UN CIRCUITO SIN DUEÑA

Barty, prácticamente desconocida hace unos meses. (foto: Reuters)

Ayer Rafa Nadal levantó su 12º trofeo de Roland Garros en los últimos quince años. Con esta victoria del tenista balear en su torneo fetiche, la racha de triunfos del Big 3 -formado por él mismo, Novak Djokovic y Roger Federer- en los Grand Slam se prolonga hasta llegar a los dos años y medio de tiranía.

Un día antes, en la final femenina, las jóvenes Ashleigh Barty (23 años) y Marketa Vondrousova (19 años) se enfrentaban en la que era la primera finalísima en Grand Slam en la carrera de ambas, que como mejor resultado anterior tenían unos cuartos de final de Barty en el pasado Abierto de Australia.

Este es solo el último ejemplo de lo que es una evidencia. Desde que Serena Williams abandonara las raquetas momentáneamente para dar a luz y tras su vuelta, en la que no ha logrado reencontrar su nivel dominador, el panorama del circuito tenístico femenino se ha convertido en un solar en el que van surgiendo y desapareciendo figuras a ritmo frenético.

Son solo 23 años, pero la calidad de Muguruza se pierde por su cabeza. (foto: Fred Dufour//AFP)

Ni Simona Halep, Caroline Wozniacki, Garbiñe Muguruza... han conseguido construir un dominio similar al alcanzado en su momento por la menor de las hermanas Williams o al que todavía -reitero el todavía sobre todo en el caso de Nadal y Federer, treintañeros consumados- del Big 3 antes mencionado por distintas razones.

La fragilidad mental de Muguruza -aún de 23 años-, las lesiones de Wozniacki o "el gafe" de Halep en las grandes citas de su carrera, por poner el foco en tres de las tenistas llamadas a llevar la cabeza del circuito WTA, falto de una referencia como tal sin Serena.

En este escenario, la última en asomar con fuerza ha sido la japonesa Naomi Osaka, de apenas 21 años de edad. Número 1 del ránking WTA, campeona del US Open 2018, precisamente frente a Serena Williams, y del Abierto de Australia 2019, la nipona ha comenzado a reunir la gran mayoría de los focos que a la estadounidense se le van escapando con el paso de los años y la pérdida competitiva -que no solo se queda en lo que sucede dentro de las pistas-.

Ostapenko hace no mucho, ahora Osaka. La última progresión meteórica de la WTA. (foto: Kyodo)

En el Roland Garros que acaba de finalizar, Osaka cayó eliminada en tercera ronda a manos de la checa Katerina Siniakova. Es muy pronto para decir todavía si la talentosa tenista japonesa, que recientemente acaba de firmar con Nike, se quedará por el camino entre las promesas olvidadas, repetirá otros más errantes y poco constantes o cumplirá las generadas expectativas y se convertirá en la próxima tirana del tenis.

Lo que está claro es que, aunque las urgencias por situar una cara visible en el circuito WTA están muy presentes, la realidad indica todo lo contrario, y eso es algo que, creo yo, favorece que el espectador disfrute de más espectáculo e imprevisibilidad... lo que Rafa Nadal se ha encargado de borrar en París. De la misma forma que Djokovic y Federer, "frenan" a la next gen que, en el apartado femenino, todavía sigue buscando dueña.


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