CARTA ABIERTA A PROPÓSITO DE LAS DESPEDIDAS DE CARLOS Y QUIQUE



Cinco días después de la rueda de prensa de despedida, y con la resaca emocional que nos deja a los que durante años servimos de Sancho Panza, me apetece escribir estas líneas para agradecer y aplaudir más aún si cabe su inconmensurable legado hacia el club.

El otro día leía una entrevista a Guillaume Martin (filósofo y deportista de élite) que el deporte profesional es Nietzscheano; "No os aconsejo la paz, sino la victoria" decía el bueno de Friedrich y cierto es que por alguna razón en la sociedad actual dotamos de una exacerbada importancia a la victoria.

La victoria es lo que queda, muy por encima del proceso, de la elaboración cuidada y recatada para el triunfo, de la preparación larga y tediosa en la sombra, en silencio, lejos de las palmadas del aficionado, salpimentada por momentos de dolor, rabia y tensión a sabiendas de que será vano el esfuerzo si no hay victoria.


¡Maldita sea! ¿En qué nos hemos convertido? ¡Si ni siquiera Messi es capaz de hacer buena a Argentina! Pues bien, yo creo que si el bueno de Leo tuviese en el vestuario un Carlos o un Quique, otro gallo cantaría. En ese proceso de elaboración de un gran equipo es necesario tener gente de la imagen y semejanza de estos dos, jugadores de equipo, nunca una mala palabra en diez años, nunca una patada a una botella, sin el protagonismo de los titulares, sin replicas de sus camisetas entre la grada más joven; pero a ellos no, a ellos eso no les importaba, ellos acudían a entrenar, a empapar la camiseta (me atrevo a decir que en este club no paso jugador que derramase mas líquido de contenido salino que el zurdo de ojos claros) y siempre con buena cara, siempre animando en las duras y en las maduras, asumiendo un rol que tan necesario como complejo, solo realizan con éxito aquellos que llevan el cromosoma EQUIPO en su ADN.

Es por eso que quiero poner en valor en estas líneas la necesidad de crear Carlos y Quiques en los equipos base, quizás el único camino hacia unos vestuarios de futuro con menos narcisismo y más compañerismo, trasladar sus valores para crear equipos en su verdadera definición y por supuesto, la importancia de trasladarle a hijos la necesidad de valorar el proceso y no quizás tanto el resultado.

Gracias Quique y gracias Carlos, gracias por ser de esos que dan las gracias al bajar de la camilla anteponiendo siempre el cariño y el respeto al dolor de la lesión.

Por: Jaime Rivas


Comentarios