TODOS CONTRA EL INEOS | PREVIA TOUR DE FRANCIA 2019

(foto: Getty Images)

Ya tenemos aquí el Tour de Francia ahí, llamando a nuestra puerta. No empieza el verano hasta que no inicia el Tour. Este año la prueba más grande en cuanto a nombre del mundo ciclista echará a rodar el sábado en Bruselas, en homenaje a la primera Grande Boucle conquistada por la mayor figura que jamás ha montado una bicicleta de manera profesional, Eddy Merckx. Curiosamente lo hace en una edición en la que las grandes figuras del pelotón actual que podrían copar las primeras plazas de la general no sobrarán en la línea de salida, y se habla más de la ausencia de estos que de la presencia de los que sí estarán cruzando Alpes y Pirineos.

EL RECORRIDO

Este año ASO ha dispuesto la mayor parte de la carrera por las zonas sur y este del país galo, siendo el primer pistoletazo de salida en la zona más norte, la capital belga. En Bruselas se desenvolverán las dos primeras etapas, siendo la segunda de ellas una crono por equipos de unos 28 km que permitirá a los equipos más fuertes en esta disciplina abrir unos segundos y vestir a uno de sus componentes de amarillo. Binche será el último municipio belga que tocará el Tour, en el inicio de una tercera etapa que será la primera de cuatro llamadas a ver movimientos de puncheurs y aspirantes a la general, con los Vosgos como testigos y La Planche des Belles Filles (1140 metros de altitud) como protagonista final, en una sexta jornada con siete ascensiones, destacando el Grand Ballon (1336 m) y el Ballon d'Alsace (1173 m). Será la traca importante para evitar una primera semana anodina como la del año pasado, que se cerrará caminando hacia el Macizo Central en etapas sin grandes finales pero con perfiles escarpados, incluido el del 14 de julio, cuando los franceses conmemoran la toma de la Bastilla, algo que este año los ciclistas harán en la novena jornada, con final en Brioude.

Después de la paliza de diez etapas seguidas, un merecido día de descanso previo a la primera gran cordillera de este Tour de Francia... aunque antes esperan dos pruebas de alto voltaje como la etapa con final en Bagnères de Bigorre, en la que subirán el Peyresourde (1569 m) y el Hourquette d'Ancizan (1564 m) a muchos kilómetros de meta -algo que normalmente "frena" a los ciclistas aunque no debiera-, y al día siguiente la última crono de esta edición. En la etapa trece, un lugar de habitual paso como es Pau albergará una contrarreloj de unos 30 km prácticamente llana que servirá como distanciamiento a los especialistas -véase Geraint Thomas-. Una pena que la siguiente jornada, la catorce, en la que el final lo protagonizará el mítico Tourmalet (2115 m) y que tendrá como previa el Coll du Soulor (1474 m), sea tan solo de 117 km. Es más que los 60 km del año pasado, pensarán los optimistas; demasiado poco para semejante puerto, lo verán por otro lado los más realistas. Se compensará (?) al día siguiente con una etapa de 185 km y cuatro subidas de 1289 metros de altura de media, antes del último día de descanso.

El puerto más alto del Tour 2019. (foto: Pierre Feve)

Con el cansancio muy presente en las piernas y en la mente después de cinco días atravesando los Pirineos, el pelotón pondrá rumbo al otro grande de la geografía francesa, los Alpes. Los últimos tres días de verdad -porque el paseo por los Campos Elíseos ni se cuenta- serán la clave, comenzando por una etapa 18 llamada a marcar las grandes hostilidades. Aunque con final en descenso en Valloire, Col de Vars (2109 m), Izoard (2360 m) y Galibier (2642 m, se corona a 19 km de meta) pondrán a prueba las sensaciones finales de los ciclistas favoritos en la general. Tres monstruos previos a otra etapa cortísima, la 19, de apenas 125 km, pero de una gran altitud. Cinco puertos, entre ellos el Souvenir Henri Desgrange -o lo que es lo mismo, la cima más alta de la edición-, que este año será el Col d'Iseran (2770 m), el coloso olvidado por el Tour que este año será juez de una etapa con final casi cuarenta km después de ser coronado, en un puerto de primera categoría como Montée des Tignes (2089 m). En la última prueba de verdad ASO ha mantenido su ideario de etapa corta. De 130 km, el Val Thorens (2365 m) marcará el final del día y la última subida -real- del Tour 2019, de donde saldrá el hombre que se paseará triunfantemente, entre abrazos y copas de champagne, por los Campos Elíseos.

