LO LLAMAN FÚTBOL

(foto: AP)

Temporada tras temporada el universo NFL experimenta un interesante fenómeno en su fecha cumbre. Con motivo de la SuperBowl muchísima gente de alrededor de todo el globo decide prestarle un momento al año a unos de los deportes rey en los Estados Unidos, al mismo tiempo que van depositando su perspectiva del juego o el partido con su visión de espectador esporádico en forma de tweets o comentarios.

En esta edición en concreto, se viralizó uno de Ronaldo Nazario -sí, el presidente del Valladolid- que planteaba una cuestión que es hasta formulada por personalidades del fútbol americano. El exdelantero, apoyándose de una foto con un balón de fútbol americano lanzaba al mundo la siguiente pregunta: ¿por qué lo llaman football si no se juega con los pies?

No obstante, lo que Ronaldo seguramente no se esperaba es que dicha pregunta seria contestada por Rams y Patriots en esta SuperBowl LIII y a conciencia además, dejando para el recuerdo una de las finales más decepcionantes en cuanto rendimiento ofensivo en muchísimo tiempo. Ya sea una carcajada del destino o una mera casualidad, lo cierto es que los pies tuvieron un papel vital de cara al resultado de 13-3 en esta final.

Para entender este resultado tan atípico debemos ponernos en situación, como hicimos conlas Finales de la AFC. En primer lugar es necesario hacer mención del historial de los Patriots, que pese a partir nuevamente como underdogs en las apuestas, son el equipo más experimentado de toda la NFL en terreno de PlayOffs. Tom Brady y Bill Belichick partían a su novena final -algo casi impensable para el resto de mortales- y a su tercera SuperBowl consecutiva tras la derrota de la anterior edición contra los Philadelphia Eagles. Con sed de venganza acudían al espectacular Mercedes-Benz Superdome de Atlanta con el fin de lograr su sexto anillo y empatar de este modo a la franquicia más laureada de la historia de la NFL: los Pittsburgh Steelers.

Por otra banda, el equipo de Los Ángeles Rams se presentaba como el principal candidato a llevarse el gato al agua en esta final durante la temporada regular. Fueron el mejor equipo en este periodo, demostrando un espectacular potencial ofensivo -únicamente equiparable esta temporada al de Mahomes y los Chiefs- gracias al juego de carrera de Todd Gurley y CJ Anderson, además del buen hacer de su quarterback Jared Goff y de receptores como Brandin Cooks. No cabe pasar por alto su defensa tampoco, puesto que jugadores como Aaron Donald -que fue galardonado con el premio de mejor defensor del año-, Ndamukong Suh o Aqib Talib confeccionaron un plantel de récord. En conclusión, un equipo plagado de estrellas, y que bajo la batuta de un gran estratega como Sean McVay lograron reventar la liga durante la segunda mitad el 2018.

No obstante, pasado el 2018 las circunstancias viraron bastante para equilibrar las fuerzas. Gurley, el principal artilugio ofensivo de los Rams, estuvo lesionado durante las semanas previas a los PlayOffs. Aunque los Rams lograron recuperarlo para las Finales de Conferencia contra los Saints, su actuación, mermada quizá por ello, fue bastante lejana al espectáculo que dio durante la temporada regular. Por otra banda, los Patriots, que habían sufrido por culpa de las lesiones en temporada regular, dejándolos en un segundo plano, llegaron a esta SuperBowl con una escuadra entera, y con jugadores como Sony Michel en un estado tremendo de forma. En cuanto a la experiencia, es indudable que los Rams partían con desventaja, al no enfrentarse a un escenario así desde comienzos de siglo. Casi 20 años después volvían y además contra un equipo que lleva jugando y ganando finales durante ese tiempo en el que estuvieron ausentes.

Las defensas se impusieron a los ataques. (foto: Reuters)

Con todo esto, expertos y aficionados se esperaban un auténtico espectáculo ofensivo, pero el resultado no pudo ser más adverso. Las defensas de ambos equipos fueron las verdaderas protagonistas del encuentro, además de los pateadores de ambos equipos, que son los encargados de conceder la posesión al equipo rival. Si algo se puede sacar de las dos primeras partes es que los Patriots dejaron desde el principio atisbos de superioridad al conectar más jugadas en sus drives y avanzar más yardas. Sobre todo, impulsados por las defensas zonales de los Rams, que dejaron que receptores como Edelman o Gronkowski lograsen quedarse descubiertos en más de una ocasión.

