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(foto: Alessandro di Meo//EFE) |
Poco de lo que sospechábamos y preveíamos hace tres semanas se ha acabado cumpliendo. Es la tónica habitual de un Giro de Italia que, año tras año, sigue sin dejar indiferente a nadie. En este 2019, en su edición número 102, quizás ninguna etapa se nos quedará especialmente en el recuerdo, como sí pasó en 2018 con Froome y Finestre, pero prevalecerá en la memoria el resultado final.
Curiosamente, el comienzo seguramente no será recordado. Algunos, los que cayeron durante esos días por casos de dopaje como el Aderlass, preferirían incluso olvidarlos. Numerosos nombres de ciclistas, en activo, retirados y de distintas nacionalidades, desfilaron por las líneas de los medios, quizá a modo de entretenimiento y evasión a las largas y, en muchas ocasiones, tediosas etapas de la primera semana, quizá perjudiciales para el tan buscado espectáculo a corto plazo, pero no para lo que estaba por venir.
Eran esos los días en los que Elia Viviani estaba llamado a constituirse un año más en el capo de las volatas, idea que Pascal Ackermann se encargó de hacer añicos. El potentísimo alemán del BORA - hansgrohe se llevó dos de las tres etapas que finalizaron al sprint, presentando así su candidatura a la maglia ciclamino. La etapa restante se la adjudicó el colombiano Fernando Gaviria... después de la descalificación de Viviani. El primer ejemplo de que no era su Giro.
La primera semana también tuvo sus momentos para la general, empezando por el primer día. Por si su rendimiento anterior a la Corsa no daba suficiente miedo, Primoz Roglic puso en el camino de 8 km de Bologna a Madonna di San Luca un argumento más a su favoritismo, vistiéndose de rosa con una actuación en la que dejó a 28'' a otro especialista contra el crono como Tom Dumoulin y a 1'07'' al "líder" de Movistar Team, Mikel Landa.
Y en la cuarta jornada, más leña al fuego. Una caída en los kilómetros finales, la que hizo abandonar a un ensagrentado Tom Dumoulin e hizo perder segundos de oro a Simon Yates, Nibali (18'') y Landa (44'',
el puto Yates y la rotonda), provocó que la
maglia rosa fuera el único de entre los favoritos en el grupo delantero. Entre la confusión, la etapa pasó a manos de un pequeño ecuatoriano vestido de azul que, como el año pasado, andaba por ahí. Richard Carapaz y un triunfo de
ratoncillo.
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A primeras de cambio, el ganador de 2017 quedó fuera de competición. (foto: EFE) |
De la misma forma que, por la escapada de la etapa seis que venció uno de los destapados de este Giro, Fausto Masnada, andaba Valerio Conti. La excusa perfecta para Roglic y el Jumbo-Visma, deseosos de desprenderse con descaro absoluto de esa pesada maglia y del consiguiente trabajo que ella requiere y que desgastaría sobremanera a un equipo poco preparado para él, y un premio gigante para cualquier italiano como Conti. Con ella llegó al primer día de descanso, después de los triunfos de Pello Bilbao en L'Aquila en la séptima etapa -la segunda seguida de la fuga- y de Caleb Ewan en la octava en Pesaro.
Un plato fuerte para abrir la segunda semana de hostilidades y el segundo golpe en la mesa de Primoz Roglic. El esloveno demostró su autoridad con su victoria en San Marino, en una crono en la que puso casi dos minutos más de diferencia con Nibali, alrededor de cuatro con Simon Yates, cuatro y pico con Miguel Ángel López y casi cinco con un Mikel Landa que, tras tan solo nueve días de carrera, volvía a naufragar como líder de escuadra y veía su condición de jefe de filas cuestionada ante Richard Carapaz, que ya había ganado una etapa, se mostraba más regular y estaba a 3'16'' del esloveno.
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Iba como una moto. (foto: Bettini Photo) |
Dos jornadas de transición sirvieron para las victorias de Arnaud Démare en Modena y Caleb Ewan en Novi Ligure y el adiós a la carrera de la mayoría de los volatistas, además de ser el preludio a la primera etapa de alta montaña. De nuevo, la escapada se jugó el triunfo, con Cesare Benedetti consiguiendo en Pinerolo el primero de su carrera. También hubo cambio en la maglia rosa. Conti no pudo aguantar más y se la entregó a su compañero del UAE, Jan Polanc, mientras por detrás, en la batalla "real" por la general, solo destacó el movimiento de Landa y López, los dos favoritos más rezagados en la general, que consiguieron rascar un puñado de segundos.
De poco le valdrían al colombiano de Astana esos segundos el día siguiente, cuando un inoportuno problema mecánico -el enésimo que sufre en un momento clave- le apartaba de la lucha por la general. Era en el camino a Lago Serrù, el mismo en el que Roglic y Nibali, los dos favoritos mejor colocados, decidieron bailar un agarrado, mientras permitían al dúo telefónico, Landa y Carapaz, irse por delante, e incluso también dejando que se les aproximaran Mollema, Majka y el ganador de la etapa Zakarin en la general. Unas aventuras que no pudo asumir Simon Puto Yates, que naufragaba al estilo Finestre.
