UNA CUESTIÓN DE TIEMPO

(foto: AFP)

En España era la madrugada del martes, en Estados Unidos la noche del lunes. El Scotiabank Arena de Toronto -y el Jurassic Park de los alrededores- estaba preparado para escribir una página histórica para la franquicia de los Raptors e incluso de la NBA. El tapón de Draymond Green sobre Kyle Lowry lo impidió, pero lo que había sucedido apenas una hora antes estaba destinado a cambiar, de una forma distinta, el ecosistema de la liga por completo.

Encaraba Kevin Durant a Serge Ibaka, tan solo dos minutos después del inicio del segundo cuarto del Game 5 de las finales de la NBA, cuando su talón de Aquiles dijo basta. La imagen de la vibración de su pierna en el momento exacto impresiona. No dudó el MVP de las dos últimas finales, que instantáneamente se echó al suelo, llevándose las manos a su pierna derecha, mientras los Golden State Warriors y toda la Dub Nation se echaba las suyas a la cabeza.

Lesionado desde el 8 de mayo, Durant había vuelto, forzando, a las canchas para ayudar a su equipo, debilitado sin él, que se enfrentaba a su primer match-ball y ante la oportunidad de perder casi por la vía rápida la corona que ha dominado el último lustro. Por eso, los que dudaban si era preciso forzar a KD le otorgaron la razón a los médicos de los Warriors, que dieron el sí a su participación. Esos mismos dudosos se disiparon totalmente cuando comenzó el partido y Durant lo hizo suyo, llevando la manija del encuentro con un 3/3 en triples y provocando que los de Oakland se acercasen al nivel extraordinario al que ya nos tienen acostumbrados.

A punto estuvieron los canadienses -nuevamente de la mano de una gran actuación de todo el equipo, liderado por Kawhi- de derribar al cuadro de Steve Kerr, que había mostrado claros signos de tambaleo en el último cuarto, quizá por una nueva baja traumática de uno de sus líderes, pero los Splash Brothers no se escondieron en el momento decisivo -del 103-97 al 103-106 gracias a dos triples de Klay Thompson y uno de Stephen Curry- y pudieron conseguir una victoria que alarga, al menos un partido más, las finales, que con la lesión de KD se antoja difícil que puedan cambiar de rumbo, algo que sí ha sucedido con el futuro a corto-medio plazo de la competición.

Por mucho que algunos rezaran y otros fotografiaran, la acción de Lowry terminó en agua. (foto: Scott Strazzante)

Las previsiones hablan de que, entre recuperación y puesta a tono, no volvería a las pistas hasta dentro de un año -y con su rendimiento en entredicho-, momento en el que todo apunta -o apuntaba- que Kevin Durant estaría vistiendo otra camiseta distinta a la de los Golden State Warriors. Eso es así porque este verano lo encara como el más importante de su carrera, en el que en calidad de agente libre podría firmar un traspaso más que jugoso para su cuenta corriente y que, obviamente y de la misma forma que lo hizo su movimiento a los Warriors hace tres temporadas, cambiaría toda la liga.

Porque nadie duda de que estamos hablando de uno de los mejores, por no decir el mejor jugador del mundo actualmente. Brooklyn Nets, New York Knicks, Los Ángeles Clippers, Los Ángeles Lakers... Multitud de equipos a la elección de Durant, que llevan mucho tiempo interesados en sus intereses, con ganas de crear un cuadro ganador, y que desde el martes se deben estar pensando más de una vez si "comprometer el futuro" de su equipo ofreciendo un contrato máximo a un jugador dominador, pero con 30 años -cumple 31 en septiembre- en su carné de identidad y que se espera lesionado de gravedad durante un curso entero. Lo que cambian las cosas en unos segundos.

En una situación similar se encuentra su actual equipo. Kevin Durant podría ejercer su opción de jugador y mantenerse en los Golden State Warriors a cambio de un contrato de alrededor de 30 millones de dólares, comprometiendo la economía de un equipo en plena operación de dejar hueco salarial. En otra situación, los de amarillo y azul estarían encantados de poder seguir contando con KD, pero el riesgo ahora estaría asumiendo sería grande durante, por lo menos, un año más, ya que en el verano de 2020 el jugador estaría de nuevo ante la opción de firmar un nuevo contrato súper máximo con otro equipo.

Y no solo KD está ante el verano de su vida... (foto: Lachlan Cunningham//Getty Images)

Un año es mucho en deporte, muchísimo en la NBA. Muchas cosas pueden cambiar en los equipos que involucran la rumorología del futuro del alero, que podría regresar a las pistas casi con 32 años, en una competición muy distinta a la que conocía cuando dejó la cancha del Scotiabank Arena, flanqueado por Iguodala y múltiples miembros del equipo de Oakland.

Quién sabe si cuando lo haga los Toronto Raptors puedan presumir de un anillo de la NBA -si vencen esta madrugada o en la del próximo domingo al lunes-, o si el mejor jugador de estos PlayOffs haya cambiado el frío canadiense por el glamour californiano. Solo el tiempo, el que lo cura -casi- todo, incluido la lesión de Durant, nos desvelará las respuestas a todas estas preguntas.


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