EL "CAÑÓN DE ORO" CHIPRIOTA

Kaiafas con la camiseta de su Omonia. (foto: trivela.uol.com)

Siempre he pertenecido a ese selecto club de curiosos que se quedan anonadados cuando dan con una fotografía antigua. Muchas veces me he encontrado buscando cualquier utensilio entre los cajones y estanterías del hogar, y he acabado clavando la vista con detenimiento en una imagen. Lo cierto es que me fascina discurrir acerca del enigma que encierran las pequeñas piezas de este tipo de arte, y cuando topo con los viejos grabados de las callejuelas de una ciudad o con una escena de soldados en Normandía me siento como aquel que da un viaje al pasado a bordo de un DeLorean. Quizá con este relato futbolístico me haya pasado algo parecido…

La década de los 70 supone un apasionante baúl de los recuerdos para el mundo del fútbol, lleno de icónicas postales. Uno podría perderse horas ante tal inmensa galería de daguerrotipos de estatuas de héroes mitológicos. Escorzos como los de Gerd Müller o Santillana surcando los aires de un terreno de juego, la elegancia canónica de Beckenbauer, o la proporción áurea del juego de la Naranja mecánica. No obstante, más allá de todos ellos, en el fondo del arcón hay un deteriorado retrato de un chipriota que también supo ser arte en estos tiempos. Un Cañón de oro cuya leyenda tiene nombre de gol.

Sotiris Kaiafas es uno de esos grandes ilustres que siempre vivirán a la sombra de los mitos. Para muchos es considerado el mejor jugador chipriota de todos los tiempos, y aunque esto pueda parecer moco de pavo, he de decir que el país insular compartió con él sus páginas más brillantes en el panorama balompédico. Desde joven apuntaba maneras, y a pesar de no ser muy alto en apariencia, los que lo recuerdan afirman que era su físico el que lo convertía en un atleta distinguido. Por ello no es de extrañar que uno de los equipos más ilustres de la liga chipriota lo reclutase a sus 16 años de edad.

Hablar de Kaiafas es hablar del Omonia de Nicosia. De un one club-man de los de antaño. En 1967, con la mayoría de edad recién cumplida, debutaría con la zamarra del primer equipo del Omonia. No obstante, los galardones para ambos no llegarían hasta la temporada 71-72. En un solo año el Omonia logró la tercera liga de su historia, la Copa, y el joven Kaiafas se alzaría como máximo anotador de la competición, iniciando así su extensísimo palmarés a nivel nacional. Tras una mala temporada volverían a repetir esta gesta en la 73-74, pero el idilio se vería cortado por un hecho que no sólo revolucionó Chipre, sino la vida del propio Kaiafas.


Kaiafas celebrando uno de sus tantos.

El país mediterráneo se vio agitado en el año 1974 por un golpe de Estado, que trajo consigo inestabilidad y un conflicto militar. El país, dividido entre "pro-griegos" y "pro-turcos" vivió en ese verano la denominada Operación Atila; una ocupación del ejército turco de aquellos territorios de la isla que consideraban suyos. Sotiris, por culpa de esto se vio en la obligación abandonar su hogar, y pasó un año como refugiado, primero en Sudáfrica, y luego en la ciudad de Nicosia, relativamente próxima a su Mia Milia natal.

Afortunadamente, este percance no lo mantuvo durante demasiado tiempo alejado de los terrenos de juego. El trébol del Omonia le dio suerte, y en la 75-76 el delantero se convertiría en su cuarta hoja, al alzarse con el campeonato de liga como máximo goleador de la competición. Kaiafas no parecía conocer techo, y su mayor hazaña la logró en la temporada siguiente. Con 39 dianas escribió su best-seller, ganando la Bota de Oro del 1976. Nacía el Cañón de oro, y se perpetuaba su nombre y su legado a nivel europeo. Junto a ella, siguieron cayendo títulos para los de Nicosia, que se convirtieron en toda una dinastía. Todo parecía de cuento, e incluso la Copa de Europa les permitió soñar en una temporada.


Kaiafas ofrece su histórica Bota de Oro a Makarios III, primer presidente de la República Chipriota.

La Copa de Campeones de Europa de la 79-80 fue toda una Odisea de historias. Basta ver que el campeón fue aquel Nottingham Forest de Brian Clough, pero la historia que nos interesa nos lleva hasta los octavos de final. El Omonia, tras haber logrado superar la fase previa con solvencia, debía obrar el milagro de pasar por encima del Ajax de Ámsterdam, que a pesar de no contar con Cruyff o Neeskens, seguía contando con jugadores de la talla de Ruud Krol o Søren Lerby. Tras un contundente 10-0 en Holanda, el Omonia, prácticamente eliminado, decidió deleitar a sus aficionados con un 4-0, que dejó el global finalmente con un 10-4. A pesar de la eliminación, ese abultado 4-0, del que Kaiafas fue partícipe con un doblete, forma aún a día de hoy parte de la memoria de tantos aficionados que vieron a su equipo goleando a los chicos de Leo Beenhakker. Historia para soñar antes de dormir.

Kaiafas, por su parte, se despediría del balompié, y de su querido Omonia en 1984, habiendo ganado 9 campeonatos de liga y 6 copas en sus 17 años como jugador. A sus espaldas, más de 250 goles, y 8 galardones de máximo goleador de la liga. Números de un mito sin precedentes, que dejó una imborrable huella en los terrenos de juego de todo un país. Sin embargo, aún nos queda una última fotografía en este baúl que para muchos permanece olvidada. La de ese hombre sonriente que atesoraba gol en sus piernas. La de un Cañón de Oro que nos relató ante las porterías los episodios dorados del fútbol chipriota.

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