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(foto: BlackPast) |
Hoy, 8 de marzo, millones de mujeres se echan a las calles para reivindicar unos derechos que nunca deberían ser puestos en duda y manifestar su claro poder en una sociedad que en muchas ocasiones las ha dejado -y deja- de lado. Barreras que es necesario derribar, sobre todo en un mundo como el deporte, siempre apegado a la primacía de la vigorosidad y la masculinidad. Por fortuna, contamos con ejemplos que demuestran que esto no es más que una patraña, entre ellos el de la protagonista de las siguientes líneas.
El 10 de febrero de 1954, en el seno de una familia humilde de agricultores del estado de Mississippi, nacía Lusia Harris, décima de once hermanos que compartían una obsesión: el baloncesto. Influenciada por cuatro de sus hermanos y una de sus hermanas, Lusia comenzó muy pronto a dar sus primeros pasos en el deporte de la pelota naranja.
Fue en el instituto donde demostró que esto de la canasta no se le daba nada mal. En sus años de
high school fue toda una apisonadora, logrando tres premios MVP consecutivos, la capitanía de su equipo, superando el récord de más puntos en un mismo partido de instituto con 46 y formando parte del equipo All-Star con las mejores jugadoras del estado de Mississippi.
Con tal carta de presentación, era de suponer que numerosas universidades se disputarían sus servicios. Finalmente, se decidió por quedarse en casa y se enroló en el equipo femenino de reciente creación de la Delta State University, en su Mississippi natal, y allí el ciclón Harris solo fue a más. Con su 1,91 metros dominó la pintura a su antojo y cambió el baloncesto femenino. "Imparable" era una de las palabras con la que se le definía.
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Harris efectuando un lanzamiento con el Delta State University. (foto: Getty Images) |
De esa forma llevó a la gloria en el campeonato nacional a su Delta State en tres años consecutivos, con otras tantas actuaciones de superestrella que permanecen en el recuerdo. En la final de 1975 anotó 32 puntos y recogió 16 rebotes, en la del 1976 fueron 30 puntos y 18 rebotes y en la definitiva de 1977 convirtió 23 puntos y 16 capturas.
No solo consiguió grandes logros con su equipo, sino que también lo hizo con la selección estadounidense, colgándose el oro en los Juegos Panamericanos de México 1975 y la plata en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, los primeros en los que competían los combinados de baloncesto femeninos, viéndose superada por la Unión Soviética. Además, Harris pasó a la historia por ser la primera mujer en meter una canasta en unos Juegos Olímpicos. "Sin ella, no habríamos ganado la plata. Fue nuestra ancla", en palabras de una de sus compañeras y otra histórica del basket femenino,
Pat Summitt.
Pero el momento que cambió su carrera y supuso un hito sucedió el 10 de junio de 1977. Reconocida como la mejor jugadora de baloncesto y habiendo anotado la friolera de 2.981 puntos (25,9 pts por partido) y recogido 1.662 rebotes (14,5 reb/partido) en su etapa con el Delta State, en una época en la que no existían la WBL -primera liga profesional femenina, surgió en 1978- y la WNBA -nació en 1996-, los New Orleans Jazz -actuales Utah Jazz- no dudaron en seleccionar, en la séptima ronda y con el número 137, a Lusia Harris, convirtiéndola en la primera mujer en ser elegida y aceptada en el Draft de la NBA.
Recalco lo de aceptada porque, para ser justos y verdaderos, la primera mujer elegida en el Draft de la NBA no fue Lusia, sino que el honor le pertenece a Denise Long. En el año 1969, los San Francisco Warriors la escogieron en la ronda 13, pero la liga norteamericana no aceptó su elección alegando que la franquicia hoy dominadora solo lo había hecho con propósitos publicitarios y no deportivos.
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Lusia Harris y Debbie Brock, compañeras en el Delta State University. (foto: gostatesmen.com) |
Quizá los Jazz también pretendían lo mismo que los Warriors, pero la NBA en esta ocasión sí aceptó el movimiento. Sin embargo, Lusia Harris nunca pasó a formar parte de la franquicia de Louisiana. Después de recibir la noticia con sorpresa -"¿drafteada por un equipo de hombres, en serio?", fueron sus palabras según un medio local de Mississippi-, Harris denegó la oferta, entre otras razones, al estar embarazada en aquel momento.
Con el avance del basket femenino, la creación de una liga profesional parecía una tarea de obligado cumplimiento, y en 1978 surgió la antes mencionada WBL, la competición que podemos llamar precursora de la actual WNBA. Aún con su hijo recién nacido, Harris jugó unos cuantos encuentros con los Houston Angels, antes de apartar definitivamente, con 25 años, su actividad como jugadora y volver a la Delta State University para formarse como entrenadora.
Más tarde Harris sería entrenadora del equipo femenino de la Texas Southern University, y en 1992 su vida deportiva tendría el más que merecido reconocimiento siendo la primera mujer, junto a Nora White, en formar parte del Salón de la Fama Naismith de baloncesto, y en 1999 logró lo propio en el Salón de la Fama de baloncesto femenino. Hoy en día, Lusia Harris da clases en el que fuera su instituto.
A muchos les hubiera gustado jugar como ella. Historias como la de Lusia Harris, aunque no se nos cuenten o estén en el olvido, las hay, y son un ejemplo para las mujeres de hoy y mañana. Porque como Lusia lo fue en su momento, ellas, con sus actos también son las pioneras de este movimiento que cada vez pisa con más fuerza hacia el futuro, a pesar de que las barreras de diferente tipo sigan apareciendo.
(fuentes:
20minutos,
The Black Detour)
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