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(foto: Misiones Online) |
La Selección Argentina se ha proclamado este fin de semana campeona del mundo de fútbol sala. No, no nos hemos vuelto locos. No, no es ninguna broma. Y si te has quedado boquiabierto, anonadado, sorprendido, patidifuso, estupefacto y demás, es totalmente normal.
No es secreto para nadie que hace tres años en Colombia la Argentina del actual entrenador de ElPozo, Diego Giustozzi, conquistaba por primera vez en la historia el cetro del fútbol sala mundial... en cuanto a registro FIFA. Por esas fechas la Albiceleste ya tenía en su palmarés un título de campeona del mundo, al que se le ha unido el conseguido este domingo.
Fue en 1994 y no en 2016 cuando Argentina lograba su primer Mundial, en la quinta edición organizada por la FIFUSA, palabra esta última que sonará muy extraña a los más jóvenes aficionados pero que es imprescindible en la historia de este deporte. Se trata, nada más y nada menos, de la primera organización que se encargó de regir el futsal, desde 1971 hasta el 2000, año en el que, después de infructuosas negociaciones entre FIFUSA y FIFA (nunca alcanzaron un acuerdo en cuanto a normas del juego, dirección del deporte...), el fútbol sala pasó a formar parte totalmente de la organización hoy presidida por Gianni Infantino.
Un movimiento que en su día fue muy polémico (que hoy sigue levantando ampollas) y que provocó que, al estar rodeado dentro de la misma institución por otros deportes como el fútbol o el fútbol playa, el fútbol sala perdiera gradualmente parte de su esencia, su independencia y a la postre buena parte de la importancia que le había llevado en países como España a contar con una gran popularidad entre la población.
Y aquí es donde entra la parte de la historia que ha quedado ensombrecida. En 2002, muchos de los directivos de la extinta FIFUSA (que desapareció tras perder el poder de su deporte llena de problemas económicos) junto a algunos otros de la PANAFUTSAL (Confederación Panamericana de Futsal) fundaron en Asunción (capital de Paraguay) la Asociación Mundial de Futsal (AMF según sus siglas), una organización al margen de la FIFA que desenvuelve sus campeonatos de fútbol sala paralelamente a los que todos conocemos y sobre los que se ponen los focos. Sí, existe otro fútbol sala.
Se hacen llamar fútbol de salón, o futsal (término que de sobra conocemos porque de él se apropió la FIFA). Más puro, más fiel a sus inicios y a su historia. Esto es así porque
mantiene reglas del fútbol sala pre-FIFA que causan una importante diferenciación entre ambos tipos de juego. Entre las más destacables se encuentran que los saques de banda y esquina se ejecutan con las manos y no con los pies; o que esa frase de "el deporte del 40x20" no existe en la AMF, ya que las dimensiones del campo, como máximo, pueden ser 36x20; un terreno de juego además en el que se respira el fútbol de la calle, el de la infancia, ya que la superficie debe ser de cemento o madera.
Desde 2017, cuando la recién creada Federación Europea de Futsal sustituyó a la Unión Europea de Futsal, la AMF cuenta con seis confederaciones afiliadas de todos los continentes del mundo (a excepción, claro está, de la Antártida). Todas ellas tienen el derecho a competir en los Mundiales que celebra la organización, tanto masculinos -cinco ediciones van por el momento-, sino que desde 2006 como femeninos, que ha sido albergado en cuatro ocasiones hasta la fecha, además de los juveniles U20 y U17.
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La Provincia de Misiones se volcó para ver a la Albiceleste campeonar. (foto: Diario Olé) |
En este último Mundial absoluto masculino, disputado precisamente en el hogar de la a la postre campeona, Argentina (primera vez que un país es campeón a la vez del Mundial FIFA y AMF), compitieron desde países a los que estamos más acostumbrados a ver como la propia Albiceleste (campeona en la prórroga, a pesar de fallar
este penalti a 12'' del final ante la oposición del portero suplente carioca), Brasil, Paraguay (que defendía título) o Uruguay, hasta otros impensables como Nepal, Curaçao, Pakistán o Sudáfrica, pasando por... Cataluña.
Al contrario que la española, la Federación Catalana de Fútbol Sala es una de las 43 afiliadas a la AMF. Compite desde 2004 con futbolistas que juegan en equipos de las categorías bajas de fútbol sala de la comunidad, una traba respecto a las otras selecciones, teniendo en cuenta que la mayoría de sus rivales, sobre todo en el caso de las Sudamericanas, disputan sus partidos en competiciones con las reglas AMF. El máximo logro de la masculina ha sido una plata en el campeonato de Europa de 2006, mientras que la femenina consiguió el título Mundial en 2008 venciendo en Reus a... Galicia (algún día hablaremos de ello).
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Buena participación en 2019, olvidando un 2015 en el que Bielorrusia vetó su participación por miedo a represalias de España. (foto: @FUTSALcat) |
Bendita sea la AMF y el futsal, con mucha menos repercusión, prácticamente amateur, con menos recursos pero mucho más apasionado y representativo de lo que este deporte ha sido en la mayor parte de su historia. En una época en la que se cuestiona más que nunca si estamos perdiendo un deporte como el fútbol sala, siempre nos quedará el fútbol de salón.
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