En ASO han tenido miedo a repetir la pésima primera semana de 2018, es algo obvio. Han presentado en los primeros días -que se harán eternos para los ciclistas, esperemos que no para los espectadores- un recorrido más atractivo de cara a la general, reduciendo finales con sprints masivos en beneficio de perfiles con mayor maniobra al movimiento. Sin duda, el gran pero es, una vez más, las cronos. Muy pocos kilómetros afrontarán los ciclistas contra el reloj -el mayor hándicap de los franceses aspirantes al maillot jaune- en esta edición, un error que hubiera sido aún más grave con la presencia de Dumoulin y/o Roglic. Aunque, todo esto es todo teoría, más o menos acertada. La práctica, la que vale, la pondrán en liza a partir del sábado los 176 ciclistas que en Bruselas verán la línea de salida.

FAVORITOS DE LA GENERAL

Para hablar de los favoritos, primero hay que hacerlo de los que faltan. Con las bajas de Chris Froome -dura caída antes de una etapa de Dauphiné-, Tom Dumoulin -"no es realista para mi nivel estar allí a tiempo", afirmó Dumo- y Primoz Roglic -se deshizo de su idea de doblar Giro-Tour-, el Tour de Francia pierde al dominador de la última década, el prácticamente único que ha demostrado ser capaz de plantarle cara y una figura muy fuerte en crono y montaña, o lo que es lo mismo, a tres de los hombres más importantes y aspirantes a la victoria -a pesar de que el esloveno corriera el Giro-.

Pero ninguno de ellos se vistió de amarillo en 2018 en los Campos Elíseos. Ese honor lo tuvo un Geraint Thomas que a punto estuvo de bajarse de este Tour debido a una caída en Suiza, pero que aterriza en Bruselas como el líder del renombrado, rediseñado y prácticamente invencible Team INEOS. Thomas es el nuevo Froome, y Egan Bernal el nuevo Thomas. "La carretera pondrá a cada uno en su sitio", ha dicho el colombiano, ganador en Suiza y París-Niza. Y en la carretera, el INEOS estará siempre ahí delante, con la sensación de elegir ellos quién gana gracias al famoso trenecito que lleva arruinando veranos y carreras a muchas personas, eso sí, renovado año a año. En 2018 fue Luke Rowe y en 2019 será Van Baarle. Los nuevos escaladores. Y junto a ambos, Kwiatkowski, Poels, Castroviejo y un Moscon que si se encuentra es un ciclista de quilates. Poca broma. Y menos carrera.

Veremos si se repiten las posiciones de esta imagen. (foto: Cor Vos)

"L'année ou jamais" ("ahora o nunca"), titulaba en portada hace unos días el prestigiosísimo dirario L'Équipe, junto a las imágenes de Romain Bardet y Thibaut Pinot. Las dos esperanzas de un ciclismo francés que no ve a uno de los suyos de amarillo en París desde Hinault en 1985, que tendrán a su total disposición a los dos equipos galos más importantes del pelotón para volver a intentar lo que parece un imposible, incluso con todas las "ventajas" que dispondrán en esta edición -poca crono, sin el gran dominador en carrera...-. Pero es que el problema reside en que, a día de hoy, es más factible que veamos a uno de los dos, o a los dos, ganando en Lombardía o en Lieja que en París. Así que aquí apostamos por el jamais.

