EL TOUR DE LOS SUPUESTOS

Geraint Thomas en el centro como campeón. Dumoulin y Froome, 2º y 1º del Giro, 2º y 3º del Tour. (foto: Sebastien Nogier)

Un nuevo Tour de Francia ha puesto punto y final, como cada año, en los Champs Elysées, y con él se abre un período de vacío irremediable en nuestras sobremesas y tardes de verano, que volverá a desaparecer a finales de agosto. Hasta que llegue La Vuelta, nos seguiremos haciendo algunas preguntas y planteándonos muchos y si... que podrían haber cambiado el curso de una ronda gala que, eso sí, nos ha vuelto a dejar fríos.

En una primera semana odiosa, los sprinters fueron los únicos destacables. Fernando Gaviria comenzó demostrando lo que ya sabíamos, que es el ser más veloz del mundo en las volatas. El colombiano, con la ayuda del sempiterno Richeze, reinó en una accidentada etapa inicial, donde Froome, Richie Porte y Nairo Quintana cedieron segundos debido a sendos problemas y Lawson Craddock empezó su particular infierno. El colombiano se vistió así de líder en su debut, algo que no sucedía desde 2004, cuando lo hizo un tal Fabian Cancellara. Un día le duró el amarillo al colombiano. El de Quick-Step Floors sucumbió en otra numerosa caída, factor que destaca todos los años en las primeras semanas, con los nervios a flor de piel, y que haría más tarde poner pie a tierra a Michael Matthews, ganador del maillot de la regularidad en 2017. Ante este panorama, el campeón del mundo Peter Sagan firmó su primera victoria en La Roche-sur-Yon, en un sprint reducido pero apretado ante la oposición de Colbrelli, y se vistió de amarillo y cogió también el verde, este para no soltarlo nunca más.

El gran hombre de la primera semana. (foto: Getty Images)

El eslovaco tampoco pudo pasar de una jornada con el maillot jaune. La contrarreloj por equipos le dio el jersey de líder al BMC, equipo campeón del mundo de esta disciplina, más concretamente a Greg Van Avermaet, y se formaron las primeras diferencias importantes entre favoritos. El equipo suizo consiguió unos segundos de ventaja con el Sky de Froome, el Sunweb de Dumoulin y más de un minuto con el Movistar de un Nairo, el líder de líderes de los teléfonicos, que ya se hundía en 2'08'' de desventaja tras tres días, al LottoNL-Jumbo de Roglic, al Bahrain-Merida de Nibali y al AG2R de Bardet. En la etapa 4, otra caída cerca de meta -con Urán, Benoot, Zakarin, Landa y Fuglsang implicados- y otra victoria de etapa de Fernando Gaviria. Poco más que añadir de una etapa soporífera, como sería la quinta -a pesar de que los jóvenes Skujins y Calmejane protagonizaron la fuga-, en la que besaría la gloria Peter Sagan en Quimper tras imponerse, nuevamente, a Sonny Colbrelli. Segundo disparo al palo del italiano y del UAE Team Emirates -no sería el último-. Pero al día siguiente les cambiaría la suerte.

El Mur de Brétagne en la sexta etapa supuso la primera aportación seria de la montaña a este Tour. En otro día que dejó poco, Dan Martin se dio un premio anticipado a su combatividad venciendo por delante de Pierre-Roger Latour y Alejandro Valverde. La alegría del irlandés contrastaba con la cara de pocos amigos de Bardet -que cedió medio minuto- y la de Dumoulin, que perdió un poco del respeto de los aficionados al ser sancionado por hacer trascoche, y un tiempo vital en el devenir de la carrera -1'13'' de pérdida sumando la sanción-. En Chartres y Amiens, finales de etapa 7 y 8 respectivamente, nuevos días pasados por aburrimiento y espera al sprint. Dylan Groenewegen confirmó algo que le estaba costando: que no es el más rápido del mundo pero sí el más en forma del año. El holandés dio con este doblete de triunfos el inicio a lo que sería un gran Tour para el LottoNL-Jumbo. Otra victoria del presente y futuro contra el pasado, que cada vez comienza a representar más a los Kittel o Greipel, que acabó descalificado de la octava etapa tras protagonizar un sprint sucísimo con Gaviria.

