LA VUELTA DE LOS JOVENCITOS

El podio de La Vuelta 2018. (foto: Benjamin Cremel)

La Vuelta se acabó, y con ella, como todos los años, también lo hace irremediablemente el verano. Se dice que el tiempo de estío le pertenece y corresponde a los jóvenes, que está hecho para ellos. Y así ha sido durante este mes recorriendo la geografía española -y andorrana- en dos ruedas.

Málaga se encargó de dar el pistoletazo de salida a la 73ª edición de La Vuelta, con una crono estilo prólogo de 8 kilómetros, en la que Rohan Dennis se impuso a Kwiatkowski y al campeón europeo contra el reloj Campenaerts para vestir el primer jersey rojo. El australiano puede estar contento de su año en Grandes Vueltas, habiendo lucido la Maglia y el Jersey más especiales. Solo un día le duró. En la segunda jornada se presentaron tres de los grandes protagonistas de la primera semana: el calor, los muritos y Luis Ángel Maté. Con Nibali y Porte dejando claro que no venían a La Vuelta a ganar y Boom haciendo una parada a repostar, Alejandro Valverde aplicó la del "otro día en la oficina" e hizo quedar a Kwiatkowski como un novato en Caminito del Rey -sí, lo estáis pensando, el rey del caminito-. A pesar de caer ante el murciano, el polaco se subió al podio como nuevo líder de la General. La única alegría del Team Sky.

Rohan Dennis, primer líder de La Vuelta para redondear su año. (foto: La Vuelta)

En la etapa 3, camino de Alhaurín de la Torre y con Maté recolectando más fugas y puntos para la montaña, llegó el primer día para los volatistas. Viviani afirmaría su condición de favorito en estos finales y daría la primera victoria a la siempre hambrienta Wolfpack, imponiéndose a Nizzolo y a un Sagan "superstar" entre los aficionados españoles, como no podía ser de otra forma. La Alfaguara, en la etapa 4, supuso el segundo final en alto. Con el Team Sky relajado, la fuga cogió suficiente distancia como para conseguir el triunfo, y para que Maté recogiera más puntos por la montaña, cómo no. Ben King y Stalnov, con Rolland mirando de cerca, lucharon por el triunfo final, que acabó llevándose el norteamericano, quien fue líder virtual de la General durante buena parte del día. Con esta victoria de King, Dimension Data logró su primera victoria en una carrera World Tour en 2018, y lo más importante, nos recordó que este equipo seguía existiendo. Depresivo. Por detrás, entre los hombres de la General, solo Simon Yates, Buchmann y Miguel Ángel López mostraron algo de ambición, después de que naciera el #Kussismo, debido a que el de LottoNL-Jumbo pusiera en un brete a muchos de los hombres del pelotón con su ritmo. Cuatro jovencitos.

King tocándose el pecho, como diciendo que Dimension Data aún era un equipo de ciclismo. (foto: Manuel Bruque//EFE)

Ya fuera de Málaga y dejando Granada, el pelotón encaraba un camino escarpado y propicio para la fuga rumbo a Roquetas de Mar. Y así fue, el lote consintió que, 60 km después de la salida real, se volvieran a ir un numeroso grupo de ciclistas buscando levantar los brazos, y no fue ese el único premio. Tras la subida a El Marchal, De Marchi, Mollema y Simon Clarke se distanciaron y acabaron jugándose el triunfo, que lograría este último en un sprint reducido, pero los vítores se los llevaba un ciclista que llegaría un poco más tarde. Rudy Molard cosechaba un galardón que nunca esperaría, vestir de rojo. Al Team Sky nunca le importó perder el jersey, dijeran lo que dijeran sus miembros. La carrera seguía avanzando hacía el este en la etapa siete. Cerquita del mar, llegando a Murcia, apareció un invitado inesperado: el viento. Los abanicos provocaron que dos hombres que venían a luchar por la General como Pinot -jefe de filas del líder Molard- y Kelderman se dejaran 1'44'' y todas sus opciones. Toda una pena que un final tan entretenido lo acabara firmando en meta Nacer Bouhanni, un ciclista que quizá se equivocó de profesión por culpa de su cabecita.

Recompensa al esfuerzo para Rudy Molard. (foto: Groupama-FDJ)

Algo que cambiaría en la siguiente jornada. Otro francés venciendo, pero bien distinto. Tony Gallopin es un ciclista adorable por victorias como estas, que ya le habíamos visto en el pasado pero de las que nos estábamos olvidando. Con mucha clase, supo leer el momento. Un ataque a 2 km de meta junto a Jesús Herrada y con el pelotón fracturado tras una caída -en la que se vio envuelto Kwiatkowski- y a causa del viento, le llevó a un triunfo relleno de clase y de alegría para un AG2R que venía sin objetivo claro. Y si alguien es el rey de venir sin un objetivo, "a disfrutar", ese es Alejandro Valverde. Ya quisiéramos todos disfrutar como el Bala. En otro exigente día por el calor, el murciano batió en un sprint que picaba para arriba a Peter Sagan -segunda vez que finalizaba segundo- y al ataque inicial de Iván García Cortina. Para los románticos. También hubo para los luchadores, como Benoot, que tras una caída se dejó así la rodilla, y continuó en carrera.

