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(foto: Sky Sports) |
35 meses y nueves finales fallidas después, Kei Nishikori ha vuelto a levantar un trofeo de campeón. El comienzo del año 2019 ha supuesto la detención definitiva de una larga sombra que se había instalado sobre el nipón en las últimas tres temporadas y que había frenado a uno de los tenistas más queridos por la afición, llamado en su momento a ser uno de los que desbancara al "Big Four".
Una larga sombra, que diría Rosalía -de Castro, no la del tra tra-, que comenzó allá por el mes de febrero de 2016, cuando Nishikori derrotaba en dos sets al estadounidense Taylor Fritz en la final del Torneo de Memphis. Una excelente forma de dar inicio a la temporada y de seguir sumando reconocimientos y títulos, luego de los cuatro logrados en 2014 y los tres de 2015. Nada hacía indicar que cuando Kei estaba ya subido totalmente en la cresta de la ola, una fuerte marejada lo haría tambalearse hasta acabar diluyéndose entre la marea.
Sea por la siempre atrayente mística del maleficio o por lo deportivo de ser incapaz de derrotar a sus rivales del circuito tenístico, Nishikori entró en una espiral de resultados negativos en los momentos más decisivos de cada torneo que disputaba, y por ende de su carrera, de la que parecía que nunca iba a salir.
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Nishikori se acostumbró a salir de los torneos por la puerta de atrás. (foto: Getty Images) |
Tan solo en 2016, cayó en la final de Miami y Toronto, en ambas ocasiones ante el nº1 Novak Djokovic, en la de Barcelona frente a Rafa Nadal y por último en Basilea a manos de Marin Cilic. Además, también conoció su final en citas importantes como los cuartos del Open de Australia y las semis de Madrid y Roma frente a Nole, y en los cuartos de Indian Wells ante Nadal. Precisamente contra el español se llevaría su única alegría del año junto a la de Memphis, en forma de medalla de bronce en los Juegos de Río, después de caer a manos de Andy Murray en semifinales.
A pesar de tanta decepción, 2016 lo acabó en el nº5 del Ránking ATP y en los primeros meses del 2017 llegó a colocarse en el nº4, asentando su condición de mejor tenista nipón de la historia, gracias a... otra final perdida. Días antes de caer en los octavos del Open de Australia contra un Federer que retornaba a la competición más de un año después, Grigor Dimitrov pudo con él en Brisbane. No sería la única final con triste desenlace del 2017 para Nishikori. Un mes más tarde en Buenos Aires, esta vez sería Alexander Dolgopolov el encargado de superarlo. Y para colmo de males, unas persistentes lesiones de muñeca le impedirían competir con normalidad el resto del curso, y se vería obligado a formar parte de la larga lista de Top 10 que ese año se vieron forzados a tomarse unas vacaciones antes de tiempo por problemas físicos.
Posicionado en el nº32, Nishikori hizo su retorno al circuito profesional en 2018 en el Masters 1000 de Montecarlo, donde pronto recuperaría sensaciones del pasado, deshaciéndose de jugadores como Marin Cilic o Alexander Zverev... pero la séptima final perdida se haría realidad. Rafa Nadal añadiría su nombre a esta lista de vencedores del nipón en una finalísima, precisamente en un torneo que es coto prácticamente exclusivo del español, y convertiría al japonés en el tenista en activo con más finales perdidas de Masters 1000 sin haber ganado nunca ninguno.
La octava y más dolorosa de toda la larga lista tendría lugar en Tokio, en el mes de octubre. Nishikori jugaba en casa, ante los ojos de unos entregados compatriotas, y lo estaba demostrando con una serie de actuaciones solventes y brillantes... hasta que llegó la final. El ruso Daniil Medvedev dio la sorpresa y derrotó a Kei por la vía rápida, 6-2 y 6-4, hurgando más en una herida que se ampliaba continuamente y afectaba sobre manera en lo moral moral al japonés. Por desgracia para él, aún faltaba una más. El tercer y último verdugo del año sería el sudafricano Kevin Anderson, en la capital austriaca, Viena, un torneo que se desenvolvió de una manera muy similar a lo sucedido en Japón y acabó de forma idéntica.
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Han pasado casi tres años... (foto: Darren England//AAP) |
Después de cerrar el 2018 con una actuación de grises y claros en las ATP Finals, para 2019 un objetivo se ponía entre ceja y ceja de Kei Nishikori: ganar. Y no ha tardado en conseguirlo. El ahora nº9 del mundo dejaría en, curiosamente, 9 las finales consecutivas perdidas este pasado domingo en el torneo de Brisbane, lugar viejo conocido de su racha al que se presentó como segundo cabeza de serie. La serie de finales perdidas quedó atrás con la victoria en tres sets en una apretada final ante, casualidades del destino, uno de los protagonistas de dicha serie, como Daniil Medvedev,
para dibujar una sonrisa en su boca que tanto se había esperado.
Un título modesto, pero que bien vale para levantar cabeza y sacarse una losa de encima que llegaba a pesar toneladas. Con los 29 años recién cumplidos, Kei Nishikori aún tiene mucha competición en su cuerpo y ahora un equipaje más ligero para volver a ser el tenista ganador al que nos empezábamos a acostumbrar en 2016.
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