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El Real Madrid levanta su 13ª Copa de Europa. (foto: UEFA Champions League) |
Fuimos muchos los que crecimos mirando con mimo a un pasado histórico. Los que soñábamos con volver a ver a aquel Madrid en blanco y negro. Lejos quedaba, incluso, aquella volea de Zidane que nos dio la Novena en 2002. Veíamos difícil, por no decir imposible, que un club repitiera lo que había conseguido el que se consolidó como mejor club del siglo XX. Pensábamos que nunca veríamos en color y tendríamos en metal aquellas copas que, como decían, eran de barro. Pero si algo está claro es que nunca nadie puede dudar de este club que en 2014 decidió reescribir su propia historia. Desde entonces: 5 años, 4 Champions ganadas.
Sorprendió el principio del encuentro con un Liverpool que empezó
mordiendo. El Madrid no estaba cómodo y se apoyaba en sus centrales. Los de
Klopp atacaban, pero la peor de las pesadillas se hizo real para el equipo inglés.
A la media hora de encuentro su estrella y su faraón durante la competición, Salah, salía entre lágrimas tras lesionarse
en un forcejeo con Sergio Ramos. El encuentro cambió así de color. Fue un duro golpe que el Madrid supo aprovechar, aunque el conjunto merengue también tuvo
que hacer frente a la lesión de Carvajal que salió llorando del
terreno de juego. Nacho, que se estrenaba en una final europea, cumplió su papel con sobresaliente para hacer que los blancos apenas notasen la ausencia del lateral, algo que el equipo inglés no pudo hacer con su mejor jugador. Hecho que, sin duda, condicionó el devenir del encuentro.
El Real Madrid comenzó a hacerse con la pelota, a dominar el partido
contra un rival hundido anímicamente. Incluso un gol fue anulado a los blancos
por fuera de juego.
El 0-0 al descanso mantenía la tensión. Un encuentro frío que cambiaría
completamente al inicio de la segunda mitad con el Liverpool plantándole cara, de nuevo, al Madrid. Los primeros minutos del encuentro se repetían tras el descanso. Pero con el marcador igualado, Benzema,
después de mostrar su mejor versión y controlando el juego del equipo en numerosas ocasiones, hizo uso de su inteligencia para sacar partido a un error
descomunal de Karius. El francés metió la pierna cuando el guardameta sacaba el
balón con la mano. El rebote se coló en la portería tranquilamente mientras el
mundo se congelaba.
Poco le duró la alegría al Madrid, a los pocos minutos los reds
aprovecharon un saque de esquina para volver a poner el empate en el marcador. Una
jarra de agua fría para los de Zidane, un chute de energía para los de Klopp.
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Mané empata el encuentro. (foto: UEFA Champions League) |
Pero en plena revolución inglesa apareció Bale. Ya se empezaban a escuchar las
primeras críticas a Zidane por quitar a Isco para meter al galés cuando este
nos regaló uno de los mejores goles de la historia de las finales europeas. Voló
al cielo de Kiev para enganchar con la zurda una pelota que parecía
imposible. Chilena histórica.
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Bale marca o 2-1 de chilena. (foto: UEFA Champions League) |
Minuto 63 y el partido se murió. Únicamente una ocasión al palo de Mané
puso en tensión a los blancos. Para rematar, en el 83, Karius volvió a hacerse
notar y se tragó un tiro potente y muy lejano de Bale. Ahí se acabó
definitivamente la final y el Madrid conquistó la Champions League, la tercera
consecutiva. El Madrid se colocaba al mismo nivel que el del reflejo del equipo que
un día fue. Tantos años soñándolo para ver como se hace Real.
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