Premio al pundonor. (foto: EFE)

Una esperanza se abría en la etapa 9. Señalada por equipos y aficionados, superar este infierno se presentaba como algo imprescindible para mantenerse en liza por cualquier objetivo. Roubaix y el pavés visitaban el Tour de Francia. Y no pudo elegir mejor momento John Degenkolb para renacer. El alemán puso la guinda venciendo al sprint al líder Van Avermaet y a Yves Lampaert, en un día en el que, tristemente, las caídas y los pinchazos volvieron a la palestra y no dejaron disfrutar totalmente del espectáculo que de por sí producen estas etapas, ni tampoco desenvolver las estrategias de los equipos. Froome, Landa, Bernal, Urán, Bardet, Van Garderen, Groenewegen... Más o menos, todos a excepción de Urán y Van Garderen -aunque bueno, es TVG- acabaron salvando el día, aunque los daños se notaron días después. Pero, el gran damnificado responde al nombre de Richie Porte. Otra vez más. Antes incluso de llegar a los adoquines, el australiano volvió a mostrar esa cara B del ciclismo que no nos gusta ver, y menos en alguien que tanto la sufre. Dolorido de la clavícula, se bajó de un Tour en el que era uno de los favoritos. Y si Porte nunca se hubiera caído camino de Roubaix...

La imagen habla por sí sola. (foto: Christophe Ena//AP)

Un día de descanso y vuelta al ruedo en Annecy, camino de Le Grand-Bornand, en plenos Alpes. Con la clasificación dejando a Landa y Froome como los mejores clasificados de entre los grandes favoritos -o eso creíamos...-, esta etapa se presentaba como la primera gran batalla entre los mejores. Nada más lejos de la realidad. La primera del Trenecito Sky -este año con las incorporaciones de Castroviejo y Bernal- y fuga más que permitida, con el líder Van Avermaet incluido, aumentando su ventaja en la General. Por delante, luego de un excelente descenso de La Romme, Julian Alaphilippe levantó los brazos por merecida primera vez, no última, en el Tour, además de agarrar el maillot a pois. El francés fue más fuerte que Ion Izagirre, que llegó segundo. Por detrás, un pelotón conformista -a excepción de Dan Martin, que siguió ganándose mi corazón con un ataque que no resultó pero eliminó a algunos-, rendido a un Team Sky que vio como en un tramo de sterrato que cruzaron, al estilo Finestre, podían haber perdido a Froome, tras sufrir un pinchazo. Mejor el ataque pancartero que no vale para nada que echar de la pelea al cuatro veces campeón. Y si algún equipo hubiese hecho algo por eliminar a Froome...

En la etapa once, la tricefalia telefónica mostró su cabeza por primera vez en las montañas. Etapa corta, primera llegada en alto, ocasión especial para hacer algo. Todos aplaudíamos cuando a más de 50 km de meta Alejandro Valverde se lanzó en el ataque en el Col du Pré, y con la ayuda de un enorme Marc Soler, que venía de la fuga, abrió una distancia de más de dos minutos, que se quedaría en nada después de que Bahrain-Merida decidiera hacer el trabajo del Team Sky. Un ataque de Nairo habría sido lo suyo cuando Valverde ya estaba siendo cazado por el pelotón y Dumoulin ya había saltado junto a Kragh-Andersen en el Roeselend. Ay, si hubiera atacado Nairo... Quizá nunca hubiéramos visto uno de los habituales del verano, el codo de Nairo Quintana. Siempre aparece. El colombiano, al que se le había visto bien, volvió a pecar de exceso de sangre fría o mala táctica, y dejó irse a Geraint Thomas y Chris Froome. El galés se llevó el triunfo de etapa, tras superar cruelmente a 400m de meta a Mikel Nieve, y se vistió de amarillo. Sky ya tenía su vestimenta preferida, pero no lo vestía el predestinado a hacerlo. Y no con diferencias cortas.

