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(foto: nss magazine) |
No es el primero, y desgraciadamente tampoco será el último equipo en encontrarse en esta situación. El Real Murcia, una institución histórica de la región y del fútbol nacional, está en su peor momento, que ya es decir. Tanto, que han llegado al punto de tener que pedir una ayuda urgente.
Quién le iba a decir en junio de 2014 a los aficionados granas que apenas unas temporadas después su equipo estaría solicitando de manera desesperada una inyección de dinero para evitar la desaparición. Como suele suceder en estos casos, para dar contexto a esta situación hay que remontarse a varios años atrás.
En 2001, el abogado madrileño Jesús Samper y su empresa Santa Mónica Sport llegan a la presidencia del club, dos años después de hacerse con el 94% de las acciones. Lo hacen en una época tumultuosa, después de que en 1992 el equipo se viera forzado al descenso a Segunda B al no conseguir hacerse SAD -como demandaba la Ley- y en 1994 toda la plantilla se encerrara en los vestuarios demandando el pago de las deudas que el club, presidido en aquel entonces por Antonio Zamora Bernal, tenía con los jugadores.
El año en el que Samper aterriza en la presidencia el primer equipo está recién regresado a la Segunda División. Tan solo dos cursos después, con David Vidal a la cabeza y gracias a los goles de David Karanka e Ismael, el Real Murcia pone fin a una ausencia de diecisiete años en la élite regresando sorprendentemente a la Primera División, algo que repite en la 2006-2007. Esa misma temporada se estrenaba la Nueva Condomina, estadio "cuatro estrellas" con capacidad para más 31.000 espectadores, que suponía la guinda al proyecto de Samper.
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El Real Murcia celebra su ascenso del 2007 con su afición. (foto: Luis de la Mata) |
El ayuntamiento abrazó las ideas de Samper y los aficionados se ilusionaron con la idea de un Real Murcia asentado entre los mejores. Más de 25.000 abonados, grandes desembolsos para realizar los fichajes más caros de la historia del club -5 millones por Baiano, 3 por Goitom-... que acabaron con los huesos del equipo pimentonero en Segunda al año siguiente, igual que sucediera en el 2003. Y lo que es peor, con la joya de la corona a medio terminar. Un "estadio moderno"
rodeado por un descampado. Ahí, por culpa del "cansancio", se acabó la etapa Samper en Murcia. Al menos la primera.
Un año después -en el que "colocó" a su cuñado Juan Manuel Trujillo- volvería a ocupar la silla más importante de la Nueva Condomina, que no dejaría hasta su muerte, en 2015. En ese período los murcianistas volvieron a saber lo que era sufrir de lo lindo con su equipo. Al volver a la presidencia Samper, el club entró en concurso de acreedores debido a las enormes deudas que acumulaba. Nada más y nada menos que 30 millones de euros. Una de las razones que provocó que el Murcia, en junio de 2010, descendiera a Segunda División B, con
ese cruel penalti del Girona que se le escapó a Cifuentes de las manos.
Chando, Amaya, Kike García y Pedro, entre otros, devolvieron al Real Murcia un año más tarde a su competición por excelencia, la Segunda División, de la que es el más veces competidor y ganador. Tras dos temporadas en las que con la situación más relajada -o seo parecía- coqueteó con el descenso -en la 12-13 se salvó por el descenso administrativo del Guadalajara-, en la 13-14 terminó cuarto, cayendo en el PlayOff de ascenso a Primera ante el Córdoba. Pero meses más tarde los fantasmas del pasado volvieron con más fuerza que nunca. El Real Murcia era relegado a la 2ªB en los despachos.
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Samper, todo y nada. (foto: Cadena SER) |
Su "reincidencia en cuanto al incumplimiento de los ratios financieros", según el presidente de la LFP Javier Tebas, devolvió al infierno de la categoría de bronce al club principal de la séptima ciudad más poblada del país, en el que pesó más la deuda de 13 millones que el apoyo de AFE y la cautelarísima otorgada por un juez. Los aficionados, que a día de hoy siguen considerando injusto el descenso y cierta parcialidad en la actuación de Tebas, ya habían mostrado su total descontento con su gestor, y los repetidos "fuera Samper" que sonaban en cada partido evidenciaban el rechazo a las obras de su presidente, un hombre que buscó más sus intereses empresarios que los del Murcia. Que hizo creer a la afición murcianista con sueños vacíos. "La burbuja Samper" terminó por explotar y a punto estuvo de llevarse por delante al club.
