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Boufal en su presentación como nuevo jugador olívico. (foto: estadiodeportivo.com) |
Es innegable que la
novedad de las cosas tiende a atraer al ser humano. Más allá de la inquietud,
los cambios generan expectativas e ilusiones en nosotros, y el descubrir cosas
es muchas veces lo que dota de significado a la propia existencia. Seguramente
sea por este motivo que el mercado de fichajes es algo que nos agrada tanto a
los seguidores del fútbol. Pese a que haya veranos sin competiciones oficiales,
este baile de sillas global nos mantiene
al tanto de nuestros equipos y jugadores para el divertimiento de todos. Nos
despedimos de grandes figuras, pero aguardamos que vengan otras de semejante
estima. Precios aparte, recibimos a estas caras nuevas con la mano abierta y amigable,
mientras contemplamos con alegría como se enfundan la casaca de nuestro equipo.
A día de hoy uno de
los que está metido de lleno en ese juego es el Celta de Vigo. Se esperaba un
verano de cambios en la entidad olívica, y así ha sido desde entonces. El Turco Mohamed confirmó hace meses que sería el encargado de dirigir el barco
tras la salida de un Unzué que no logró sacar lo mejor de la plantilla. Con él,
han ido marchando y llegando diversas figuras de relevancia en el bloque
olívico. Mientras que piezas fundamentales como Daniel Wass, Jonny o Sergi
Gómez desembarcan en otras costas, a Balaídos van arribando grumetes
prometedores como Néstor Araújo, Okay Yokuslu o David Juncá. No obstante, en
estas fechas hay un nombre que va de boca en boca en la ciudad gallega y al que
un servidor -y fiel aficionado celeste- querría analizar en profundidad.
Tras su reciente
llegada, Sofiane Boufal ha despertado el interés de muchos de los aficionados
celestes. El extremo marroquí de 24 años ha sido prestado por parte del
Southampton al equipo vigués durante una temporada. A esto se le suma una
opción de compra final que se estima sobre los 15 millones de euros, cantidad
cuanto menos razonable tratándose de la Premier, pero no por ello económica.
Más allá de lo contractual, Boufal llega a Vigo para recuperar su mejor
versión. Aunque haya dejado esbozos de su calidad, y uno de los mejores goles
de la temporada pasada ante el West Bromwich -absolutamente maradoniano, os recomiendo que le echéis un ojo-, el ex de Angers y Lille no pudo brillar con
constancia en la liga inglesa. Tampoco en el Mundial se dejó exhibir demasiado,
al contar por delante de él con gente como Hakim Ziyech, Nordin Amrabat o Amin
Harit. Sin embargo, en lo táctico, el juego de los celtarras parece sentarle a
Boufal como anillo al dedo.
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Su diana ante los Baggies dio la vuelta al mundo. (foto: Getty Images) |
La táctica del
Southampton lo cierto es que no potenció a jugadores como él o Manolo
Gabbiadini, que en otros clubs y temporadas tuvieron un buen desglose de cara a
puerta, y esto se ve reflejado en la decimoséptima posición final del club en
Premier. En contraposición, el estilo ofensivo que practican los vigueses
podría ser idóneo para una pieza de su clase. Acostumbrado a jugar de extremo
pero también capacitado a ocupar la mediapunta, Boufal es en esencia un
regateador desequilibrante -de los mejores en la actualidad si se lo permiten-.
Cuenta en su baraja con bazas como la del pase, la velocidad y la agilidad, incluso con el gol si el juego lo favorece -llegó a marcar 11 goles en la temporada 15-16 con el Lille-, pero por encima de todas ellas su habilidad con el balón sorprende a propios y
a extraños.
Un perfil de
futbolista que cada vez se cultiva menos, pero del que el Celta se nutre en la
actualidad. Basta con ver a Pione Sisto o a Emre Mor -en sus mejores
encuentros- para comprender el peso que pueden llegar a tener en un partido
este tipo de hombres. Motivos más que obvios como para creer que esta
incorporación es todo un acierto son también los contraataques y transiciones
que el Celta lleva a cabo en sus encuentros, y más ahora que cuentan con todo
un dinamitador e iniciador como Stanislav Lobotka en el pivote. Si el marroquí
cuenta con oportunidades puede dar más de una sorpresa, puesto que el entorno
es especialmente favorable para su juego de diagonales y profundidad.
Por otra parte,
Boufal también plantea ciertas dudas. A nivel personal, es un jugador que puede
pasar totalmente desapercibido durante un partido si no le llega el balón -algo
que en Inglaterra le mermó, pero que con el juego de posesión del Celta puede verse
solucionado- y suele tener una implicación bastante justa en las tareas
defensivas. Además cuenta con la principal desventaja de muchos de los grandes
regateadores, y es que copan bastante balón cuando pueden, pero no es en
absoluto un jugador egoísta. Más allá de estas cuestiones, al Turco Mohamed
también se le plantea un dilema importante de cara a las rotaciones o a los
onces tipo, teniendo en cuenta los jugadores con los que cuenta.
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Mohamed sigue apuntalando su Celta. (foto: EFE) |
El entrenador
argentino por el momento se debate entre dos disposiciones: un 4-2-3-1, en el
que Boufal jugaría presumiblemente en alguna de las dos bandas -Aspas ocuparía
esa posición teórica de 'mediapunta' si tenemos en cuenta la temporada pasada-,
y el 4-3-2-1, que podría desplazarlo tanto a las bandas como a la media punta.
Además, en estas posiciones cuenta con la competencia de gente como Sisto, Mor,
Beauvue -regresa de la cesión al Leganés- o Brais Méndez, que han contado con
bastantes oportunidades en la anterior temporada, y han aportado sin duda su
grano de arena a las cifras anotadoras de gente como Aspas y Maxi Gómez.
El Celta todavía
cuenta con encuentros de pretemporada contra el Sporting de Braga, además de la
gira inglesa que los llevará a jugar contra el Fulham y el propio Southampton,
así que podrán probar diversas alternativas en estos escenarios. Tampoco conviene
descuidar el Trofeo Memorial Quinocho que disputan los vigueses cada verano, en
el que tendrán una oportunidad más de medir sus posibilidades ante el Mainz 05
alemán. Quizá en estas próximas fechas podamos analizar más a fondo el papel
que pueda tener alguien como Sofiane Boufal con los olívicos, pero por el
momento no queda más que conformarnos con esa ilusión y expectativas que nos
dejan las caras nuevas. Las ganas ver en acción a un bailarín del fútbol con
zapatos de salón que ojalá convierta a Balaídos en su escenario de danza, y
haga gritar a los hinchas las consignas del boufalismo.
Que no les quepa duda de que un servidor le seguirá la pista.
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