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(foto: Mundo Deportivo) |
Muchos quieren cambiar el ciclismo. Se les llena la boca de Grandes Vueltas con etapas cortas y solo dos semanas de competición. Es decir, algo que ciclismo no es. A pesar de que a día de hoy estas "revolucionarias novedades" son solo palabras vacías, sin sentido, de conceptos que proponen ciertas personas para dañar este deporte. Desgraciadamente, parece que en este Tour, ciclistas, equipos y la misma organización se han puesto de acuerdo para cumplir algunas de ellas.
La primera semana del Tour de Francia 2018 es una de las mayores fumadas ciclistas que recuerdo en mi corta vida. Es triste decirlo, pero solo los pinchazos y las caídas -y los sprinters, que ellos siempre hacen su trabajo al fin y al cabo- han dado un plus de interés y han conseguido generar algo destacable en estos primeros siete días.
Fugas pactadas, cero búsqueda de conseguir distancias en etapas como la de los abanicos, total despreocupación de los corredores -con
promoción del propio Tour-... No sé cómo se tomarán esto los patrocinadores y
las televisiones -supongo que mal- pero para los aficionados es una patada donde más duele. ¿Con qué cara defendemos la belleza de este deporte si luego llegas a ver una etapa de la carrera más importante -no la mejor, está claro- e influyente del mundo y solo se disputan de verdad 9 kilómetros de los 200 y pico que puede tener?
Hay que asumir que el ciclismo sigue dañado por las cositas del pasado, que aún siguen presentes, e imágenes como estas no son precisamente buenas para recuperar el prestigio de este deporte y especialmente de esta carrera, cada vez más estigmatizada como la de la siesta del verano gracias a estos panoramas.
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Sagan, Gaviria y Groenewegen, de los pocos que no fallan a la cita con el espectáculo. (foto: AFP) |
Como parece que a los de arriba no les importa mucho esto, toca asumir que mientras entre equipos, ciclistas y demás competidores tengan los mismos comportamientos, nada va a cambiar. Al final vamos a tener un Tour de Francia que algunos quieren. Cortito y con el desgaste necesario, sin sobrepasarse. O sea, cero ciclismo. Como si el espectáculo estuviera
en el kilometraje, ni mucho menos, está en cómo quieran actuar los equipos.
Qué lejos queda el Giro ya. Las etapas largas, con intereses por parte de muchos de los equipos por mover la carrera y hacerla interesante y espectacular a la vez. Por ese mes de mayo escuchábamos también las críticas a las etapas de mucho recorrido, que acabaron a la larga haciendo que gente importante como Thibaut Pinot o Simon Yates no terminaran la carrera por el desgaste acumulado, es decir, generando cosas, siendo ciclismo. Y esas mismas personas vitoreaban que eso sucediera. Ah, la hipocresía.
Ni el día de la Bastilla, sagrado en Francia, se ha tomado en serio. Hay que admitir que en otros años, sin Mundial de fútbol, habría una etapa de media montaña más favorecedora para que se lucieran los franceses, pero aún así la pasividad para encontrar la fuga no tiene excusa suficiente. Penoso.
Habrá que creer en que la etapa del pavés de este domingo será la que cambie las cosas. Mimbres y recorrido los hay para crear espectáculo. Esperanzas yo las tengo. Ganas en algunos ciclistas debería haberlas, y muchas. Si no, siempre tendremos el Giro -y en menor medida La Vuelta-.
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