Thomas fraguaba su victoria en La Rosière. (foto: Sky Sports)

24 horas después, ya sin Urán, LottoNL-Jumbo le dio una palmadita en la espalda a Movistar Team: "mira, así se hace". En una de LAS etapas del Tour, camino de Alpe d'Huez, Steven Kruijswijk se coló en una fuga de muchísima calidad -Valverde, Alaphilippe, Rolland, Barguil...-, para atacar lejísimos de meta, en La Croix de Fer y recoger durante buena parte de etapa más de seis minutos de diferencia con el pelotón. A pesar de contar con 4'20'' a pie de Alpe d'Huez, el ritmo de un joven colombiano acabó por amargar a la percha holandesa. Egan Bernal, rey de California, se comió a Kruijswijk y también los intentos de ataque de Bardet y Nairo Quintana -sí-. Froome, Bardet, Thomas, Dumoulin y Landa se jugaron la victoria de etapa, que volvió a cosechar el líder, junto con unos segunditos más. La broma de Geraint comenzaba a ser una realidad. Aunque para broma, lo que le pasó a Nibali. En plena subida al Alpe, con las bengalas impidiendo ver buena parte de la acción, una correa de una cámara de un aficionado indebidamente cerca de los ciclistas se enganchó en el manillar de la bici de Lo Squalo. A pesar de fracturarse una vértebra, Vincenzo tiró de casta para llegar a meta y minimizar pérdidas, pero los daños eran incompatibles con la posibilidad de la lucha por la General. Y si nunca hubiéramos perdido la garra de Nibali...

Después del trío alpino, el pelotón se tomó un respiro. Peter Sagan consiguió su tercera victoria en Valence, en un sprint descafeinado debido a las bajas de muchos de los sprinters que habían tomado la salida en la Vendée pero que no pudieron con el fuera del control. En Mende llegó la primera -y única- celebración española. Desde la fuga, Omar Fraile hizo una ascensión de aúpa para ganar en la GV que le faltaba y dejar con la miel en los labios a Stuyven. Roglic fue el beneficiado del día. El esloveno comenzó a mostrarse en esta etapa 14, y recortó unos segunditos a Froome, Thomas y Dumoulin, que llegaron juntos, y algo más a Nairo, Bardet y un Landa que daba una de cal y otra de arena. Muy distinto todo a 2017. Antes del último día de descanso, de nuevo la fuga triunfó, y nuevamente lo hizo un ciclista del Astana. Los kazajos salvaron con nota su papel, que se presumía triste, con Cort Nielsen cruzando primero la línea de meta en Carcassonne, por delante de dos destacados como Ion Izagirre -de nuevo un "casi" de Ion y el UAE- y Bauke Mollema. A más de 13 minutos llegó el pelotón, cogiditos de la mano, y con un Team Sky que parecía rememorar la foto que llevan haciendo los últimos años en París. Uno de ellos, Moscon, diría adiós al Tour tras volver a dar vergüenza encima de una bici.

En Alpe d'Huez se acabaron de golpe las esperanzas de Nibali. (foto: EFE)

Después del descanso, una última vuelta a la acción más que bizarra. Una protesta de campesinos de la zona de Carcassonne paró la etapa escasos momentos más tarde de dar la salida. Quedó como anécdota de una primera etapa en los Pirineos en la que, como en los Alpes, los estrenó Julian Alaphilippe. La Wolfpack logró su cuatro triunfo en este Tour, un final dulce para Quick-Step a una etapa que le había puesto cara de preocupación con la durísima caída de Philippe Gilbert. El belga siguió 60 km más, para acabar abandonando. Su rodilla lo notó. Curiosamente, otra caída permitió que Alaphilippe ganara. Adam Yates besó el suelo en el descenso del Portillon, y fue superado como un rayo por el francés. El pelotón, de nuevo de la mano, a más de 8 minutos. Con decir que Luke Rowe puso el ritmo la mayoría de la etapa -en esta y muchas otras-, no hace falta nada más.

Para el recuerdo quedará la mañana del 25 de julio. Maravillosa parrilla de salida, que, decían, generaría movimientos desde el principio en esta etapa de 65 km. Me gusta el tono humorístico que quiere tomar ASO, cada año se esfuerzan más. Lo cierto es que, dos puertos después, nada se había movido entre los favoritos de la General. Ni el ritmo del AG2R, con Latour como gran valedor, ni el de Marc Soler, provocaron nada. Ya en el Col du Portet, Nairo se mueve y completa el gran trabajo de Movistar, tras cazar a un Kangert que había estado en cabeza todo el día, y dejar atrás a Rafal Majka y Dan Martin. Victoria de etapa, la primera desde la de su irrupción en 2013, para el colombiano, y de nuevo liderato de la clasificación por equipos. Algo triste, teniendo en cuenta lo que venían a hacer. Por detrás, Dumoulin ataca, Roglic aguanta y Geraint Thomas remata. El galés afianza más aún su liderato en la General... y en el Team Sky. Los 40'' cedidos por Froome -al que no le dieron un respiro ni tras la etapa- dejaban claro el cambio de tornas del equipo británico, y los 2'30'' de Bardet, fuera de opciones de podio, a menos que ocurra un milagro.

