|
Nello Malizia, portero del Perugia, despeja un balón ante el remate de Virdis, atacante de la Juventus. (foto: Facebook) |
Cuánto más leo, más
me percato de las conexiones existentes en algo tan complejo como el entramado
cultural del ser humano. El mundo nos impregna de sus huellas, y nosotros
impregnamos con nuestras huellas el mundo, dejando en esa reciprocidad
elementos tan espontáneos como la pintura, la literatura o la música. Desde los
años concluyentes del siglo XIX, gracias a este conjunto de ramificaciones se
puede decir que el fútbol se ha ido arraigando, y ha llegado a nuestros días
como un elemento muy simbólico. Para aquellos fanáticos de la lírica como yo,
este simbolismo supone un desafío intelectual, una pincelada de grandeza, al
igual que el valor literario que puede alcanzar este juego. Pero si hoy os
escribo esto, es debido a la sintonía que se le puede atribuir a tantas otras
disciplinas culturales.
La década de los 70
en este aspecto es increíblemente ilustrativa. He hablado en otras ocasiones de
estampas imborrables como la de Sotiris Kaiafas, pero en esta ocasión me
gustaría llevaros hasta cualquier aparato de radio de la Umbría italiana,
puesto que allí -como hubiese cantado David Bowie en aquellos años- se cantaron
los triunfos de un Perugia que fue héroe por un
día. Un club humilde que subió impetuoso y atrevido hacia la cima como
Ícaro, y que se esfumó entre las olas del recuerdo de todo el panorama
balompédico italiano. Una historia, una vez más, de nostalgia entre porterías.
El Perugia, como
tantos equipos, perteneció desde sus inicios a esa estirpe de equipos humildes
y sufridores, condenados a vivir entre la Serie C y la Serie B del país
transalpino. No obstante, en 1975 su trayectoria tomaría un tono de épica que
le daría un vuelco completo a su destino. De la mano llegarían dos figuras ese
mismo año que capitanearían este club hasta la cumbre. Por una parte, Franco
D'Attoma, presidente de la marca téxtil Ellesse,
tomó las riendas en el aspecto económico de una entidad que en ese momento se
hallaba en una grave situación de endeudamiento, mientras que en los banquillos
haría su debut un viejo conocedor del Grifo como Ilario Castagner, que a la postre desarrollaría uno de los
esquemas defensivos más brillantes de la historia del calcio.
|
Castagner, el artífice de un Perugia de leyenda. (foto: Wikipedia) |
El éxito no tardaría
apenas en llegar, y lograrían hacerse en ese 1975 con el entorchado de la Serie
B, además de su primer ascenso a la primera categoría del fútbol italiano.
Iniciaba un vuelo vertiginoso para ellos, pero no por ello se dejaron amedrentar.
Pese a no tener grandes figuras en su plantilla, en la Serie A lograron
proseguir su andadura por el sendero de la gloria logrando dos plácidas y
sólidas permanencias en las temporadas siguientes, pero algo acontecería en la
siguiente campaña que conmocionaría a toda la entidad, y que supondría la tecla
clave para llegar al punto álgido de su despegue. En el transcurso de un
partido contra la Juventus la afición biancorossa
vio en vivo y en directo como uno de sus centrocampistas perdía la vida en el
terreno de juego con motivo de un ataque el corazón. Se vestía de luto el
fútbol y la ciudad de Perugia, que en conmemoración bautizaron a su coliseo con
el nombre de Renato Curi. Pero esto no los hundió, sino que los puso por lo más
alto. Nacía en este momento la leyenda del conocido como Perugia dei miracoli.
El Perugia lograría
sólo un año después una milagro inédito en el balompié. Este equipo, ya
experimentado y complementado por un bloque sólido de jugadores, logró una
genuina racha de buenos resultados en la temporada 78-79 que no sólo los
catapultó hasta la pugna por la liga, sino también a los libros de récords de todo el planeta.
A pesar de finalizar segunda en la Serie A, esta escuadra logró finalizar la
temporada sin derrotas en su casillero y siendo sin lugar a dudas -con 16 goles en contra en 30 partidos- la mejor
defensa de ese campeonato. Gracias a ello, un líbero como Pierluigi Frosio dejó para el recuerdo actuaciones del más alto nivel bajo la batuta de Castagner, y brillaron jugadores de la talla de Walter Spieroggin o Paolo Dal Fiume. Mientras el Milán se hacía con el scudetto, el Perugia se hacía leyenda. Una temporada
invicta, que sólo sería revalidada en Italia décadas después de la mano de
Arrigo Sacchi. Eran héroes, pero tan sólo por
un día, puesto que la noche no tardó en cernirse sobre ellos.
|
Paolo Rossi celebra un gol. (foto: ottopagine.it) |
Su paso por la Copa
de Europa en el curso siguiente fue fugaz, quedando eliminados en la previa por
el Aris de Salónica, al igual que fugaces fueron también sus aspiraciones en la
liga. Al salir a la luz un escándalo de apuestas ilegales -el denominado Totonero- que implicó a varios de los
jugadores del Perugia, sufrieron puniciones por parte de la federación, que
finalmente condenaría al Grifo con
el descenso a la Serie B. Ilario Castagner abandonó el banquillo tras estos
hechos y ni tan siquiera la incorporación de Paolo Rossi -el cual estuvo también implicado en el Totonero- sirvió para cambiar su trágico final. El enérgico despegue se volvió un aterrizaje forzoso que mantendría durante 15
años al equipo umbro lejos de la primera categoría.
A día de hoy, tras
dos refundaciones en lo que va de siglo, el Perugia se encuentra en la disputa
del PlayOff de ascenso a la Serie A, y un retorno sería el colofón perfecto
para el 40 aniversario de aquel mágico recorrido. Sin embargo, parece inalcanzable
que puedan repetir una temporada tan excelsa como aquella que los alzó con el
nombre de invencibles. Aquella campaña milagrosa en la que se escuchó en toda la
Umbría que esos hombres podrían ser héroes por
un día. Reyes sin corona y héroes sin victoria, que como David Bowie,
aún viven entre los tarareos y el eco de las radios de antaño…
Comentarios
Publicar un comentario