Qué dos bichos. (foto: Photo Gómez Sport)

En el noveno día sobre la bici llegó la primera gran prueba de fuego: La Covatilla. Las charlas y risas de una banda que solía pedalear por ahí aún resuenan. El primero en escucharlas en meta fue Ben King, redondeando una excepcional Vuelta, y de nuevo desde la fuga salvando el honor de Dimension Data -junto a Ghebreigzabhier, no me digan que no es maravilloso-. Un ataque en busca de Lluis Mas en la empedrada subida al Candelario provocó que llegara el primero a pie del puerto final -18 km a meta-. Desde ahí mantuvo una lucha desde la distancia con el gran Bauke Mollema, que durante varias fases parecía que lograría reducir la pérdida de 1'30'' que tenía, pero acabó desfalleciendo. En meta, la imagen del norteamericano desfondado, te hace valorar este deporte. Mientras, en la lucha por el rojo, con el líder Molard despidiéndose del jersey, primero Majka y luego Kuss -#Kussismo a tope- pusieron el ritmo, pero sin provocar distancias significativas. Quintana, Kelderman, Urán, Izagirre y Miguel Ángel López fueron los primeros de los favoritos en cruzar línea de meta, con Simon Yates llegando unos metros más tarde, y Valverde casi 30'' después, lo que le valdría al británico para vestirse con la roja. Aquí se dejaba casi un minuto un chico de Mallorca. Unos casi sesenta segundos que días más tarde echaría de menos.

Ben King fue el más fuerte también en La Covatilla. (foto: AFP)

Después del primer gran día en montaña, que no primer gran esfuerzo, jornada de descanso y viaje más al norte para la 10ª etapa con final en Fermoselle, en la que Elia Viviani se anotó otro tanto y Peter Sagan otro segundo puesto. Merece mención el cuarto lugar de Nelson Soto. El corredor de 24 años de Caja Rural luchó con los gallos por el triunfo. En otra Vuelta quizá hubiera conseguido alguna etapa. Al día siguiente el pelotón hizo su entrada en la siempre temida Galicia, un terreno sin descanso y que castiga las piernas continuamente con su relevo irregular, y no decepcionó. Pinot puso todas las cartas sobre la mesa y desafió al líder metiéndose en una fuga numerosa y de calidad, en la que estaba acompañado por un partenaire del Groupama-FDJ. Llegando a ser líder virtual, su ventaja se vio disminuida, en parte por los grandes esfuerzos empleados por el galo, y por el trabajo de Movistar, que se adueñó del pelotón ante la pasividad de Mitchelton-SCOTT, el equipo de Simon Yates. Cuando Restrepo y De Marchi se fueron a por la victoria, con el italiano venciendo bajo la lluvia de una tormenta tan aislada como típica en tierras gallegas, una diferente tempestad se había generado entre españoles y australianos, con cruces de declaraciones tras la llegada a meta capaces de sacar alguna carcajada.

De Marchi, un magnífico cazaetapas. (foto: La Opinión de Tenerife)

En la segunda y última etapa en Galicia, la fuga volvió a llevarse el gato al agua. Después de la polémica del día anterior, ni Movistar ni Mitchelton-SCOTT se esforzaron en demasía por absorber a los valientes de la jornada, por lo que estaba ahí adelante el triunfo de etapa... y el nuevo jersey rojo. Por segunda vez en esta Vuelta, un escapado consiguió que su esfuerzo obtuviera recompensa en forma de liderato, y en este caso se trató del español Jesús Herrada. Y eso que el de Cofidis estuvo lejos de conseguir el triunfo de etapa que logró Geniez en Luincra. El francés, a parte de poner un broche de oro perfecto para AG2R, demostró que Galicia se le da muy bien -de sus tres victorias en La Vuelta, dos han sido en a nazón de Breogán- en la durísima rampa final. Hablando de rampas, La Camperona. En la etapa 13 se subió un puerto muy querido por Guillén pero donde se crean cortas diferencias. Parece que ambos conceptos siempre se relacionan. Allí, mientras Nairo Quintana y Simon Yates se mostraban los más fuertes ante los Valverde, Superman López y Kruijswijk, y con el chico mallorquín que mencionábamos antes comenzando a asomar la cabeza, apareció un invitado especial en la lucha por la etapa -que sí, se la volvió a disputar la fuga-. Teuns y Majka estaban solos en las durísimas rampas, retorciéndose, luchando por seguir encima de la bici -lo que le gusta al bueno de Guillén- y de paso ganar la etapa, hasta que un jovencito de 23 años que responde al nombre de Óscar Rodríguez y se foguea en la categoría Pro Continental con el Euskadi Murias, les pintó la cara a ambos. Una pincelada de la llamada "nueva generación".