Sin embargo, tampoco eso bastó para ver un touchdown en las dos primeras partes del partido. Sólo un pateo de Gostkowski -véase aquí el protagonismo de los pies en esta final- logró poner al descanso un 3-0 a favor de los de New England. Cifras jamás vistas antes en un escenario así. Por otra parte, se puede hacer elogio de las defensas de ambos equipos hasta el descanso. Jared Goff y Gurley fueron muy inconsistentes durante el partido gracias a ello, al igual que los Patriots sólo lograron convertir 3 puntos gracias al gran trabajo en las defensas de pase y terceros downs.

Tras el espectáculo del descanso de cada año -protagonizado este año por Maroon 5 y Travis Scott-, el juego no varió demasiado. Los Rams tal vez lograron conectar más en ataque gracias a la fatiga de la defensa, haciendo de este modo drives más largos, pero sin ninguna brillantez. El partido del equipo angelino sobrepasó lo soporífero, y en el único drive largo que lograron en todo el partido consiguieron que uno de sus pateadores, Greg Zuerlein, empatase el partido 3-3. También Johnny Hekker le proporcionó su protagonismo a los pies en estas instancias, logrando el punto más largo de la historia de las SuperBowls.

El grupo Maroon 5 fue el encargado de mantener el espectáculo en el entretiempo. (foto: Daily Snark)

Ya llegados al último cuarto serían los Patriots quienes diesen la estocada final. Aunque en el tercer cuarto no lograron ser efectivos, en este último lograron hacer los mejores drives de todo el partido. Un gran Edelman encabezó este éxito a base de recepciones a pases de Brady, acompañado de una nueva irrupción destacada del rookie Sony Michel en la carrera. En uno de esos pases Rob Gronkowski -quien parece que se retirará a final de temporada- logró hacer la recepción del encuentro y enviar a la goal zone por primera vez en la final a uno de los dos equipos. A la jugada siguiente Michel convertiría el único touchdown del partido y pondría a los Patriots con ventaja de 10-3.

Los Rams, exentos de luces, no lograron responder en lo restante del partido. Ni Goff, ni Brandin Cooks, que aparecieron en estos dos últimos cuartos con más frecuencia, consiguieron que su equipo se acercase a la anotación. El culmen sería un pase del quarterback del equipo de Los Ángeles que terminó siendo interceptado por Stephon Gilmore. A la posesión siguiente, los Patriots se quedarían a centímetros de un primer down en goal zone. Pondrían el finiquito con un último pateo de Gostkowski, que no falló y definió el 13-3 final.

Pese a la pobreza en el juego, no todo es infamia. New England logró una vez más coronarse como una de las mejores dinastías en la historia del deporte con este triunfo. Belichick gestionó de manera magistral el partido y Tom Brady reafirmó su condición como uno de los mejores quarterbacks de la historia, habiendo ganado 6 de sus 9 finales. Edelman, habiendo logrado más de la mitad de las yardas de recepción de los Patriots durante el encuentro y como homenaje a su tremendo rendimiento durante la postemporada fue galardonado con el MVP de las Finales.

El MVP Edelman y la leyenda Brady saboreando el triunfo. (foto: AP)

Lejos de la poca estética del juego debemos contemplar también en retrospectiva eventos así. Al final, una SuperBowl, por muy nefasta que sea, siempre es un evento que supone gloria y pena a partes iguales. Una espada de Damocles que blande justicia por unos y que condena a otros. Incluso los derrotados en este caso tienen su recompensa: Sean McVay se convirtió en el entrenador más joven en una SuperBowl, y hay gente que ve en él la figura que puede iniciar una dinastía como la de Belichick y Brady con los Patriots.

Pese a que esta vez no habrá una jugada que la defina o que pueda servir como estampa memorable, esta retrospectiva sirve para ver su verdadero símbolo. Si el año pasado quedó como ese icono la Philly Special, esta SuperBowl LIII tal vez quede en la memoria porque le dotó nuevamente de sentido al "foot" en la palabra football. Porque Ronaldo tal vez no lo sabía, ni tampoco lo esperábamos ninguno de nosotros, pero los pies fueron los encargados de lograr 10 de los 16 puntos del encuentro.

Una SuperBowl completamente inesperada, que no cumplió con tal expectación, pero que seguro que les cerró la boca durante las cuatro horas de encuentro y publicidad a aquellos detractores de los pateadores. Incluso los PlayOffs en su totalidad pudieron ser causantes de ello. Momentos como la condena de los Chicago Bears por un pateo fallado de Cody Parkey o el contemplar a una leyenda en esta demarcación como Adam Vinatieri enviando un balón por fuera de los dos postes gigantes. Supongo que es por anécdotas como esas que allí en los Estados Unidos lo siguen llamando fútbol...


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