El fútbol es, sin duda alguna, el deporte rey. La pelota influye directa o indirectamente y en algún momento de nuestras vidas sobre todo el mundo, especialmente en los países donde es casi concebido como una religión. Sin embargo, como cualquier otra parte de la vida, el balompié acaba viéndose sometido al reflejo de la realidad del pueblo y de la cultura en los que se desenvuelve.
Regímenes políticos, epidemias, movimientos culturales y filósofos son algunos de los determinantes que han influenciado al fútbol, pero uno está por encima de ellos: las guerras. Y más si son civiles. Los confrontamientos bélicos suponen una separación, en muchos casos irreparable, entre personas que comparten costumbres, cultura e incluso familia. En la década de los 90, las Guerras de los Balcanes cayeron como un trauma para todo el continente europeo. Las tensiones políticas, culturales, étnicas y religiosas explotaron a finales del pasado siglo en la extinta Yugoslavia después de años y años de calma sostenida. Como en todas las guerras, mucha gente vio su fin entre los escombros y la pobreza, mientras otros vieron la forma de enriquecerse. Este es el caso del protagonista de estas líneas.
En una Yugoslavia previa a la guerra, con la calma a punto de detenerse, Dinamo Zagreb y Estrella Roja disputaban el 13 de marzo de 1990 algo más que un partido. A días de las elecciones multipartidarias en Croacia, uno de los equipos serbios más importantes visitaba el país. El partido ni comenzó. Los grupos ultras de Dinamo y Estrella Roja se dieron de palos antes del pitido inicial. Un hombre había liderado a los "Delije" ("héroes", en serbio), los ultras del Estrella Roja, al país de la bandera ajedrezada: Zeljko Raztanovic, más conocido como Arkan. Los que lo conocieron lo describen como una persona reservada y calculadora. Y sobre todo, con un talento especial para fugarse de la justicia. Lo hizo en varias ocasiones en países como Bélgica y Holanda, después de haberse ido de casa para intentar hacerse una fortuna con sus actividades delictivas.
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Arkan, trajeado, celebra con uno de los miembros del FK Obilic. |
Arkan volvió a casa como uno de los criminales más buscados por la Interpol y consiguiendo hacerse contactos, en un país donde los gángsteres como él eran ya casi intocables. Cada vez se hizo una figura más y más importante en el seno del Estrella Roja, gracias a sus dotes de controlador y manipulador, incluso llegando a tener una mansión enfrente del estadio. Por eso, cuando Croacia y Eslovenia declararon su independencia y Serbia la guerra, Arkan fue el elegido en el reclutamiento de gente para el ejército, formado fundamentalmente por "aficionados" del Estrella Roja. Llama la atención que jugadores del club defendieran y visitaran a los heridos durante la guerra, con palabras como las del capitán Vladan Lukic: "Muchos de nuestros leales aficionados de la zona norte del Marakana están escribiendo las más bellas páginas de la historia de Serbia".
En la guerra, Arkan se hizo famoso y rico, y en 1996 se inmiscuyó aún más en el mundo del fútbol. Raztanovic compró el FK Obilic, un equipo modesto de la misma Belgrado, creado en 1924, que deambulaba por las divisiones inferiores del fútbol yugoslavo. ¿Por qué el FK Obilic? Milos Obilic no era otro que un caballero serbio que en 1389 luchó en la batalla de Kosovo, en la que asesinó al sultán del imperio otomano Murad I. Una clara referencia al nacionalismo y sentimiento serbios. Bajo su dirección, el club alcanzó la Primera División yugoslava, y un año después ganó la Liga. Con ese título, se ganó el billete (no sin dificultades institucionales) a la Champions League 1998-1999, de la que fue apeado en la segunda fase de clasificación, ante todo un Bayern Múnich, que ese año llegaría a la famosa final del Camp Nou. En la Copa de la UEFA, a la que cayó tras su eliminación, se enfrentó al Atlético de Madrid, donde también fue dominado.
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Pugna en uno de los choques entre Bayern y Obilic. |
Una bonita historia, de no ser por lo que la rodeaba realmente. Testimonios de jugadores que fueron amenazados con ser disparados, por ejemplo, en la rótula, si marcaban al Obilic, junto otro que dijo haber sido arrestado en un garaje para impedirle jugar son solo algunos ejemplos. Evidentemente, Arkan no se atrevió a hacer eso con gente del Bayern o del Atlético. Otra parte fundamental del club eran los fans, como en el Estrella Roja. Estos consistían, básicamente, en veteranos paramilitares que habían luchado para Arkan en la guerra, "acompañaban" con sus cánticos xenófobos y amenazas violentas al árbitro antes y después del partido, e intimidaban de la misma manera al equipo rival.
En enero del año 2000, Arkan, acusado de genocidio y crímenes contra la humanidad, fue asesinado a balazos en el Hotel Intercontinental de Belgrado. Varias teorías existen alrededor del asesinato, pero ninguna se ha confirmado hasta la fecha. Una de las más fuertes suposiciones es la de que el hijo del presidente de Yugoslavia en ese momento, Slobodan Milosevic, lo mandó asesinar tras sufrir fuertes disputas. Otra, que los propios socios del club al que le dio todo lo asesinaron acusándolo de agenciarse de buena parte de los beneficios del club. Un joven de 23 años miembro de la brigada móvil de la policía fue acusado, aunque siempre negó los hechos.
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Svetlana Raztanovic, "Ceca". (foto: Novak Djurovic) |
Para ese momento, Arkan ya había dejado de ser presidente del FK Obilic, requisito indispensable para que participara en Europa. Su esposa, Svetlana Raznatovic, más conocida como Ceca, se hizo cargo. Conocida en el país por ser una celebridad y relevantísima estrella del pop, se mantuvo en la presidencia a pesar de su poca implicación. En su mandato, el club fue perdiendo importancia y categorías año a año, hasta situarse en el día de hoy en la sexta división nacional, también sin Ceca, acusada en 2011 de irregularidades financieras.
Arkan sigue presente en la memoria del club y de la ciudad. Sus deshonrosos actos son difíciles de borrar en un pueblo que aún tiene presente y reciente las barbaridades que el mismo Raztanovic promovió y realizó.
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