Una de las cosas más inesperadas y bonitas que ha sucedido en los últimos años. (foto: Photo Gómez Sport)

Con la brocha gorda quiere escribir su nombre dentro de esa "nueva generación" Iván García Cortina. La llegada a Asturias supuso que el ciclista del Bahrain-Merida se exhibiese por su tierra, como hizo coronando el primero Kapelmuur en el Tour de Flandes, y se fugase en las dos jornadas en los días grandes de Asturies, levantando del asiento y llevando a las cunetas a toda su gente. Cosa que no pudo hacer un Luis Ángel Maté al que una bronquitis le mermó hasta el punto de poner en serio peligro el jersey blanco a puntos azules que vestía desde el tercer día. En Les Praeres vimos ceder a Jesús Herrada y ganar y recuperar el jersey rojo a Simon Yates con un ataque al estilo Giro, además de al siempre presente codito de Nairo. Como se preveía, se fijaron de nuevo distancias de menos de 10'', algo totalmente diferente a lo que se esperaba para el día siguiente. Para muchos la etapa reina de esta Vuelta, el mayor santuario del ciclismo español que se ha subido en esta edición: los Lagos de Covadonga. Allí, con un valiente ataque después de La Huesera, triunfó un ciclista al que le sobra la clase pero carece de casi todo lo demás como es Thibaut Pinot. Y allí mismo fracasó otro al que le sobra todo lo demás y le falta clase. Quintana tiró de codito y de falta de ambición una vez más, hasta el punto de poner de los nervios a Simon Yates de forma ostensible. Al de Movistar le salvó las pocas distancias que se abrieron nuevamente entre los elegidos, a pesar del trabajo de Astana, con solo 6'' más bonificaciones entre Miguel Ángel López, que fue 2º de la etapa, un Yates que recuperaba el jersey rojo, Valverde, Kruijswijk, una sonrisa eterna de azul y blanco, y el propio Nairo, 7º.

Pinot engrandeció el primer gran final. (foto: Groupama FDJ)

Las críticas a Quintana, quien no tenía las cosas muy claras, fueron en aumento, más si cabe teniendo en cuenta que el día siguiente tocaba descanso, para poner rumbo a Santillana del Mar, donde daría inicio una contrarreloj que, supuestamente, pondría en dificultades al líder Yates. La realidad dijo que, en otro coto cerrado de Rohan Dennis, solo dos hombres que estaban lejos como Kruijswijk y el chico este, sí, el de Quick-Step, como se llamaba... le recortaron tiempo. Valverde se dejó 7'' con el británico, mientras que Nairo Quintana y Miguel Ángel López naufragaron, como era de prever, camino de Torrelavega, superando el minuto de pérdida. En la 17ª etapa, el pelotón puso rumbo al lugar de España donde probablemente se viva más el ciclismo: el País Vasco. En su primer día, el Balcón de Bizkaia vio como Thomas de Gendt le arrebataba el jersey de la montaña a un enfermo Maté y de paso le devolvía prestigio e importancia, como Fabio Aru nos recordaba que seguía en carrera mediante una durísima caída, a Michael Woods vencer a Dylan Teuns y emocionarse en meta recordando a su hijo fallecido, a Valverde -y el chico este...- picando tiempo a Yates y confirmándose como el líder del Movistar ante la flaqueza de Quintana y sobre todo, a los ciclistas retorciéndose una vez más, Guillén style. Bueno, en realidad vio poco, porque la niebla se hizo notar en esa cuesta donde solo habitan las antenas y las cabras.

