassa fue más serio que nunca para doblegar al campeón, un Jaén Paraíso Interior que, como el Levante, acusó en el resultado final sus errores en el juego de cinco.
El aficionado a esto pide gol, emoción, sorpresas y, sobre todo en competiciones de este tipo, también un ambiente de fútbol sala, cuestión que el año pasado Madrid superó con nota pero que, en palabras de los que han tenido la suerte de vivir in situ la fiesta del 40x20, parece que Valencia no ha conseguido alcanzar. Ha costado, sobre todo los primeros días, llenar el pabellón de la Fuente de San Luis de gente,
y más todavía de ese ambiente de gran cita. Se entiende que coincidió con el Valencia CF buscando pasar a la final de la Copa del Rey en Mestalla, pero no lograr involucrar a una gran ciudad en un acontecimiento tan importante para este deporte y beneficioso para los del Turia es un claro paso atrás.
No quiero olvidarme tampoco del espectador que lo ha (hemos) tenido que seguir desde casa, que tuvo que sufrir los continuos y molestos cortes de la App de "LaLigaSports" -por la que tanto se celebraba el acuerdo alcanzado con LaLiga en verano- en los choques de cuartos y semifinales que se emitieron por esta plataforma -menos mal que teníamos Esport3-. Si es así como vamos a tener que ver fútbol sala durante los próximos cinco años, por el bien de todos esperemos que solucionen este problema lo antes posible.
Los encuentros de semifinales siguieron proporcionándonos puntos a tener en cuenta, y bastante importantes. Para determinar al primer finalista, un plato fuerte, el gran clásico del fútbol sala. ElPozo y Movistar Inter se batieron en un partido que, sobre el papel, se presentaba igualadísimo, pero que fue todo lo contrario. Los de Diego Giustozzi demostraron ser superiores en físico y en juego a los interistas, que además acusaron las bajas de su entrenador Jesús Velasco y el portero Jesús Herrero, sancionados. Todos y cada uno de los murcianos, incluidos los debutantes Darío Gil y Alberto García, pasaron por encima de unos Ricardinho, Ortiz, Pola y demás que mostraron una cara a la que no estamos acostumbrados. La competición liguera lo venía demostrando, pero la Copa lo confirma, ElPozo está de vuelta e Inter está en su peor momento en mucho tiempo. ¿Nueva era?
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ElPozo fue una apisonadora para Inter. (foto: MARCA) |
Si es así, hay un equipo que no quiere quedarse a remolque. Para nadie es desconocido que el Barça Lassa tiene una plantilla envidiable, plena de calidad se mire por donde se mire. Pero en las últimas temporadas, en los momentos claves, la mayoría de ellos ante Inter, a los de Andreu Plaza les faltó creer en ellos mismos y demostrar la solidez de un aspirante a hacer cosas grandes. Jaén en cuartos y Osasuna Magna en semis, dos compromisos trampa que los culés superaron con esa seriedad que se le exigía, y que junto al talento les hizo sacarse el billete para verse con los charcuteros en la gran final.
Menos margen a la sorpresa imposible. Una oda a la coherencia. Primero y segundo de la tabla clasificatoria de la Liga cara a cara en la gran final de la Copa, y la igualdad que se le presuponía reinando una última vez en el parqué del Fuente de San Luis. La primera mitad tuvo claro color azulgrana, con Ferrao como gran protagonista. El pívot brasileño fue una pesadilla para Matteus y el resto de ElPozo Murcia, que vio como la madera le salvó hasta en cinco ocasiones. Pero, de tanto que va el cántaro a la fuente que al final se rompe. El propio Ferrao aprovechó un error de Miguelín en salida de presión y batió por bajo a Fede para colocar el 0-1 en la recta final de los primeros veinte minutos.
Probablemente espoleados por la reprimenda del siempre intenso Giustozzi, los murcianos salieron con autoridad en la segunda mitad, acosando más y mejor a la portería de Juanjo en busca del empate, que llegaría fruto del que probablemente sea el gol del torneo. En el minuto 5 de la reanudación, Pito cazó un balón rechazado de un saque de esquina y con un espectacular gulpeo lo puso en la mismísima escuadra para levantar a los aficionados charcuteros y devolver la igualada al electrónico. No ha sido la Copa del brasileño, pero tenía que aparecer en el momento clave.
El encuentro se abrió definitivamente, obligando a Juanjo y Fede a sacar manos, pies y
loquefuera milagrosos para evitar el gol. Dos hombres, dos porteros sobre los que recaía la responsabilidad de guardar su meta y devolver así a la victoria a dos clubes dormidos en estas grandes citas. Solo uno podía llevarse el gato al agua, o un ElPozo que no gana Liga ni Copa desde 2010 o un Barça Lassa sin hacer lo propio desde 2013.
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Una Copa muy especial para el Barça y sobre todo para su capitán, Sergio Lozano. (foto: LNFS) |
Ante tantas llegadas no se hizo esperar el gol que decantara la balanza. En el minuto 30, el MVP Ferrao volvió a ser decisivo. El brasileño aguantó el esférico de espaldas a portería y su compatriota Marcenio, previa finta que descolocó a Pito, lo envió a las mallas con un potente punterazo. A esto siguieron diez minutos más en los que los culés aguantaron las embestidas murcianas, a diferencia de lo que suelen hacer y de lo sucedido en su último enfrentamiento liguero, y que culminaron con un triunfo que demuestra que, a parte de ser el mejor equipo del momento -
ese carpe diem-, la solidez gana títulos y devuelve al Barça Lassa al lugar del que nunca quiso salir, lo más alto del fútbol sala nacional.
No ha sido la mejor Copa de la historia en cuanto al espectáculo, no nos vamos a engañar. Valencia no ha conseguido acercarse en bastantes cuestiones ni siquiera a lo que fue Madrid, pero el próximo reto es ya que
Málaga recupere todo lo perdido este año. Toca una larga reflexión en muchos aspectos en el seno de una LNFS que, si algo nos ha demostrado la ciudad del Turia, está en un proceso de metamorfosis.
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