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La etapa en la que ambos empezaron a perder el Giro. (foto: Alessandro di Meo//AP) |
Tras la etapa las rotativas comenzaban a hablar de "juegos mentales" entre Roglic y Nibali, con Lo Squalo pasando al ataque fuera de la competición con declaraciones polémicas y presumiendo de trofeos. Pero, como un hombre que ha ganado tanto y tantas veces debería saber, el demarraje que importa es el de la carretera, el que te deja con las piernas fritas que el esloveno tenía ya por aquel entonces, cosa que el italiano no supo ver. El ataque de Richard Carapaz a casi 30 km de carrera, en el Colle de San Carlo, fue un golpe de efecto a la carrera. Un inteligente movimiento de Movistar -que lleva la firma de Max Sciandri, no de Unzué-, jugando con sus dos líderes para darle un vuelco al Giro y vestir de rosa al ecuatoriano, con 7'' sobre Roglic.
Los siguientes días fueron la prueba de que el esloveno bien del todo no iba. En la siguiente etapa, en Como, donde venció Cataldo, perdía 40'' con Nibali, Yates y Carapaz, 15'' con Landa; en Ponte di Legno, después del día de descanso, triunfó Giulio Ciccone, dominador de la maglia azzurra, ante Jan Hirt, la apuesta fallida del Astana y la hipotermia, y cedió Roglic contra la dureza del lluvioso Mortirolo -y el ritmo de Pedrero superstar- más de un minuto; y en Antholz, habitual escenario de pruebas de duatlón y lugar que nunca olvidará el ganador del día Nans Peters, el de Jumbo-Visma entregó 7'' más con el líder y 19'' con Landa, fruto de dos ataques tardíos pero certeros de los de Movistar.
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En la etapa 14, Carapaz se mostró definitivamente al mundo. (foto: AFP) |
Con el gran favorito hundido y sin apoyos, y un Movistar formidable, Carapaz se deshacía de la etiqueta de líder "de paja" de la carrera y se colocaba muy seriamente en las ternas por el triunfo final. En las dos últimas etapas, después que Damiano Cima rompiera el sprint y ganara desde la fuga -algo que no evitó que Ackermann se vistiera de ciclamino-, dando una victoria de prestigio al Nippo Vini Fantini, le tocaba asegurar, mantener la calma que había mostrado hasta el momento. No dudó en esa 19ª etapa cuando Roglic, como si quisiera demostrar que no estaba tan mal, lanzó un ataque sin consecuencias. Todos llegaron juntos -menos Miguel Ángel López, obligado a atacar-, a minutos del ganador de la tarde, Esteban Cháves -cómo han cambiado las cosas desde su último triunfo-, resguardando sus fuerzas para la última batalla contra la montaña.
Aún sin el Gavia -retirado de la etapa por la nieve-, sería un día decisivo. El Manghem, a más de 100 km de meta, desataría los movimientos camino del Monte Avena y las malas noticias para Roglic y Nibali, la pareja -casi- eterna. Esloveno e italiano sucumbieron ante la aceleración de los Astana-Movistar, y solo pudieron regresar a su rueda cuando kazajos y españoles, incomprensiblemente, cesaron en su empeño. Algo que tampoco evitaría que Roglic dijera basta en el puerto final, como Miguel Ángel López ante
el enésimo caso de un espectador inconsciente. Nibali mostró sus cartas por última vez, pero las piernas de Carapaz, empujadas por todo Ecuador, y de un Landa que acabaría el día en puestos de podio, fueron demasiado. Después del trabajo que le hizo Carapaz, líder generoso, le faltó al alavés el
push final para lograr la etapa, que se fue a manos de un Pello Bilbao que, junto a la
maglia bianca del poco afortunado Miguel Ángel López, suponen un buen botín para Astana, pero con sabor agridulce.
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El podio final en Verona. (foto: Giro de Italia) |
La crono final hacia Verona sirvió para que Roglic, aunque totalmente alejado del ritmo que tenía el primer día, recuperara su tercer puesto en el cajón -asestando un duro golpe al #Landismo-, aún y con la estúpida sanción de 10'' por el empujón de un aficionado en la etapa anterior. Además, fue un premio al Sunweb, que tras sufrir el duro palo del KO de Dumoulin y llegar a la última cita con cuatro hombres, se anotó una victoria gracias a Chad Haga.
Pero el hombre más feliz de la tarde era ecuatoriano. Al contrario que Nibali, él sí supo cómo recoger lo que Roglic entregó. Después de su cuarto puesto -un poco agridulce por sus formas- en 2018, Richard Carapaz se ha hecho un hueco entre los ciclistas más importantes del pelotón, fruto de una victoria justa e inteligente,
sin alardes ni exigencias,
desde la humildad que se le pide a un verdadero líder.
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