UNA CIUDAD TRAS RICKY

Rubio maneja la pelota con su afición de fondo. (foto: @utahjazz)

La crítica, la incomprensión, la inadaptación. Son solo algunas de las trabas que los deportistas profesionales encontrarán, tarde o temprano, en sus carreras. Para unos esos inconvenientes, por a o por b, se resuelven en poco tiempo, pero para otros muchos se convierten en toda una losa que los persigue para siempre o durante una larga parte de su vida.

La carrera deportiva de Ricky Rubio puede responder a este principio. A pesar de que su palmarés esté lleno de éxitos, récords y títulos tanto en el apartado europeo como en el español, el base de El Masnou nunca ha contado con la suficiente confianza y crédito de "su gente" desde su salida al baloncesto norteamericano.

Rubio ha demostrado que tiene basket de sobra en sus manos y en su cabeza, o como dicen en el país norteamericano, con un término que personalmente me encanta, un privilegiado "IQ baloncestístico". Y lo ha mostrado, hasta este año, en una franquicia que no atravesaba el mejor momento de su historia, como Minnesota Timberwolves, durante seis temporadas. El base catalán llevó la alegría al equipo de Minneapolis, acompañado de la explosión de Kevin Love, pero una inoportuna rotura de ligamento acabó de manera repentina su primera temporada en Estados Unidos.

La irregularidad en su juego, con picos altos y bajos tanto en lo personal (la muerte de su madre tras una enfermedad) como en lo profesional, las lesiones, que siguieron afectándole, su hándicap en el tiro exterior, muy criticado, y el propósito de otro nuevo proyecto por parte de Thibodeau, el técnico que fuera su gran valedor, fueron los focos para que, seis años después de su llegada, Ricky abandonara el barco de los Wolves. Todo eso peso más que sus grandes prestaciones en robos y asistencias. Con los de Minnesota buscando un "point guard" anotador, reflejado en Kris Dunn, Rubio tenía que salir.

"Quizá no tenía que ser". (foto: Jim Mone//AP)

Eso fue hace más o menos un año. Hoy, Ricky ha alcanzado por primera vez unos PlayOffs de la NBA con su nuevo equipo, los Utah Jazz, y ha sido vital para lograr el pase a las semifinales de Conferencia Oeste, a pesar de que una nueva lesión le privó de disputar el partido definitivo, ante todo un Oklahoma City Thunder y su particular y fallido Big Three. Su gran noche la tuvo en el tercer partido de la serie. Un magnífico triple-doble, con 26 puntos, 10 asistencias y 11 rebotes, lideró a los de Salt Lake City y ensombreció la figura de Donovan Mitchell, rookie y más destacado de un equipo que juega como eso, lo que es.

Hasta jugadores como Joe Ingles, que por la ACB pasó no desapercibido, pero sí sin dejar huella, en los Jazz es uno de los importantes, o Jae Crowder, que llegó a mitad de año desde Cleveland tras hacer una mala primera parte de campaña y ahora está dando unas buenas prestaciones. Por Crowder se fue a The Land Rodney Hood, que había sido un hombre con un gran peso en el equipo, pero su baja tampoco la ha notado en exceso (y hoy sufre con Cavs), como la de Gordon Hayward el pasado verano. El alero era el alma, la imagen, de los Jazz de 2016-2017, y hoy nadie lo echa de menos, porque la fuerza del equipo hace más que la de un conjunto de grandes jugadores, y esa esencia la ha seguido preservando a pesar de los cambios.

Y gracias a ello, los números y rendimiento de Rubio están mejor que nunca. Un ejemplo, los bases rivales no le flotan en el tiro, sus triples han comenzado a entrar. "No son los tiros, es algo general. Jugamos como un equipo y eso hace que mis características se adapten mejor". Con 27 años, su momentum está empezando a construirse, y no tiene pensado parar. En Utah ha encontrado esa necesaria tranquilidad y confianza bajo las órdenes de Quin Snyder, que no escatima en elogios pero también en dar responsabilidades al ex del Barça. "Creo que los valores de Ricky para nuestro equipo son su liderazgo y su capacidad para mantener a todo el mundo involucrado. Cuando esté abierto quiero que tire, pero más que nada quiero que dirija al equipo y defienda, esas son las cosas en las que es realmente bueno."

Ricky ante la defensa de Teague. (foto: EFE)

El próximo paso de Utah Jazz y Ricky (que veremos el alcance de la lesión que sufre en los isquios) son las semifinales de conferencia, ante nada más y nada menos que el mejor equipo del Oeste en la liga regular. Los Houston Rockets de James Harden, aspirante a MVP, Chris Paul y cía se cargaron con una pasmosa facilidad a, adivinen. Sí, los Minnesota Timberwolves, que liderados por gente importante como Towns o Butler, pero conducidos por un base más veterano, Jeff Teague, y sin rastro de Kris Dunn, traspasado a Chicago, solo le ganaron un choque a los Rockets. Punto para Ricky.

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