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(foto: Imago) |
Con mayor frecuencia de la debida escuchamos en los medios la expresión "hijo de...", acompañado del nombre de un personaje reconocible y relevante. Esta inofensiva frase posee un importante trasfondo, sobre todo en el mundo deportivo. En un esfuerzo de encontrar fenómenos biológicos impresionantes, por los cuales los hijos son capaces de repetir lo que hicieron sus padres, identificados como "los más grandes", ciertos tabloides -haciendo uso del lenguaje anglosajón- ponen sus miras en ellos desde su más tierna infancia. A tenor de ello, muchos se quedan en el camino, como unos juguetes rotos. Uno de ellos fue el hijo de Pelé, que hoy cumple condena de 33 años en la cárcel. No, no se les hace un favor añadiendo una losa innecesaria a sus espaldas.
En 2008 Mick Betsch se subía al kárting de manera competitiva por primera vez a los nueve años. Con un padrino como el que tenía, como para no hacerlo. Mejor dicho que padrino, padre. Quizá el ver pisar el acelerador a su hijo le provocó a Michael Schumacher el "mono" necesario para volver a donde ya era una leyenda, la Fórmula 1.
Por aquel entonces, pocos sabían que Michael y Mick eran padre e hijo. La razón, obvia. Mick optó por utilizar el apellido de su madre para no llamar la atención, para evitar el "hijo de...". Y lo hizo en los años en los que su padre realizó su retorno a la F1, montando la flecha plateada de Mercedes -que antaño no era tan poderosa como lo es hoy-, con la que sumó en tres temporadas un podio y una pole position más a su extensísimo palmarés.
Con Mick creciendo y evolucionando su estilo -del que dicen "los entendidos" se parece al de su padre- en el kárting y Michael disfrutando de su segundo retiro, todo eran sonrisas en la familia Schumacher, hasta esa fatídica mañana del 29 de diciembre de 2013. Allí, en las pistas de Méribel, estaba también Mick. Desde aquel día, poco sabemos del estado de salud del
Káiser, y
prácticamente nada ha dicho su hijo.
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Mick en su primer día en la Fórmula 4. (foto: Getty Images) |
A Mick Jr, como pasó a conocerse en 2014, le tocó seguir en el mundo del motor sin su máximo apoyo, el de su padre, el de su "ídolo". No sería hasta 2015 cuando empezaría a utilizar el apellido Schumacher en su nombre deportivo, coincidiendo con su llegada a las carreras "fórmula", más concretamente a la Fórmula 4, después de proclamarse campeón de Europa y subcampeón del mundo en kárting. Oculto para la prensa y rodeado de gente de confianza de su padre, resultaba difícil hablar con él. Con 16 años y en su primer año en la F4, consiguió su primer triunfo en esta disciplina, ante la atenta mirada de Sebastian Vettel y su abuelo Rolf, en el circuito alemán de Oschersleben.
Después de llamar la atención en ese año inicial y de adaptación a la categoría, Mick firmó con el Prema Powerteam, equipo que posee fuertes lazos con Ferrari y Mercedes. En una temporada en la que disputó la Fórmula 4 Europea y la Italiana, acumuló 10 victorias, 8 poles y 22 podios, acabando como segundo clasificado en ambas clasificaciones finales, algo a lo que se le suma su tercera plaza en la MRF Challenge Formula 2000.
Estos resultados potenciaron su hasta la fecha mayor salto, de la mano del Prema Powerteam, a la Fórmula 3. En su primer año pagó la novatada y fue el peor clasificado de su equipo, apenas logrando subirse una sola vez al cajón, en una categoría que dominó Lando Norris, próximo piloto de McLaren en 2019.
Hasta que llegó 2018. Ocho victorias, siete poles y catorce podios que le valieron para, con 365 puntos, alzarse con el campeonato de Fórmula 3. Una segunda mitad de F3 brillante, con cinco triunfos consecutivos entre las tres carreras en Nürburgring y dos en el Red Bull Ring de Austria, fueron las claves para batir al británico Dan Ticktum, de la academia Red Bull.
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En Hockenheim puso Mick el broche de oro a su gran final de año. (foto: Getty Images) |
Una de las victorias significó algo más que el resto. Sin ir más lejos, la primera de ellas, en el circuito belga de Spa-Francorchamps. Allí, donde su padre posee el mayor número de triunfos con seis, Mick cambió el rumbo de su temporada y comenzó a escribir su primera gran proeza. "
Al parecer, Spa es un buen lugar para la familia Schumacher", decía el propio Mick.
En 2019, y como hizo este año Lando Norris, su camino parece que irá por los derroteros de la Fórmula 2, el último paso antes de su gran meta. "Por supuesto, mi objetivo siempre fue la F1, y lo sigue siendo. Ahora estamos dando un paso tras otro. Estoy deseando que llegue el momento".
Con 19 años cumplidos, en los últimos años nos estamos acostumbrando a ver a jóvenes proyectos dar el paso muy pronto. Por un lado está el ejemplo positivo, el de Max Verstappen. Por otro, que un mal año en F2 podría tirar por la borda sus grandes aspiraciones, pero no es ese el único "miedo". Al temor a precipitarse -como ha hecho Lance Stroll- y el gran salto entre ambas categorías, se le una la no disponibilidad de asientos muy atrayentes en el paddock de la F1.
Aún así, en el Gran Circo ya esperan a Mick. Maurizio Arrivabene, director deportivo de Il Cavallino Rampante, no dudaba en afirmar el pasado mes de septiembre que "con un nombre como el suyo, que escribió páginas históricas en Ferrari, creo que la puerta de Maranello estará siempre abierta para él, pero esto es una decisión de la familia Schumacher".
Se cuentan con los dedos de una mano los ejemplos de "hijo de..." que van por el buen camino para cumplir las expectativas injustamente puestas. Sí, también los hay. Mick es uno de ellos. Si todo sigue su curso, en no mucho tendremos a otro Schumacher en las carreras de la Fórmula 1. La continuación del legado del apellido más famoso de la F1. Un capítulo nuevo. Un capítulo a parte. Ojalá su padre lo pueda presenciar.
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