Eso no es solo pecado de nuestros vecinos, aquí también lo hemos practicado con el campeón del mundo y reciente campeón de España. Alejandro Valverde ha vivido toda su carrera con el sambenito de aspirante a ganar el Tour -algo que tampoco él se ha preocupado en eliminar-, y ahora que por fin parecía superado, retorna. Que si está más delgado que nunca, que si viene en una forma tremenda, que si el Tour está muy abierto... Mientras él sigue a lo suyo de decir que "yo vengo al Tour para ayudar", de la misma forma que el otro par que completa la tricefalia telefónica -todo lo bueno (?) vuelve- se sigue enviando mensajes verbales reclamando el liderato, aunque en el momento de la verdad sigan demostrando quedarse cortos para semejante responsabilidad en tierras francesas. Como dice Bernal y como dejó claro un Giro que ha reforzado la posición del Movistar Team, la carretera decidirá.

No lo hemos colocado en el segundo escalón de favoritismo, pero quizá ahí debiera estar este sputnik llamado Jakob Fuglsang. El danés es tan solo la cabeza de un cohete imparable llamado Astana Pro Team. Top 10 en todas las carreras que ha disputado, ganando Lieja, Dauphiné y Vuelta a Andalucía, a sus 34 años quiere dar el golpe que antes no fue capaz, y si algo demuestra este ciclismo es que la edad no importa. A su lado, hombres con actuaciones no poco encomiables como Alexey Lutsenko -para ganar a este tío en 2019 hay que tirarlo por un barranco de mucha altura-, escaladores consagrados como Omar Fraile y Pello Bilbao, y multiusos de la talla de Magnus Cort -siguiendo progresión típica de INEOS-, Hugo Houle y Luisle. Para mí, el equipo que más daño puede hacerle al INEOS, que además vendrá herido después de un Giro que no salió como querían. Veremos si en París no acaban cantando el rap que hicieron en invierno.

En el Tour no estará Roglic para amarrarse a su rueda en los primeros días, pero quizá tampoco la frescura necesaria para ganar. Vincenzo Nibali, después de disputar la Corsa, llega a Bruselas con ambición de reclamar lo que en 2014 fue suyo. Una empresa realmente complicada la que tiene por delante Lo Squalo, pero la experiencia estará de su lado, ya que, junto a Geraint Thomas, son los únicos ganadores del Tour que tomarán la salida. Estará acompañado por una escuadra compacta y fiable, en la que figuran su hombre de confianza Damiano Caruso, Rohan Dennis, Matej Mohoric, Dylan Teuns, Sonny Colbrelli y Jan Tratnik, además de un Iván García Cortina debutante en La Grande Boucle, después de su primera victoria profesional en California. Los primeros días serán fundamentales para comprobar qué Nibali aterriza en el Tour, y como sea el del Giro después de soltarse de Roglic, dará que hablar.

Con su hermano Simon -acusado por el esfuerzo de un mal Giro- mirando de cerca, Adam Yates buscará hacerse grande en este Tour 2019. Después de lograr un cuarto lugar y el maillot blanco en 2016, no ha vuelto a demostrar la regularidad necesaria en una carrera de tres semanas, y de hecho ese año acabó sufriendo de lo lindo para llevárselos a casa. Su hermano no será el único en echarle una mano en el propósito, ya que tendrá a su disposición a piezas de gran relevancia como Jack Haig, Luke Durbridge, Juul-Jensen o el eterno campeón sudafricano Daryl Impey. No se espera que gane, ni mucho menos, y tampoco que acabe pisando el podio, pero una actuación decente con, por ejemplo, alguna victoria de etapa, le haría escalar puestos para llegar a la altura de Simon.

Fuglsang no hace mucho ruído, todavía. (foto: Photo News)

En un escalón más bajo podemos colocar al jefe de filas de Jumbo-Visma, un Steven Kruijswijk que todos sabemos que aunque vaya bien, algo malo le acabará pasando; si de algo malo se habla, el que más sabe de eso es Richie Porte. Para el de Trek-Segafredo (otro equipo que, como BORA, se cambia la piel a un tono más blanco) sería toda una victoria ya pasar de la etapa diez; los quiero y no puedo que acaban siendo Ilnur Zakarin y, sobre todo, el emblema del sufrimiento, Dan Martin; un Emanuel Buchmann que veremos si tiene la gasolina que lleva demostrando el BORA todo el curso; y por último, y no menos importante, un Enric Mas ante su primer Tour, que en Francia sufrirá más la ausencia de un equipo que lo apoye y lo rodee en el propósito de luchar con los mejores, pero... quién sabe.

