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Entre la modernidad de los smartphone, las instalaciones y el atraso de su situación. (foto: AFP) |
La Juventus dio el pasado miércoles un paso más en su hegemonía en Italia, luego de derrotar en la Supercoppa al finalista de la última Coppa, el Milan de Gattuso, con un polémico gol de Cristiano Ronaldo. El escenario no fue el Olímpico de Roma, ni San Siro, ni siquiera el Juventus Stadium, sino que, como viene siendo habitual, se celebró lejos de las fronteras transalpinas, más concretamente en el King Abdullah of Sports City de Jeddah, en Arabia Saudí.
Aunque impensable en Inglaterra o Alemania, países como Francia, la propia Italia y España, desde esta temporada con la llegada de Rubiales a la RFEF, nos han acostumbrado a ver uno de sus títulos nacionales disputarse fuera de sus territorios. En el caso de los franceses, desde 2009 no se disputa en suelo francés, y en el de los italianos desde el mismo año solo se ha jugado en tres ocasiones en el país de la bota.
¿Por qué llevar una competición nacional lejos del territorio nacional? En el caso de la Supercopa, todos los factores favorecen a ello: el formato -se disputa un solo partido-, es el torneo que menos llama la atención, el menos prestigioso y el menos atrayente por historia y por colocación en el calendario -se disputa prácticamente en verano-.
Por eso, algunas federaciones han visto la oportunidad de promocionar su fútbol y su liga lejos de su país, y de paso llenarse un poco los bolsillos. Poniendo el ojo en el caso italiano, la Lega Serie A, organismo que controla y organiza la Supercoppa, la Coppa y la Serie A, ha llevado en los últimos años el trofeo que se disputan campeón liguero y copero por el continente asiático.
Como es evidente, estas decisiones no son del gusto del todo el mundo. Por ejemplo, los aficionados de los clubes y del Calcio transalpino, que consideran que el sentimiento hacia su fútbol y sus equipos es mayor que cualquier beneficio monetario que se pueda sacar, y debería tenerse en cuenta como tal. Las federaciones escudan su posición con el argumento del beneficio con
los ingresos de las televisiones y
la promoción de su producto en países donde el fútbol comienza a sacar la cabeza como deporte mayoritario, y lo cierto es que, en la mayoría de las ocasiones, los estadios donde se han celebrado los encuentros han vendido la gran parte de los billetes.
Hasta aquí todo entra en las cuestiones "odio eterno al fútbol moderno" y demás relacionadas. Football is business. O eso dicen los que mandan, que son los que toman las decisiones digan lo que digan los aficionados, fans o tiffosi. Desgraciadamente, no es lo más grave. Los destinos de Asia que han tenido el privilegio de albergar Supercoppas son (ediciones de 2009, 2011, 2012 y 2015), Qatar (2014 y 2016) y Arabia Saudí (2018), tres países ricos, poderosos y que faltan flagrantemente a los derechos humanos.
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Dinero everywhere. (foto: Tuttosport) |
Tres lugares que han acogido en los últimos años o van a acoger en los próximos Juegos Olímpicos, Mundiales de balonmano y fútbol o eventos de otros deportes como wrestling (bajo el amparo de la WWE), y también tres países de los que estamos hartos de escuchar y rechazar vacuamente como rompen sin pudor alguno múltiples derechos que nos pertenecen a todos los humanos, cometen explotaciones hacia trabajadores que son prácticamente esclavos o impiden a las mujeres realizar cosas tan básicas como conducir o acceder a distintos lugares sin el acompañamiento de un hombre.
Este último caso nos lleva irremediablemente al país que ha albergado la última Supercoppa, la celebrada ayer mismo, Arabia Saudí. 15.000 mujeres, del total de 61.235 espectadores, tuvieron el honor y la oportunidad de presenciar el partido en el King Abdullah Sports City de Jeddah, cuando hace un año era algo impensable. Un avance en cubierta. Todas las mujeres que quisieran acceder tendrían que hacerlo mediante humillantes restricciones: excepto las VIP -condición adquirida por vía matrimonial-, estaban ubicadas en los asientos de peor visión de todo el estadio, y siempre acompañadas por un hombre o un niño.
Ese ha sido el precio que necesitaba la Lega para callarse la boca y poner una sonrisa y la cantidad de dinero que ha tenido que desembolsar el país árabe, mediante la GSA (parte del gobierno responsable de los deportes en Arabia Saudí), para superar la apuesta que antes ofrecían los chinos, y de paso blanquear su condición de estado atrasado, con el restringido acceso de las mujeres al campo, y otros sucesos como el del reciente asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
El fútbol italiano, al menos sus dirigentes, ya han decidido el camino que quieren recorrer. En los próximos cinco años, tres Supercoppas se disputarán en Arabia Saudí. Poderoso caballero es don dinero, dice el dicho popular. Que no extrañe que en los próximos años veamos a más países y federaciones, como la RFEF, cogiendo la misma senda. Porque don valores y don honestidad parece que han quedado en un segundo plano.
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