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(foto: Europa Press) |
El baloncesto de hoy es muy distinto al de hace treinta, veinte o incluso diez años atrás. El tiro exterior ha adquirido una importancia insospechada en el juego, sobre todo en la NBA. A alguno de la
old school le daría algo si le dicen que ahora los pívots también tienen que tirar de tres con acierto. Por motivos así, la figura de los tiradores está cada vez más amenazada en este nuevo baloncesto, en el que su espacio vital en la cancha es ocupado por cualquier otro compañero.
A pesar de ello, sigue habiendo shooters que sobreviven, como un animal en peligro de extinción, a las dificultades que les impone la evolución del deporte. Y en casos como este, la experiencia y el saber estar juegan un papel fundamental. Dos aptitudes que forman parte de uno de esos francotiradores que, cuando tiene el punto de mira atinado, sigue siendo una seria amenaza en el continente europeo a sus 36 años.
De esos, ocho lleva Jaycee Carroll vistiendo la camiseta del Real Madrid. Junto a Felipe Reyes y Sergio Llull, el norteamericano es el jugador con más temporadas a sus espaldas en el vestuario merengue, aunque, a diferencia de ambos, no tuvo el infortunio de vivir una de las épocas más negras de la historia de la sección madridista. A su llegada los tiempos de vacas gordas hicieron su acto de presencia en el equipo, y él ha tenido buena parte de culpa.
Aunque muchas veces tomado como un actor secundario entre los Llull, Mirotic y Doncic entre otros, desde 2011 Carroll es un seguro de vida para el Real Madrid. El que está de su lado lo ama, el que lo sufre desde enfrente lo odia, porque ambos saben que cuando el balón llega a sus manos más allá de la línea de tres algo importante va a pasar. Aunque su mecánica de tiro es rápida como un latigazo, el tiempo se detiene cuando efectúa su tiro.
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Toda la vida haciendo lo mismo. (foto: EFE) |
Y así, frío como el témpano, ayer, como tantas otras veces, se colocó en su zona preferida, en la que minutos antes había enchufado un triple de esos imposibles. Allí, esperó el pase de Llull, que tantos le habrá dado en su carrera. En ese momento, como si nada de lo anterior hubiera pasado, como si no quedaran cuatro segundos para el bocinazo final, supo parar su lanzamiento cuando Víctor Claver se echó apurado encima de él. El desenlace era inevitable.
Una guinda perfecta a lo que había sido una actuación formidable. Líder del equipo en anotación -25 puntos en su casillero-, como en sus mejores días, sostuvo al equipo blanco en sus peores momentos y fue clave para aproximarlo en el marcador y luego acabar por completar una remontada impensable apenas segundos antes del triple definitivo, que aproxima a los suyos a otro título de la ACB.
Años atrás, curiosamente antes de que llegara Carroll al Real Madrid, esa hegemonía que ahora mantiene el club vikingo estaba instalada en el Palau Blaugrana, donde en la misma zona del campo en la que Carroll convierte chuflas en arte, lo hacía en su momento el legendario italiano Gianluca Basile. Desde su partida del club catalán, a los mismos 36 años que tiene Carroll, el Barça no ha vuelto a encontrar un tirador que levantara a sus aficionados de los asientos con la misma intensidad, como aún hace Jaycee en el Palacio.
A mí dame un tío como Jaycee Carroll. A mí dame un tío como Gianluca Basile. Me gusta pensar que este tipo de jugadores tienen una filosofía de vida por la que se basan en que "de tres vale más que de dos". Solo con la canasta en su mente, obsesionados con el tiro pero a la vez inmersos en su propio mundo, el amenazado universo del que vive de poner los partidos patas arriba, el tirador compulsivo. Momentos como los de ayer, los que solo crean gente de este tipo, hacen más grande al deporte, lo vivas del lado que te toque.
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