A esto nos agarramos en este Tour, al quién sabe. Así llevamos haciendo varios años, desde que el por entonces Sky Procycling puso la primera pica, pasando por los cuatro entorchados de Froome. El dominador no estará, sí el último ganador, pero no transmite el mismo miedo que el equipo en sí. Por octava vez seguida -con permiso del 2014 de Nibali-, la fuerza sobrenatural del Sky/INEOS se cierne sobre Francia, y todos -por lo menos sobre el papel- irán contra ellos.

LA LUCHA POR EL RESTO DE LOS MAILLOTS

¿Alguien duda de quién es el gran favorito para lucir el verde en París? Ni Elia Viviani, Dylan Groenewegen o Michael Matthews son capaces de acercarse a las mareantes cifras de puntos que Peter Sagan ha marcado en los últimos años en el Tour de Francia. El auténtico dominador, el tirano de la regularidad... que este año tendrá un nuevo contrincante, en otro ejemplo del traspaso generacional que empieza a llegar. Su nombre, Wout van Aert. El belga ha demostrado su fuerza, hambre y a veces cabezonería en prácticamente todos los terrenos posibles. Si se pone entre ceja y ceja vestir el verde, veremos si no le complica el trabajo al eslovaco, al que este año no diferenciaremos tan fácilmente, ya que vestirá con el jersey de BORA... al menos los primeros días.

Miradas de verde. (foto: BORA - hansgrohe)

Dejando de lado a los favoritos por la general, el maillot à pois -que este año pierde la ya icónica presencia de Carrefour como patrocinador- se presenta como un jersey muy abierto en cuanto a quién se lo puede llevar a casa. Los ciclistas franceses tomarán especial importancia en este aspecto, como cada año. Sobre todo tenemos que hablar de los dos últimos ganadores, Warren Barguil y Julian Alaphilippe. Sus realidades son bien distintas, pero ambos llegan pletóricos: el primero tras conquistar el campeonato nacional el pasado fin de semana y el segundo con ganas de seguir sumando triunfos a una temporada plagada de ellos. No podemos olvidarnos de otros nombres como el también francés Lilian Calmejane, el segundo en 2017, Rigoberto Urán -aún no se lo cree-, el ganador de este premio en el Giro, Giulio Ciccone, el siempre esforzado Thomas De Gendt, o el ganador del Mont Ventoux Challenge de reciente creación, el español Jesús Herrada. De alguno de esta lista saldrá, seguramente -o no, que mi acierto brilla por su ausencia- la persona que cruce primero por puertos como Izoard, Galibier o Iseran.

Por último, el maillot blanc lleva escrito el nombre de Egan Arley Bernal Gómez. Todo lo que no fuera ver al colombiano del INEOS lucir un jersey totalmente blanco en el paseo por los Campos Elíseos sería una sorpresa. Pero eso no quiere decir que no haya jóvenes de calidad en este Tour, solo que el cafetero parece un paso -o dos en algún caso- por encima de la competencia. El primero de esos rivales será Enric Mas, que contará con total libertad pero con poca ayuda de su escuadra, al revés quizás de David Gaudu, que en FDJ estará obligado ser el escudero de Pinot, mas también podría mirar por sus intereses, al igual que Marc Soler en el Movistar Team. Con menos opciones encontramos al belga Tiesj Benoot, aún con la espina clavada de su abandono en 2018, o un Laurens De Plus que, aunque abandonó en el Giro, dejó sensaciones de gran escalador, que además va bien contra el crono. También existe curiosidad por comprobar si es capaz de asomar la cabeza entre ellos gente como el alemán de 22 años Lennard Kämna, del Team Sunweb, que hace unos años prometía mucho, vivió unos episodios desagradables, y ha vuelto a rendir a buen nivel.

El Tour de Francia tiene esa mística. Año a año nos decepciona como competición, pero aún más nos ilusiona antes del inicio. Es esa mezcla de historia, promoción y ganas de ciclismo en esta época veraniega que a todos nos puede. Al fin y al cabo, es la carrera más grande del mundo.


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