Jocoso. (foto: Reuters)

En Pau, con la nómina de sprinters mermada y un Sagan dolorido de su caída en la etapa anterior, Arnaud Démare salvó su Tour y el de su Groupama-FDJ, perdido en la mayor parte de la carrera debido a la ausencia de Pinot. De nuevo, un día calmado, para dejar paso a la traca final, a la que Thomas llegaría con 2' de renta. Etapa 19, última de alta montaña, Aspin, Tourmalet y Aubisque, aroma a épica. La salida, desde Lourdes, aroma a milagro. Y se empezó a creer cuando Zakarin, Landa, Bardet y Majka saltaron en pleno Tourmalet en busca de dejar huella, que durante momentos dejó al alavés en zona de podio. Hasta que Robert Gesink se hizo cargo del pelotón. LottoNL-Jumbo no podía permitir esta escapada, que a Sky no le ponía nervioso. Por eso, el gerifalte tiró hasta dejar la diferencia en un ridículo minuto. Y si Lotto hubiera colado a alguien en esa escapada... Dumoulin inició los ataques en Aubisque, pero sería Roglic, con una gran constancia, el que lograría en un temido descenso sacar 23'' a Thomas y algo más al resto de favoritos, lo que le permitió situarse en zona podio. El galés tiene que agradecer al tulipán, que cada vez que el esloveno intentaba irse, reducía la diferencia. Y si Geraint Thomas tuviera que haber reducido la distancia por sí mismo... Quizás no hubiera llegado con todo hecho a la crono final. Y si Thomas tuviera que haber actuado en algún momento por su cuenta... Y si todo no le hubiera ido de cara... Y si Dumoulin no hubiera perdido tiempo de manera tonta en el Mur... Y si Roglic y su Lotto hubieran hecho una mejor crono por equipos...

Roglic está listo. (foto: Getty Images)

La última batalla, en el País Vasco francés, deparó espectáculo por parte de los aficionados y grandes imágenes. Dumoulin se llevó una última alegría, venciendo la etapa, a pesar de los fallos del reloj, por delante de Chris Froome -que le valió para ser tercero de la General- y el mismísimo líder Geraint Thomas. Inmaculada Grande Boucle del campeón. El holandés ha sido segundo en el Giro y segundo en el Tour. Al palo. Roglic acusó el esfuerzo de la jornada anterior y acabó cediendo su puesto en el podio. Un 2018 para el recuerdo el del esloveno. Lo esperamos en 2019. Para finalizar, como siempre, el paseo por París. Después del homenaje a Sylvain Chavanel, que completó su 18º Tour -récord de participaciones-, y un Craddock que completó este, que no es poco, Alexander Kristoff cruzó el primero la meta de los Champs Elysées, la victoria de mayor prestigio que un sprinter puede lograr.

Con Julian Alaphilippe y su precioso maillot a pois, Peter Sagan y su recuperado maillot vert, Pierre-Roger Latour y su salvado por las fugas maillot blanc y Geraint Thomas y su nueva piel, el maillot jaune, el podio se completó en París. No nos olvidemos del premio a la combatividad de Dan Martin y el de la clasificación por equipos del Movistar Team, el objetivo más loser que puede tener un equipo ciclista. Con las sustituciones, otro gallo hubiera cantado.

Los cuatro fantásticos. (foto: Le Tour)

Un año más, seguimos hablando de lo mismo. Mucho y poco ha cambiado en el Tour. Hemos visto algo distinto e igual al mismo tiempo. Ni la fórmula de los ocho ciclistas, ni las etapas cortas, ni los ataques lejanos. Al final, los de siempre acaban al frente, sea por mérito suyo o demérito del resto, siendo esto último la razón predominante en esta edición número 105.

La familia Team Sky sigue dominando, pero ha cambiado de rey. El nuevo patrón en Francia es galés. En julio de 2019 sabremos si será un reinado prácticamente inédito, o si Froome ha abdicado definitivamente. Porque no nos planteamos otra cosa ya, porque la gente lo nota, pero si algo nos sobra a los amantes de la bicicleta es la esperanza. Y si por fin alguien le puede plantar cara de verdad al Team Sky... Y si volvemos a ver un Tour emocionante...

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