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(foto: Reuters) |
El Chelsea escribió en la noche de ayer, en un desangelado Estadio Olímpico de Bakú, otra página de oro en su historia, y más que probablemente la última con Eden Hazard en sus filas. El belga, junto al resto de sus compañeros, fue demasiado para un Arsenal al que, tras caer en la vorágine de goles del segundo acto, se le presenta un panorama bastante incierto.
La primera mitad de ambos conjuntos se adecuó bastante al escenario sobre el que se disponían. Un disparo de larga distancia de Granit Xhaka que rozó el larguero y un intento de Olivier Giroud al filo del descanso que despejó Petr Cech, en su último servicio al Arsenal y al fútbol, fueron las únicas diferencias de unos cuarenta y cinco minutos iniciales fríos.
Helado, congelado, era el ambiente que desde el televisor se intuía. Una final puesta en entredicho por su sede, un país que no ha asegurado totalmente la seguridad para que un profesional haya podido ejercer su profesión -Mkhitaryan tuvo que ver el partido en su casa- y con dificultades para acoger a las aficiones a la ciudad... y
en el propio campo. Más de 2.000€ se gastaron los -pocos- aficionados que se desplazaron a Bakú para ver a sus equipos,
malamente.
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Demasiadas calvas en el estadio. (foto: Steven Paston//PA Wire) |
Por fortuna para el espectador, poco tardó en encenderse la llama. Tan solo tres minutos después de la reanudación, Olivier Giroud se anticipó a Laurent Koscielny para enviar a las redes un centro bajo de Emerson Palmieri. Un cabezazo complejo impropio del delantero "no goleador" que ganó el Mundial, pero sí común en el máximo anotador de esta edición de la Europa League. Le ha sentado bien cambió de colores en la ciudad de Londres al francés.
Si decisivo ha sido Giroud en esta Europa League, lo es siempre Pedro Rodríguez en una final de cualquier tipo. En el Barça bien lo saben, y desde ayer también los blues. El canario cruzó con precisión su disparo, en una jugada que empezó con una posible falta de Kovacic y el pase del nombre que estaba en boca de todos, Eden Hazard.
El ex del Lille redondeó su último partido de escándalo con el Chelsea con esa asistencia y dos goles. El primero de sus tantos llegó desde el punto de penalti, después de que Maitland-Niles arrollara a Giroud, en un claro ejemplo de la desesperación en la que ya se habían sumido los gunners, conscientes de todo lo que estaban perdiendo en esa fría noche azerbaiyana.
Con la misma tranquilidad con la que puso la puntilla al Eintracht en las semifinales, Hazard hizo lo propio ante Cech, y no tardaría en volver a hacerlo. Tan solo siete minutos después llegaría el cuarto y la sentencia definitiva, con el belga fulminando una rápida contra tejida entre Giroud y el propio Hazard. Para ese momento, el Arsenal había reducido distancias. En un definitivo movimiento a la desesperada de Emery, ingresaron en el verde Iwobi y Guendouzi en el lugar de dos jugadores más defensivos como Torreira y Monreal. Como demostró el marcador, solo eventualmente esta decisión le salió bien, con el nigeriano enviando a la perfección un disparo desde el balcón del área que, por su belleza, debería ser recordado.
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Si ya no lo estaba, el nombre de Azpilicueta quedará grabado en la historia blue. (foto: UEFA) |
Aunque probablemente sus aficionados acaben quedándose de esta final con la tercera temporada de su equipo fuera de la máxima competición europea de clubes. Lejos de tocar la Champions por vía Premier y sin conseguirlo gracias a esta Europa League, el primer año del proyecto Emery termina con un sabor agrio, y el segundo queda seriamente tocado. La primera final de UEL en la que cede el técnico vasco puede ser un golpe que suponga el movimiento de algunas de sus piezas importantes, como Aubameyang o Lacazette, ayer más desacertados de lo normal, teniendo en cuenta la bestial recta final de curso que estaban realizando el gabonés y el galo.
Curioso es el fútbol, como la vida misma. Si para Unai Emery esta es la primera final de Europa League que pierde -que ya ha ganado tres-, para el técnico del otro cuadro, Maurizio Sarri, supone su primer título. Un entrenador con formas de los de antes, siempre que puede con su pitillo en las manos y vehemente como pocos -el último ejemplo, el controvertido entreno previo a la final-, pero impregnado de la "filosofía Guardiola". Después de años trabajando en la banca y entrenando a equipos modestísimos, en el Empoli comenzó a hacerse un nombre, en el Nápoles coqueteó con el éxito y en el Chelsea lo ha tocado, al fin, a sus sesenta primaveras.
La próxima temporada será otra historia para el Chelsea. La alegría de un nuevo trofeo europeo pronto ha quedado ensombrecido por las dudas, a la altura de las del Arsenal, que envuelven al equipo del Bridge. Con su estrella totalmente fuera, Sarri en la órbita de la Juventus y sin poder fichar, ese momento en el que Azpilicueta y Cahill levantaron el trofeo de la Europa League, a parte de ser el último gran servicio de Hazard, puede convertirse en el inicio de una nueva era para el Chelsea.
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