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Juan Carlos Navarro levantó en Gran Canaria su séptima Copa del Rey (foto: ACB) |
En noviembre, Svetislav Pesic hacía acto de presencia en el Palau Blaugrana, para asistir al acto de homenaje que se le realizó a Juan Carlos Navarro. El técnico de la primera Euroliga culé pasó desapercibido dentro y fuera de las instalaciones polideportivas blaugranas, en uno de los días donde el equipo de Sito Alonso se dio una de sus pocas alegrías. Casi tres meses más tarde, y solo nueve días después de dejar sus vacaciones en los montes suizos y de firmar como nuevo técnico de un Barça hecho pedazos, ha roto todas las apuestas y ha levantado una inesperada Copa del Rey.
Se preveía que la era Sito Alonso no llegaría muy lejos, pero su sorprendente destitución a poco más de una semana para la Copa cogió a muchos por sorpresa. La situación era ya insostenible, con derrotas ante rivales inferiores, palizas de gran calibre, jugadores irreconocibles, variaciones a veces sin sentido y muchos cambios de esquema estériles. Imposible
salir de la odisea. Tras el efímero paso interino de Alfred Julbe, en el que solo le dio tiempo a dejar su impronta dando la titularidad a Kurucs ante el Maccabi en otra paliza europea, el Barça Lassa anunció la llegada del entrenador serbio.
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Pesic, el solucionador (foto: ACB) |
"Pesic nos ha dado felicidad". Estas son las palabras de Thomas Heurtel, MVP de la Copa, tras conseguir el trofeo. En cuatro partidos en su segunda etapa en el banquillo culé, cuatro victorias. Una paliza para creer en Liga y tres para levantar un título en Copa. Pero sobre todo, ha sabido insuflar a los jugadores sus ideas claras, agresividad, carácter, garra y espíritu ganador, las máximas de todo un veterano de las canchas que se han cumplido este pasado fin de semana. Supo sufrir ante Baskonia en cuartos, en una situación similar a la de la final, y remató en el tercer cuarto al Herbalife Gran Canaria, para así en la final encontrarse con el Real Madrid, ganador de las últimas cuatro ediciones, dos de las cuales venció derrotando al Barça en la finalísima.
Como venía haciendo, Pesic recurrió a un pequeño grupo de jugadores, ocho exactamente. Vezenkov y Pressey no jugaron un solo minuto en toda la Copa, Koponen dispuso apenas de quince minutos entre los tres choques y Navarro tuvo un rol residual, yendo de más a menos minutos incluso. Su núcleo duro estuvo liderado por el triunvirato Heurtel-Ribas-Tomic. A pesar de ciertos problemas para mantener el balón en determinados momentos del choque (5 pérdidas de Heurtel por 7 de Ribas), supieron dirigir al equipo con puntos (21 del español) y asistencias (7 del francés en la final, 30 en toda la Copa, récord). Tomic volvió a realizar un partidazo, con 17 puntos y 5 rebotes, liberado sin oposición en su puesto por la baja de Séraphin y sin la incómoda defensa de Ayón, que jugó tres minutos después de otros tantos meses de lesión.
Todo esto junto a la intensidad de Ádám Hanga, demostrada en el tapón a Rudy, frenaron el buen inicio Blanco, comandado por Facu Campazzo, el propio Rudy y un Doncic que fue de más a menos, gracias a la defensa férrea del ex baskonista. Pero si de intensidad hablamos no podemos obviar a Pierre Oriola. Lleva media temporada en el Barça pero parece el más veterano. El ex valencianista se dejaba la vida en cada jugada, en ataque, dejando 9 puntos, con 2/3 en T3... a pesar de fallar 2TL decisivos al final, y en defensa, siendo el referente del Barça más "faltón" de la temporada (22 en 1/4, y 25 en semis y final).
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Oriola y Campazzo, los jugadores con más coraje de cada equipo, en una acción (foto: ACB) |
En su pico más alto de una temporada con varios contratiempos, el equipo de Laso no fue capaz a encontrar la solución para frenar a los blaugranas. Un parcial combinado de 31-52 entre el segundo y el tercer cuarto dejó una ventaja para los de Pesic de hasta los 16 puntos. Para ese momento, la defensa blanca había avanzado metros hasta una presión a toda pista, que provocó dudas y recuerdos del pasado en las mentes de los culés, en los que Rakim Sanders, que acabó con 12 puntos, fue clave. Gracias al acierto desde la línea de tres de Trey Thompkins y un viejo conocido como Jaycee Carroll, el Madrid se puso a dos con la última posesión a su favor. Pero ahí llegó el momento polémico del partido. Un Clásico, ya caliente de por sí, con la defensa culé más agresiva y contundente que nunca, con una antideportiva previa a Sanders. En esa última posesión, Víctor Claver, el más débil elemento del eslabón de Pesic, realizaba falta sobre Trey Thompkins, que el árbitro no señaló y que podrían haber supuesto 2TL para forzar la prórroga. Pero eso nunca sucedió y, a pesar del 38-25 favorable a los de Laso en el último período, el Barça levantó la Copa del Rey.
Este trofeo es algo más que una Copa para el conjunto culé. La primera desde el año 2013 y el primer gran título en cuatro años. Una razón para que desde Can Barça vuelvan a creer que se puede soñar. Pesic, con métodos de la vieja usanza, ha instalado en menos de dos semanas la felicidad y un trofeo en el Museo del Palau. Y pocas cosas mejores que eso para dar confianza de cara al futuro.
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