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(foto: Marca) |
Muchos nombres propios han envuelto a esta Francia campeona del mundo por segunda vez en su historia. La explosión total de Kylian Mbappé, el liderazgo en la zaga de los Varane y Umtiti, la muestra al mundo de Pavard y Lucas o el labrador incansable N'Golo Kanté. Sin embargo, dos nombres -uno más que otro, sin duda- han sido menospreciados por buena parte de aficionados, sin ningún merecimiento.
Para ganar un torneo de tal importancia, no hace falta solamente poseer un equipo plagado de calidad técnica y táctica, se necesita un plus de liderazgo. Este requisito le faltó al cuadro de Deschamps hace dos años en la Eurocopa y venía ya acusando su falta desde más tiempo atrás incluso. Quizás desde la salida de Zinedine Zidane en 2006, no se veía a un líder en el campo como lo ha sido en esta Copa del Mundo el colchonero Antoine Griezmann.
Le Petit Prince llegaba al Mundial con los rumores de una salida al Barça en el aire, disipados en un documental más que bizarro. A pesar de habladurías y realizaciones audiovisuales con caballos y otras historias, Griezmann ha mantenido su nivel altísimo con la zamarra de Les Bleus y ha sido, quieran o no, pieza clave en el triunfo galo.
Los números dicen que ha participado en 16 de los últimos 24 tantos de la selección francesa entre Eurocopa y Mundial. Siendo más concretos, desde octavos, le marcó a Argentina de penalti, dio la asistencia del primer gol y anotó el segundo ante Uruguay, dio el pase de gol también contra Bélgica, su centro provocó el tanto en propia meta de Mandzukic en la final, marcó el penalti y él le entregó la pelota a Pogba en el tercer tanto francés. Pero eso no es todo, y quizá, aunque haya sido fundamental, no sea lo más importante, sobre todo a largo plazo.
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Griezmann no olvidará nunca el 2018. (foto: AFP) |
Por lo que realmente se merece destacar a Griezmann en este Mundial es porque ha demostrado que, a sus 27 años, ha cogido las riendas de su equipo y de su selección. Se ha hecho un "hombre" en esto del fútbol. ¿Cuáles son las razones para esto, a parte de los datos del párrafo anterior? Ya sabíamos todos de la calidad de Antoine, pero en este Mundial se ha visto que su comprensión del juego ha llegado a un nivel mayor, por ejemplo, llamando la atención a los centrales para que pararan el juego en ciertos momentos, para que dejaran de enviar balones largos, o tomando la decisión él mismo de cuándo iniciar qué tipo de jugada. Un Griezmann que lee las situaciones de los partidos, algo con el que la gente del Barça puede tirarse de los pelos y de lo que los atléticos podrán seguir disfrutando.
En el otro lado está Olivier Giroud. Mucho, muchísimo más desapercibido ha pasado el delantero francés por este Mundial, pero sin su aportación oscura que le pedía Deschamps y que necesitaba esta Francia, ni Griezmann ni Mbappé hubieran podido brillar.
Giroud lleva el nueve y es delantero centro, pero no ha rematado ni una sola vez entre los tres palos de la portería rival. No era ese su objetivo. Con él en el campo, Francia desahogaba un ataque en el que se pisaban Dembélé, Griezmann y Mbappé, como se vio en el choque inicial ante Australia. Su gran pared con Pogba, que resultó en el tanto decisivo para lograr el triunfo ante los
aussies, uno de los argumentos para mantenerlo.
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Giroud, cero goles pero campeón del mundo. (foto: Twitter @ChelseaFC_Sp) |
A partir de ahí no se bajó de los onces iniciales. Con el culé Dembélé resignado al banquillo, el blue ganó la titularidad indiscutible. Referencia en ataque, fijando centrales, desatascando el ataque retrasando un poco su posición o rescatando balones en largo, y a la vez sacrificado en el esfuerzo en defensa, presionando al rival cuando era necesario o llegando a aparecer en zonas como el área propia cuando así se requería.
Curiosamente, Giroud ha repetido lo que hizo en 1998, cuando Francia conquistó su primer Mundial, el delantero Stephane Guivarch. Ninguno de los dos anotó un solo tanto, pero formaron parte importante del equipo campeón. De condiciones distintas, pero con trabajos similares, ambos rodeados de un equipo de estrellas, hicieron que estas brillaran más con sus actuaciones desde la sombra. Tan importantes como los importantes.
No todo en el fútbol son los goles, las asistencias, los pases completados y todo lo demás. En un deporte que cada vez sigue avanzando tácticamente más y más, el trabajo invisible, que siempre se ha hecho, se hace cada vez más esencial e indispensable. Que se lo digan a Francia.
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