EL CLÁSICO DE LOS LATERALES

(foto: EFE//Toni Albir)

El 2-6, el 5-0, el 0-4 y ahora el 5-1. El Fútbol Club Barcelona ha vuelto a dejar una fecha y un resultado para la historia en un Clásico. Y como hiciera en la hasta ayer última ocasión, sin la presencia de Leo Messi, lo que hace aún más sangrante la derrota de un Real Madrid que se tambalea con serio peligro de sufrir importantes derrumbamientos.

Sin el 10, Valverde optó por Rafinha como solución, la misma que utilizó ante el Inter en Champions. Su única modificación la introdujo en el lateral derecho, dando entrada a un Sergi Roberto siempre importante en estas citas. En el equipo blanco, Lopetegui consideró oportuno meter a Isco por Asensio y a Nacho en el lugar del lesionado Carvajal, obviando a un Odriozola a quien convocó para el Mundial, pero con el que parece no confiar en la Casablanca.

Por el carril derecho en el que le correspondía participar a Nacho se paseó durante todo el primer acto Jordi Alba. El extremo reconvertido a lateral por Unai Emery en sus tiempos en el Valencia aceleraba, se paraba, miraba y la ponía donde tenía que ponerla. Su marcador no era otro que Gareth Bale. Sí, el destinado a suplir a Cristiano Ronaldo estaba más cerca de su área que de la del rival. Como un déjà vu de su época de defensor. Y tenía que ser por ahí donde se generara el primer movimiento del marcador. En una acción en el minuto diez, Rakitic vio el pasillo en el que se había convertido el lateral diestro blanco, Alba lo corrió y este sirvió a placer el cuero a Coutinho para batir a Courtois.

En ataque y en defensa, dominó el medio campo blaugrana. (foto: AFP)

El Barça acumulaba por dentro más y mejor, con un Busquets jerárquico con el brazalete de capitán, un Arthur que parecía un veterano, un Rakitic solvente, un Rafinha notable y un Coutinho participativo, con Jordi Alba y Sergi Roberto muy abiertos por las bandas, dejando solo en punta a un atinado Luis Suárez. Este planteamiento del Txingurri dejaba continuamente a Benzema y Bale -cuando el galés no se ocupaba de Alba- ante Lenglet y Piqué, en un dos contra dos con mucho espacio para correr. Pero los blancos apenas tuvieron el balón, y cuando lo tenían lo regalaban con acciones de infantil. Nunca pudieron correr y aprovechar los riesgos del Barça. No dejaron la sensación de impotencia de cara a portería de otros envites, porque prácticamente ni se acercaron. Solo provocaron a Ter Stegen con inofensivos lanzamientos lejanos. Era como tocar la orquesta mientras el barco se hunde.

Un penalti pitado tras consulta al VAR de un horrible Raphael Varane sobre Luis Suárez fue el origen del 2-0, que el uruguayo convertiría desde el punto de pena máxima ajustando el balón al palo derecho de la portería de Courtois. La guinda a unos primeros 45 minutos deliciosos de los culés con y sin balón, para encerrarlos en un baúl y dejarlo en el olvido de los merengues. Todo esto sin Leo Messi.

Ante el esperpento del primer tiempo, Lopetegui rectificó. Con la entrada de Lucas Vázquez por un lesionado Varane, el vasco consiguió que Jordi Alba dejara de ser el lateral derecho de su equipo y el gallego pasara a ser el lateral izquierdo del Barça, y de paso liberó a Bale de las tareas defensivas que le había pedido. Por ese flanco, con las carreras de Lucas, el Real Madrid resucitó de entre los muertos. Una buena acción del normalmente extremo acabó en gol del otro lateral y máximo revitalizador de los blancos, Marcelo. Tres de los últimos cuatro goles blancos son suyos.