Más que un triunfo para Michael Woods. (foto: Getty Images)

Encarando el último sprint de esta Vuelta, una etapa propicia para una volata, terminó de forma fatal para los sprinters. Aunque el pelotón, con los equipos de los hombres rápidos al frente, mantuvo controlada a la fuga de tres durante todo el día, un recorrido favorable y el pundonor de Wallays y Bystrom -no pudo seguirles la rueda Jetse Bol- propiciaron uno de los finales más nerviosos de la carrera, que se acabó agenciando el de Lotto Soudal, con Sagan tercero. Los belgas redondearon así una Vuelta en la que se habían plantado sin muchas esperanzas y en la que De Gendt les estaba salvando la cara... una vez más. En la etapa 19, cambio de país. Los ciclistas llegaron a Andorra para afrontar una etapa monopuerto con final en La Rabassa, donde el que teóricamente iba a ser atacado fue el atacante. ¿No dicen que la mejor defensa es un buen ataque? Movistar, más concretamente Valverde, no supo aprovechar el buen movimiento del "alma libre" Quintana, de Pinot y del LottoNL-Jumbo filtrando a Kruijswijk y Bennett, y el británico estuvo atento y fuerte para alcanzar a ese grupo. Yates y Pinot acabaron yéndose, con Kruijswijk dejando claro que el Tour le estaba pasando factura y un Quintana que, a parte de también estar sufriendo al tío del mazo, tenía que bajar a ayudar a su jefe de filas, Valverde, que se hundía junto a López y al chico mallorquín que tanto hype había creado los últimos días pero que estaba pagando la novatada. Pinot logró otro triunfo en Andorra, pero Yates se hizo con más que media Vuelta.

Un ataque para evitar fantasmas del pasado. (foto: AFP)

El último día competitivo. Las grandes emociones del final de una GV. Los buses de los equipos desgranando las estrategias adecuadas ante los seis puertos de montaña que se venían encima en apenas 97 km -sic- y un líder que ha mostrado fragilidad en el pasado. Los fuegos artificiales entre los favoritos, sin embargo, no comenzaron hasta los últimos 20 km a meta. Miguel Ángel López siguió un movimiento previo del libre Quintana, al que Simon Yates respondió como mejor ha demostrado en esta Vuelta: atacando. Pero su respuesta tuvo réplica. Porque había un chico de azul que había dormido muy bien con el cuarto lugar de la General en vez de con el tercero, y que quería demostrarlo. Un ciclista que venía a aprender, enrabietado con su no selección para el Tour, y tomó la lección muy rápido. En el Coll de la Gallina nació definitivamente Enric Mas. El balear se fue con Miguel Ángel López en busca de la victoria, después de que Quintana volviera a acusar el esfuerzo y retornara al grupo donde Valverde se estaba quedando sin piernas y sin podio, al igual que Kruijswijk, y de que Simon Yates, con el recuerdo del pasado mayo aún en su memoria, se dedicara a regular esfuerzos. Con una frialdad pasmosa, que quizá le sobró en la jornada anterior, Mas confirmó su excelente estado de forma, que quizá con un mapa más duro le hubiera beneficiado -aunque las suposiciones son solo eso, y tampoco ha sido esto el Tour-, derrotando con rabia y autoridad al colombiano del Astana y dejando claro que, junto a Iván García Cortina y Marc Soler -y quién sabe si Óscar Rodríguez-, será el abanderado de la "nueva generación" de ciclistas españoles.

Algo aprendió en el equipo de Alberto Contador. Ha nacido. (foto: EFE)

En Alcorcón se presentaron Movistar como mejor equipo -hasta cuando no lo buscan lo logran-, Bauke Mollema con su merecidísimo premio al supercombativo -una pena que no cosechara etapa-, Thomas de Gendt con su jersey blanco de puntos azules de la montaña, Enric Mas con su dorsal rojo de mejor joven, Alejandro Valverde con la camiseta verde de la regularidad -no estaba para Sagan la cosa- y Simon Yates con el rojo y el blanco de la general y la adorada combinada. Después del homenaje a Igor Antón, para muchos el real ganador de La Vuelta'10 y que se retira este año, Elia Viviani puso una piedra más en su dominio en los sprints de la ronda española y de su Quick-Step en absolutamente todos los terrenos. 13 victorias solo en GV. La maldita Wolfpack.

Elia no han sido dos, han sido tres victorias. (foto: Quick-Step Floors)

En el primer cajón del podio Simon Yates, 26 años. En el segundo Enric Mas, 23 años. En el tercero Miguel Ángel López, 24 años. Una media de 24,3 años, el segundo podio más joven de la historia de La Vuelta, después del de 1936, 86 años más tarde. El británico fue líder del Giro durante buena parte, el español deslumbró en su primera GV con responsabilidades y el colombiano volvió a quedarse con el bronce -también fue 3º en el Giro'18-. Óscar Rodríguez ganando una etapa con 23 años, Dylan Teuns luchando con 26, Jhonatan Restrepo con 23, Mark Padun con 22, Nelson Soto apareciendo en escena... Bueno, y en medio de todos los jovencitos, Alejandro Valverde con 37, pero el Bala debe estar por su séptima juventud. Esta Vuelta a España tiene que dejarnos una cosa clarividente: dejen volar a los polluelos, y háganlo en un terreno atractivo -por favor-.


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