El Real Murcia luchó, y gracias a su gente salió del trago. El equipo se desmanteló -entre otros, su máximo goleador con 23 dianas, Kike García, puso rumbo al Middlesbrough-. A pesar de las dificultades, terminó segundo del Grupo I, por detrás del Oviedo. La mala suerte se volvería a cebar con ellos, cayendo en la promoción de ascenso ante el Hércules, con
un gol de Fran González en el 88'.
En diciembre de 2015, con la nueva temporada prácticamente estrenada, Samper fallecía. A partir de ahí se abrió un solar. El predecesor de Samper, en un año en el que el Real Murcia terminó 2º del Grupo IV -del que ascendieron a Segunda el 1º, el 3º y el 4º- fue Guillermo Martínez-Abarca, quien aprobó un vital reconvenio de acreedores. Casi sin aviso, fue sustituido por Raúl Moro, empresario extremeño que pagó 400.000€ para hacerse con el 74% de las acciones, con el apoyo de Gestora Deportiva Murciana... empresa de los herederos de Samper.
Con Moro volvieron a finalizar en la segunda plaza del campeonato, y nuevamente sin ascenso tras caer en segunda ronda contra el Valencia Mestalla. En febrero de este año Moro, sin dinero y con la empresa liquidada, hizo las maletas, eso sí, dejando una deuda de dos millones de euros y a Miguel Martínez, presidente de las peñas y también consejero, al mando de manera provisional.
Aquí llega lo más estrambótico. Aunque Moro en primera instancia le vendió el club al empresario mexicano Mauricio García de la Vega, tanto él como Martínez presionaron para entregarle el sillón finalmente a otro empresario, el oriolano Víctor Gálvez, en una junta de accionistas de lo más bizarra, en la que se impidió la entrada a los medios por primera vez en la historia y, según algunos accionistas, se llevaron a cabo procesos que no eran legales. Una doble venta sin explicación. Un total despropósito.
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Víctor Gálvez, en uno de los días más extraños de la historia murcianista. (foto: Nacho García//AGM) |
Después de evitar en junio un nuevo descenso administrativo, que esta vez hubiera sido a Tercera, el castillo se derrumbó otra vez más. Gálvez no pagaba ni a trabajadores ni a jugadores, según él porque Hacienda no le permitía. Aficionados y futbolistas se cansaron. Buena prueba de ello fue el partido ante el Talavera, en octubre,
en el que los jugadores pimentoneros protestaron negándose a jugar los primeros segundos, mientras el presidente dejaba el estadio entre los pitos e injurias de la afición, no sin antes reprochar con gestos la actitud de los fans. Días más tarde,
Víctor Gálvez anunció su salida, para alivio grana.
Chema Almela, murciano y murcianista, es el nuevo presidente pimentonero. Se encontró el club con las cuentas a cero, el estadio descuidado y los balones desgastados, entre otras muchas cosas. En sus primeros días,
junto a sus consejeros, ha pagado parte de la deuda a trabajadores y futbolistas, ha negado la entrada de García de la Vega y ha afrontado su primer derbi ante el Cartagena, donde se reunieron más de 14.500 aficionados en la Nueva Condomina.
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Un último esfuerzo por el Real Murcia. (foto: Guillermo Carrión//AGM) |
El Real Murcia
debe aún mucho dinero. Está al borde del precipicio. Pero, como siempre ha ocurrido, ahí está su gente para evitar su caída. La ciudad está totalmente volcada con la ampliación de capital a la que se está sometiendo su equipo más histórico y representativo. Cualquiera puede comprar acciones del club a través de la iniciativa
"Hazlo Tuyo". 10 acciones a 1,22€ para hacerse con un poquito del Real Murcia.
Clubes como el Betis, el Éibar
e incluso la Roma han mostrado su apoyo difundiendo la causa por redes sociales, y la gente ha respondido desde los rincones más insospechados. Desde los presentadores de La Vida Moderna, David Broncano, Ignatius Farray y Héctor de Miguel "Quequé", pasando por miles de aficionados españoles, murcianistas y no murcianistas, y llegando hasta el extranjero, sobre todo Italia, donde más de 600
tiffosi se han hecho nuevos accionistas.
Personas que se han hecho con una pizca del club con el objetivo de evitar la liquidación de una institución de casi 110 años y de terminar con un sentimiento por el que su gente tanto ha luchado. Este domingo a las 12:00, si todo va bien y se reúne lo necesario antes de las 12:00 del viernes 23 de noviembre -mañana, si lo lees en el día de publicación-, el Real Murcia visitará su pasado, el Estadio de La Condomina, para disputar el derbi -que algunos no consideran así- ante el UCAM Murcia. Los balones nuevos han llegado, las aportaciones siguen subiendo y con ella la esperanza de devolver al Real Murcia al menos a la estabilidad que todo club merece.
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