Al Barça le entró vértigo en todas las zonas del terreno de juego, y el Real Madrid se adueñó del medio campo, con un Kroos en zona de pivote, Isco asomando la cabeza, y mediante un nervio competitivo que siempre caracteriza al equipo de Chamartín y parecían haberse dejado en el vestuario antes del pitido inicial. Modric, con un disparo al palo, y Benzema, cabeceando un balón por encima del larguero, a punto estuvieron de empatar y dar un respiro a Lopetegui, pero nunca llegó el segundo de los visitantes.

En parte porque Valverde le ganó la partida del banquillo a Julen. Y por goleada. Con Rafinha cansado, metió a Nélson Semedo y adelantó a Sergi Roberto para recuperar el centro del campo, y cinco minutos después, en el 74', introdujo el desequilibrio de Dembélé por Coutinho, con el partido convirtiéndose poco a poco en un "área a área". Un minuto después, una simple y excelente diagonal del francés y un centro del canterano acabaron en un cabezazo bellísimo de Luis Suárez a la red. El 3-1 y la caída del Real Madrid.

Reaccionó tarde, muy tarde, Lopetegui. En el 77' y con el marcador ya muy en contra metió a Asensio, y en el 82' a Mariano por un lesionado -como viene siendo tradición- Marcelo. Apenas tuvieron opción para dejar su marca, porque para esos momentos, el balón y el partido ya habían vuelto a teñirse de blaugrana. El tercero de los culés, un golpe como el de un iceberg para la moral blanca, del que no pudieron recuperarse.

Sergio Ramos contribuyó al 4-1 con un error grosero, como los que había cometido la zaga merengue en todo el primer acto y que repitieron los azulgrana en los primeros 25 minutos del segundo. Luis Suárez estuvo atento para robarle la cartera y posteriormente batir con finura a Courtois, poco acostumbrado a recibir semejante cuantía de goles. Un hat trick que redondea una actuación para el recuerdo del charrúa, que sí, al fin se ha entonado.

La tarde de Suárez. (foto: Reuters)

Con el Camp Nou rendido a los suyos, Dembélé completó otra gran acción y sirvió en bandeja el 5-1 al recién ingresado Arturo Vidal, enemigo nº1 de los aficionados blancos junto a Piqué. Galo y chileno, tan necesarios como conflictivos, se unieron a la fiesta de sus compañeros y hurgaron así en la caída del gran rival. La manita. Una palabra que parecía en el olvido, que Piqué revitalizó, a la que los aficionados culés más jóvenes se han acostumbrado como algo usual y que lleva los nombres de Cholo Sotil, Iván Iglesias, Jeffren y desde ayer Arturo Vidal en su ADN.

Todo eran sonrisas en el ala local del Estadi, que una semana atrás se echaba las manos a la cabeza y se enmudecía tras la lesión de Messi. El mismo Messi que sonreía con cada gol de su equipo, con cada buena acción y decisión tomada por los suyos. El Barça es líder en solitario en Liga e invicto en Champions, signos de que parece tomar de una vez por todas el buen camino, luego de un inicio muy irregular.

La cara y la cruz. (foto: Getty Images//Álex Caparrós)

Al término del partido y en el otro bando, Lopetegui siguió hablando como técnico del Real Madrid, antes de precipitarse irremediablemente al abismo de la destitución. Le sobran fuerzas, como él dijo, pero la falta tiempo. Lo ha agotado. Al vasco le falta poco -al momento de redacción de estas líneas- para ser historia de los banquillos merengues. 

Una victoria en los últimos siete partidos, a punto de batir el récord histórico del club sin marcar gol, noveno clasificado en Liga a siete puntos del Barça... Es difícil decir quién tiene más culpa de una racha tan mala. El fútbol es así. Es más fácil echar a uno que a veinte, o que admitir los errores propios. Lopetegui dirá -o ha dicho- adiós a su sueño, completando una de las peores decisiones que recuerde el aficionado reciente. El barco blanco ha tocado fondo, y un nuevo capitán llegará para levantarlo.


Comentarios