LO QUE PUDO SER

(foto: Twitter)

Este fin de semana, en el Gran Premio de la Comunitat Valenciana, Dani Pedrosa puso punto y final a su carrera en MotoGP. Aunque seguirá ligado al mundo del motociclismo desde el puesto de piloto probador de la factoría KTM, todo parece indicar que nunca volveremos a ver al 26 en la máxima competición.

No muchos se acuerdan ya, pero hace un cuarto de siglo todos los jóvenes amantes del motor querían ser Daniel Pedrosa Ramal, ese chaval barcelonés que con apenas 16 años rompía todos los moldes a lomos de su Honda, de la mano de su protector Alberto Puig, el que llevó a Dani al Mundial de motociclismo viendo en él un talento innato a pesar de que en la Movistar Cup, prueba de captación de talentos, no llegara a cumplir los tiempos fijados para ser seleccionado.

En 2002, su segunda temporada en el Mundial, Pedrosa lograba su primera victoria en la categoría de 125 cc, y lo haría en un escenario de enjundia. La Catedral del Motociclismo, Assen, era testigo del nacimiento de una futura estrella de las dos ruedas, que esa temporada firmaría el tercer puesto en la clasificación general, para en 2003 colgarse la corona de olivo por primera vez. Cinco victorias y seis podios llevarían a Dani a su primer título mundial en la cilindrada más baja. El primer paso, completado.

El Dani campeón. (foto: motociclismo.es)

Con su aspecto y fisionomía de niño -que hoy todavía conserva en gran parte-, Pedrosa puso rumbo a 250 cc, donde aún fue más dominante. En 2004, siete victorias y trece podios le llevaron al campeonato en la temporada su debut en la cilindrada media, y en 2005 no se quedó corto y repitió proeza con ocho triunfos y once presencias en el cajón. Los aficionados españoles se frotaban las manos, un próximo campeón español en la categoría reina se estaba gestando, un heredero obvio de Álex Crivillé.

Por eso, pondría rumbo inmediato en 2006 a MotoGP. Luego de un año de adaptación -terminó quinto ganando dos carreras- en el que su compañero, el fallecido Nicky Hayden, ganó el Mundial, Pedrosa firmó en el 2007 su primer subcampeonato, por detrás de la Ducati del finísimo Casey Stoner. Sería el inicio de una serie de años asentado en la zona noble pero, debido a la inferioridad en el cuerpo a cuerpo con sus grandes rivales de la época Rossi y Stoner o las lesiones que le lastraron continuamente, sin título. Tercero en 2008, tercero de nuevo en 2009 y segundo en 2010 fueron sus resultados en la clasificación final.

Los duelos entre Pedrosa y Lorenzo dividieron a la fanaticada. (foto: EFE)

En esa última ocasión, Dani veía como Jorge Lorenzo, su eterno rival, se alzaba de forma clara con el campeonato. Desde 2005, con sus encarnizados enfrentamientos en los circuitos de Montmeló y Sachsenring, pasando por los cruces de declaraciones que no favorecieron a nadie y el forzadísimo apretón de manos entre ambos provocado por el Rey Juan Carlos I en el GP de Jérez de 2008, se forjó una enemistad que se inició en la pista y siguió fuera de ella, negándose hasta la mirada en ocasiones, y que acabó generando cierta separación entre aficionados españoles: o eras de Dani o eras de Jorge. Por fortuna, en los años siguientes su relación se estabilizaría. "Ya no somos niños, seguimos compitiendo en la pista como antes pero hemos madurado", en palabras del propio Dani.

Pedrosa no se rindió ante el segundo tropiezo con la misma piedra y lo siguió intentando en los años posteriores, pero una máxima se repitió continuamente: las caídas y las lesiones. En 2011, una polémica caída en Le Mans con el malogrado Marco Simoncelli le provocó una fractura de clavícula y echó por tierra sus opciones en un Mundial en el que era favorito. Las lesiones le respetaron en el 2012, año en el que se mantuvo peleando mano a mano con Lorenzo por el título hasta el final del curso, pero un fallo propio lo privó de lograr su objetivo. Una caída cuando lideraba el penúltimo Gran Premio en Phillip Island terminó su gran racha de cuatro victorias consecutivas y terminó condenándolo al subcampeonato, por detrás de un 99 que se convertía en bicampeón de la máxima cilindrada y de paso superaba el legado del 26.

Y en 2013 llegó el principio del fin. Una nueva cara de niño, una nueva sonrisa, una nueva promesa llegaba a la parrilla, y para más inri se situaba en el garaje de al lado. Su nombre, Marc Márquez. Su misión, ganar. Tan solo 34 puntos separarían al 93, campeón en su primera temporada en la categoría reina, de un tercero Dani, lastrado una vez más por una lesión de clavícula. Sería ese el último año en el que Dani Pedrosa lucharía verdaderamente por el título y comenzaría a perder, poco a poco, la confianza de Honda, la estructura que le había dado la mano toda su vida.

Esta imagen se convirtió en una constante. (foto: motogp)

Nada volvió a ser igual. Dani prescindió a finales de 2013 de su mánager, el hombre que le dio la oportunidad, Alberto Puig, y este y Honda depositaron todas sus esperanzas en el más joven y el más confiado. Los contratiempos físicos -que lo llevaron en 2015 a una retirada provisional para recuperarse de problemas en su antebrazo- y la perdida de confianza en si mismo dejarían ver a partir de ahí solo una sombra del piloto que había sido en los años anteriores, relegado del protagonismo por culpa de su compañero de equipo. Aún así, fue capaz de dejar su último sello con dos grandes triunfos en San Marino 2016 y Jerez 2017.

Valencia 2017 fue su última victoria. (foto: AFP)

Dani Pedrosa ha cerrado este 2018 -en el que Alberto Puig ha sido su jefe de equipo- siendo su primera temporada sin victorias desde la de su debut en el Mundial en 2001 y la primera en su vida sin pisar el cajón, sin lograr la pole y sin completar una vuelta rápida. Todo esto mientras su compañero Márquez, con la misma moto, se hacía con su séptimo título mundial, quinto de MotoGP -solo se le escapó el de 2015-. 

Lejos quedan ya sus características cabalgadas con las que le gustaba ganar los Grandes Premios, sus salidas meteóricas en las que podía pasar del séptimo al primero en un pestañeo o las luchas con mitos de la moto como el 46 de Rossi, el 99 de Lorenzo -curiosamente quien le sustituirá en HRC Honda a partir de 2019- o el 27 de Stoner, los hombres que le privaron de su gran sueño.

Pedrosa se va con la conciencia tranquila, sabedor de que, dijera lo que se dijera sobre él, ha sido y es uno de los pilotos más condecorados, reconocidos y queridos de la historia, totalmente merecedor del término de Leyenda del Salón de la Fama de MotoGP con el que fue premiado este fin de semana pasado, y que será recordado por mucho tiempo en la memoria de los aficionados. Así también se pasa a la historia. Porque todos hemos sido alguna vez de Dani.


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