LA UNIÓN QUE HACE LA FUERZA

Diego Costa antes de un partido con España (foto: Juan Manuel Serrano//Getty Images)

Diego Costa volvió ayer a vestirse de rojiblanco en el Camp d'Esports de Lleida, y a los pocos minutos de ingresar al terreno de juego hizo lo que mejor se le da, marcar gol. 221 días después del último en el Chelsea y 1344 después del último como jugador del Atlético de Madrid.

El de Lagarto ha tenido que superar varios meses condenado, primero al rechazo por su técnico Antonio Conte, y luego a la inactividad por la sanción que la FIFA impuso al Atlético. Su deseo siempre había sido volver a donde se hizo grande, a pesar de que en el Chelsea logró dos Premier y grandes registros goleadores (52 goles en 89 partidos ligueros). Pero Costa nunca ha olvidado el Manzanares. Allí fue uno de los líderes de aquel equipo de Simeone que conquistó la increíble Liga que le "robaron" al Barça y al Real Madrid, la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu, pero que no pudo conseguir el sueño de la Champions, que se lo quitó su vecino. Diego Costa había llegado a ese partido lesionado, y no milagrosamente recuperado por la famosa placenta de yegua, y solo duró unos minutos sobre el césped de Da Luz. Ese fue su final como futbolista colchonero. Hasta hoy.

Diego nunca había olvidado todo esto. Como tampoco nunca olvidó que Diego Pablo Simeone fue el que confió en él cuando solamente era un chico conflictivo que iba de cesión en cesión por equipos de Segunda y alguno de Primera de la zona baja. Cuando comenzó a dejar su impronta en el Rayo, su última cesión, el "Cholo" le dio las llaves de su delantera, que este correspondió con goles y garra, todo lo que le encanta a la afición atlética... y al propio Simeone. A pesar de que cuando sus caminos se separaron siguieron acumulando éxitos (los títulos de Diego en el Chelsea, una final de Champions y una Supercopa del Atleti), no se habían olvidado. De hecho, no se cortaban en expresarlo públicamente.

Diego Costa vuelve a un Atlético necesitado de goles y de confianza, y con él jugándose el Mundial. A nueve puntos del imparable Barça en Liga y relegados a la Europa League, los colchoneros no están teniendo la temporada que esperaban. Gameiro y Torres no están respondiendo en la punta, Griezmann ha ido de menos a más pero sigue sin ser ese que acabó en el podio de un Balón de Oro y Oblak ha tenido que salvar casi en cada partido a un equipo que resulta en varias ocasiones plano y aburrido, a excepción de alguna genialidad del francés o de Saúl Ñíguez. Por eso, los colchoneros, incluido Simeone, se agarran a la vuelta del hispano-brasileño, y la llegada de Vitolo, como a un clavo ardiendo para creer en levantar el vuelo.

El gol en Lleida (con posterior susto en forma de molestias) ha sido, dentro de lo que cabe, algo significativo de lo que puede ser la vuelta del ex del Chelsea. Callando bocas que hablaban de que no estaría preparado físicamente y demostrando que no ha perdido olfato de gol. Ilusión la hay en todas las partes, solo falta demostrar que Diego Costa ha vuelto, y eso está en sus manos.

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