|
(foto: Icon Sport) |
Dicen los amantes del rugby que en la agresividad y dureza que caracterizan cada acción de juego de los encuentros reside una pura demostración de firmeza, nobleza y respeto, tres de los valores que los de la pelota ovalada intentan inculcar y fomentar -algo que otros deberían intentar imitar-, en un ejercicio de promoción y difusión de este deporte.
Un día, un chico de 15 años sintió la necesidad de probar todo eso en sus carnes, de vivir de ello. Un chaval que con solamente un cuarto de vida pasado ya había sido golpeado y puesto a prueba por el destino sobremanera. Con apenas dos añitos, su madre, de nacionalidad nigeriana, falleció debido a una enfermedad, obligando al niño a verse en manos de una familia adoptiva, en la Ciudad Condal, en Barcelona. Un año y medio después, ya estaba jugando al rugby.
Samuel Ezeala se convirtió así en jugador de las categorías inferiores del BUC, un histórico club de rugby barcelonés fundado en 1929. En el campo de La Foixarda desenvolvió sus aptitudes y sus condiciones durante más de doce años, en los que pasó de ser un niño a una gran promesa. Samuel exhibía sus condiciones contra chicos de su edad o mayores que él, y siempre salía ganando. Espigado, con un físico prominente comparado con el resto, veloz como un rayo y muy talentoso, tanto que esas competiciones catalanas, con su equipo como con la selección autonómica, se le quedaron pequeñas. Tanto, que se veía capaz de lo mejor en un espacio de tiempo no muy lejano.
Convencido de ello, llegó a ese día. Empapado de ambición y de la tan encantadora como peligrosa locura que ofrecen los 15 años, Samuel tomó la decisión de agarrar el ordenador, recolectar todas sus jugadas grabadas por aficionados y montar un vídeo de sus propios
highlights y con sus datos -11 de diciembre de 1999, 1,85 metros, 81,5 kg, posición 12 o 13, ala- con la clara intención de enviárselo al Clermont y al Racing 92, dos de los mejores equipos de rugby de Francia, donde se disputa la considerada mejor Liga del mundo y actúan los jugadores más prestigiosos.
|
Samu con la vestimenta del BUC. (foto: Federación Catalana de Rugby) |
Un año más tarde, Ezeala se había mudado a Clermont-Ferrand para formarse en las inferiores del equipo principal de la ciudad y finalista de la Copa de Europa dos veces en los últimos tres años, el ASM Clermont Auvergne. Como en todos los comienzos, y más para un adolescente que acaba de cumplir los 16, la adaptación fue costosa. El tiempo, la lejanía con los suyos... le hicieron querer dejar el país galo nada más aterrizar. Por suerte, no lo hizo. El director del centro de formación del Clermont, Tony García, jugó un gran papel para mantener a La Pepite d'Or. "Suceda lo que suceda, nunca jamás olviden de donde vienen y quienes son, lo que han sufrido para llegar y que si el momento llega, la humildad debe ser un ejercicio practicado como si de una skill más se tratase". Esa fue la primera lección que García le inculcó, como aseguró en "Rugby Spain".
De esta forma "Samu" recordó por qué tomó el paso, y se quedó, y siguió
creciendo y evolucionando -física, alcanzando los 94 kg en la báscula, y mentalmente- en su formación junto a los
espoirs del ASM Clermont, y también con las inferiores de la selección española, en las que fue uno de los destacados de la Sub-18 que logró el Europeo en 2016. Tanto, que
los de arriba de su club se vieron obligados a fijarse en él y tenerlo en cuenta.
Tres años después de aterrizar en Clermont, le llegó la gran oportunidad. La culminación y a la vez el inicio del sueño. El pasado 7 de enero, con 18 años recién cumplidos, el entrenador Franck Azéma le dio la chance de debutar en el profesionalismo con el primer equipo en la Top 14 -la Liga francesa de rugby- y en una cita para el recuerdo, ante un rival de aúpa y en un marco incomparable. Y la vida le dio otro golpe.
|
El momento justo antes del choque. (foto: photopqr) |
Siendo más concretos, el golpe se lo propinó Virimi Vakatawa. En una colisión desafortunada con el neozelandés del Racing 92, Ezeala se golpeó fuertemente con la cabeza contra el suelo y permaneció inconsciente en el centro del terreno de juego del Arena 92 durante varios minutos. Las imágenes, con varios hombres sujetando una especie de sábanas blancas que impidieran ver el trato que le ofrecían los médicos mientras el silencio se apoderaba del estadio, dejaban paso a imaginarse las peores consecuencias. Por suerte, dos días más tarde del incidente, Samuel ya tenía ganas de volver a entrenar.
Algo más de seis meses después de perder el conocimiento en el campo del Racing 92 y tras ganar el campeonato de los
espoirs, conquista que no lograban desde hacía cuatro temporadas, Ezeala volvió a vestirse en agosto la camiseta del primer equipo del ASM Clermont, en partido de la primera jornada del curso 18-19 de la Top 14, con el Agen como adversario. Una tarde para olvidar la última vez que intentó un placaje con los mayores, para que todo volviera a empezar, y de paso para dejar impresión. Y así lo hizo.
Dos ensayos y una sonrisa de oreja a oreja como muestra de que segundas partes algunas veces también son buenas.
"Mucha gente nunca cumple su sueño, tú a los 18 lo has cumplido". Esa es la frase que le repite siempre su padre. Samuel Ezeala se ha asentado como un miembro más del primer equipo del ASM Clermont, y sus actuaciones siguen llamando la atención, esta vez de la Federación Francesa. Aunque aún no tiene la nacionalidad gala, la pasada semana Jérôme Daret lo incluyó en la lista para un torneo amistoso en Manchester con la selección francesa de rugby a 7, en el que se vio las caras con Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Irlanda y España, saldando la cuenta con cuatro victorias en seis partidos.
Pero "Samu" tiene claro que "aún no he conseguido nada". Lo próximo para él será contar con más minutos en el Clermont y lograr la ansiada y en trámites nacionalidad francesa, con el objetivo de poder vestir la camiseta de los XV de France de rugby a 15. Una enorme pérdida de presente y futuro para Los Leones, mas una decisión que él siempre ha tenido clara. La atmósfera, el ambiente y la relevancia que rodean al rugby en Francia, "un país que me ha acogido y se lo agradezco, un país que amo", le atrae mucho más que la indiscreción a la que está sometido en su España natal. Con suerte, en el Mundial de 2019 o en el de 2023, que se disputará en suelo galo, veremos a un catalán de orígenes nigerianos jugar la mayor competición de rugby con la selección francesa.
En cada declaración que ofrece, Samuel Ezeala transmite serenidad, respeto, responsabilidad y admiración por lo que hace. Porque algo más de tres años atrás era un adolescente enviando un vídeo, vendiendo sus condiciones, sin tener la seguridad de recibir una respuesta, y hoy acaba de superar la mayoría de edad compartiendo vestuario con sus héroes, mientras los aficionados galos lo ven como la gran esperanza del futuro de su selección y la cabeza visible de una Liga cada vez más poblada de jugadores foráneos. Muchas esperanzas puestas en él, muchos sueños aún por tachar de su lista.
Comentarios
Publicar un comentario