EL MAYOR DE LOS GUERREROS

La alegría de Mayer junto al marcador que muestra su récord. (foto: Getty Images)

Prácticamente de puntillas ha pasado el nombre de Kevin Mayer por la prensa. La bestialidad en la maratón de Eliud Kipchoge ha ensombrecido la otra gran proeza atleta del fin de semana, que poco tiene que envidiar a la del keniata.

El decatlón es, sin duda, la disciplina que más polivalencia, por decirlo de alguna forma, requiere dentro del mundo del atletismo. Velocidad, agilidad, elasticidad, fuerza, precisión, habilidad y, por encima de todo, una máxima concentración, que se requieren para superar con éxito nada más y nada menos que las diez pruebas que componen esta prueba y que se disputan en dos días consecutivos, divididos en cinco y cinco. En horas en los que otros atletas están descansando para su próxima prueba o recuperándose, estos extraterrestres se corren un 1.500 metros. Otro rollo.

Rozar la perfección es casi una obligación para los decatletas. Hasta esta semana, esa palabra la representaba Ashton Eaton. El estadounidense era sin duda la cara mundial del decatlón, incluso después de su retirada en 2017. Doble campeón olímpico, triple campeón del mundo y tres veces campeón el mundo de heptatlón y varios registros por superar, un palmarés de todo un dominador. Eaton fue capaz de batir el récord del mundo hasta en dos ocasiones, primero en 2012, con 24 años, y más tarde en el Mundial de Pekín 2015 -donde Mayer no pudo participar por lesión-, superando la enorme competitividad y su propia marca por seis puntos, dejando la barrera en nada más que 9.045 puntos.

Eaton y Mayer tienen una gran relación, que representa esta foto de los JJOO'16. (foto: AFP)














Su relevo lo ha cogido el protagonista de este texto, Kevin Mayer. Cerca de la majestuosa París, en Argenteuil, la hoy principal ciudad del departamento norteño del Val-d'Oise, se gestaron las mejores composiciones y obras -siempre bajo la opinión de los críticos- del archiconocido artista Claude Monet, y en ese mismo lugar creció el nuevo "récord-man" del decatlón.

Kevin Mayer es un hombre que se implica en todo lo que hace. Amante de la NBA -se le ha visto en múltiples ocasiones con la camiseta de Kyrie Irving-, del surf, de la música -toca el piano- y de la sociedad japonesa, de la que "me hice adicto" gracias al anime. De los nipones valora "un arte de vivir, la meditación, su espíritu guerrero, la disciplina, el código de honor, el respeto por el adversario...", en los que él mismo se ve reflejado y sobre los que intenta aprender y evolucionar. Y parece que funciona.

En una prueba de gran tradición como la Décastar, que se organiza desde hace 42 años al suroeste del mapa de Francia, en Talence, se presentó Mayer, después del fiasco que se llevó en el europeo de Berlín. En esa localidad de Burdeos se apretó más las zapatillas, vio el cielo un poco más cerca de lo normal, lanzó un poco más lejos y al final de los dos días de competición celebró más de lo normal. Con la retirada de Eaton, los resultados -plata en los JJOO'16, campeón del mundo'17, campeón del mundo'18 en pista cubierta- decían que el trono le correspondía como heredero de la hegemonía del norteamericano, pero pocos podían esperar tal relevo.

Mayer lanzando la jabalina. (foto: athleticsweekly.com)

Mayer hizo una total exhibición de sus exuberantes y obvias condiciones de fortaleza y potencia, muy superiores a las que tenía Eaton, un atleta más destacado en cuanto a las pruebas de velocidad como los 100m o los 400m, donde posee el récord de decatlón. Manteniéndose a una distancia poco envidiable con respecto al récord de 2015 en esas pruebas más veloces -excepto en los 1500, donde estuvo unos 20'' peor que Eaton-, marcando en seis de las diez récords personales del año -en tres de ellas récords personales- y pasando por encima de los registros de Eaton en salto con pértiga -prueba en la que su compatriota Lavillenie es plusmarquista mundial-, en jabalina, en disco y en peso, Mayer escribió su nombre con letras de oro en la historia del deporte francés y mundial, pulverizando el récord con 81 puntos de diferencia. Un concurso espectacular, fuera del alcance de cualquier ser humano.

Un francés que prefiere a los samuráis, y que como un kamikaze se lanzó a por el récord mundial de esta disciplina de origen griego hasta destrozarlo y coronarse como Luis XIV. El decatlón tiene un nuevo rey.

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