LA CORONA Y SUS DESDICHAS

Carlao y Morais abandonan el terreno de juego con clara desilusión. (foto: sportime.sigmalive.com)

Curioso pero cierto es que dentro de nuestra naturaleza humana resulta agradable ver caer o ceder a un dominador. Aquellos que ven Juego de Tronos, por ejemplo, disfrutan del hundimiento de grandes eminencias. Tal vez por contemplar como se puede perder tantísimo poder en cuestión de segundos, o incluso por el simple hecho de que resulta aburrido que alguien gane siempre. Es un asunto que también se puede ver en lo futbolístico, y que se puede traducir en la actualidad por "Real Madrid" o "Barcelona". No obstante, en Chipre quizá el nombre de "APOEL" comienza a tambalearse en esa cúspide.

Comparaciones como Madrid o Barcelona aparte, no es novedad el éxito reciente de un equipo como el APOEL en Chipre. En lo que va de década se ha llevado siete de las ocho Ligas disputadas. Incluso en Champions League ha logrado participaciones históricas, llegando a lugares como los octavos de final. Por el contrario, recientemente parece haber más sombras que luces en el conjunto chipriota. Fantasmas del ayer se presentan ante ellos en una temporada que a priori se esperaba apasionante para los de Nicosia. Aparentemente los resultados decidieron llevarles la contraria.

El año pasado es un antecedente muy gráfico de su estatus actual de gigante con pies de barro. Lejos de haberse clasificado a la fase de grupos de la Champions, el resto de competiciones dejaron en evidencia su soberanía. En Liga sufrieron sobremanera para poder superar al Apollon, en una carrera de fondo que se prolongó hasta las últimas jornadas. No obstante, poco se asemeja ese sufrimiento al que vivieron en la Supercopa y la Copa. Ninguno de los dos títulos ocupa actualmente sus vitrinas, después de caer ante equipos como el ya mencionado Apollon o el AEK de Larnaca.

El caso concreto de la Supercopa puede ser perfectamente motivo de escarnio. Los de la capital acumularon tras su derrota el año pasado 4 finales perdidas consecutivas. La Copa no es un agravante tan severo al lado de esto, pero también merece su mención aparte. Desde 2015 no la ganan. Incluso llegar a la final en estos últimos años parece haberse vuelto una odisea para un equipo de su nivel. Con todo esto detrás, la temporada 2018-19 era un interesante reto para volver a dar un golpe en la mesa redonda. Como pueden imaginar, no todo salió a pedir de boca.

El primer pero fue el no poder clasificarse a ninguna de las dos competiciones europeas. Después de años de buenos papeles en este tipo de citas, serán el Apollon y el Larnaka los encargados de representar a Chipre en Europa. El APOEL cedió en las rondas previas de Champions y Europa League pese al gran equipo que presentaba este año. Lo que parecía un interesante proyecto para hacer las Europas no logró cumplir uno de sus principales objetivos. Comenzaban las dudas y con ellas un círculo descendente de malas consecuencias.

El Suduva Marijanpole lituano fue su verdugo en Champions, los kazajos del FC Astana en Europa League. (foto: UEFA)

Pese a incorporaciones como el iraní Reza Ghoochannejhad -fichaje de categoría teniendo en cuenta el panorama chipriota-, el equipo seguramente ha perdido mucho más de lo que ha ganado. Destacable es la salida de Mickael Poté, delantero clave de las últimas campañas, que abandonó el club destino a Turquía. La otra gran ausencia que afrontan esta campaña es la de Roland Sallai. La joven estrella húngara -a la que os recomiendo que le pongáis un ojo encima, puede ser toda una sorpresa en la Bundesliga si tiene minutos- cambió Nicosia por Friburgo en los últimos días del mercado, dejando un vacío bastante importante en el esquema ofensivo del APOEL. La debacle estaba por llegar.

Su estreno en Liga ya despertó dudas considerables. Pese a ganar al Nea Salamis en su campo, un 2-3 reflejaba las lagunas de un equipo con andamios. Pero el auténtico calvario vendría en la tercera jornada, en su enfrentamiento contra un equipo de la medianía: el Doxa. Aún jugando como locales recibieron una verdadera paliza. 2-5 fue el resultado final de ese partido. Correctivo que sirvió para mostrar todavía más las carencias del equipo, además de para alejarlos del liderato. Actualmente es el Limassol quien ocupa esa plaza, un habitual en los puestos de arriba, que ha logrado un pleno en las cuatro primeras citas del torneo.

Con todo esto, el club se presentó esta semana en un evento de gran importancia: la Supercopa. Se presentaba ante ellos la oportunidad de resarcirse del mal comienzo del equipo. Ganar un título y a su vez romper una mala racha de años de continuidad pudo haber sido un punto de inflexión para los chipriotas, pero no sucedió. En el minuto 83 del partido, Rousias firmaría el empate a unos entre Larnaka y APOEL, mandando el partido a la prórroga. Finalmente, los penaltis fueron los encargados de declarar a un campeón. En ese instante, Toño Ramírez -un ex-Real Sociedad y Guadalajara, entre otros- le dio prolongación a la maldición de los tyrilos. 5 años de sequía en la Supercopa: otro tropiezo más para el gigante chipriota.

A día de hoy, la incertidumbre es algo que vive en la piel de todos los aficionados al club. Muchos piden la destitución del staff técnico, así como de su director deportivo: Svetozar Sapuric. El APOEL parece haberse metido en un pozo bastante hondo del que tendrá que salir si quiere mantener su estima de campeón. Afortunadamente para ellos, la Liga es una competición larga. Los vigentes campeones tienen una plantilla con profundidad para llegar bien a final de temporada, pero deben empezar a mostrar un cambio si desean salvar los muebles y ampliar su legado.

Por otra parte, la Copa es otro objetivo que puede ser, con todo lo malo del comienzo, motivo de celebración. De lograrla, romperían otra mala racha. Puede resultar increíble para muchos un hito así a estas alturas de la temporada, pero todavía resulta posible un doblete histórico a final de temporada. Un doblete seguramente necesario para seguir siendo lo que para muchos es el APOEL. Es por eso que ante ellos se presenta con seguridad su temporada más complicada de estos últimos años. El reto de un monarca en un país pequeño, al cual comienza a pesarle la corona. La cruzada personal de un gólem cuyos pies son de barrio, pero que sigue buscando el sol del Mediterráneo para volver a ser de arcilla.


Comentarios