INMORTALES


Rafa y Roger después de su primer enfrentamiento del 2017, en Australia (foto: El País)

Inmortal: Que no puede morir o que dura tiempo indefinido.

Las leyendas nunca mueren. Nada ni nadie las puede matar. Aunque las intentemos enterrar, siempre vuelven. Porque en realidad no han perecido, se han tomado un descanso para volver más fuertes. Roger Federer y Rafa Nadal no habían muerto.

Dos tenistas muy distintos pero a la vez muy iguales. Ambos buscan ganar por todas las cosas, pero siguiendo senderos antagónicos. El suizo es pura clase en cada movimiento que realiza, su revés es uno de los mejores golpes que se pueden ver en una pista. Mientras, el manacorí es todo raza, perseverancia e inconformismo, con ese brazo zurdo de oro... aunque él sea diestro. Sus gustos sobre la pista también son distintos. Uno prefiere la rápida hierba de Wimbledon, mientras otro opta por la lenta tierra batida de Roland Garros. Esto ya lo sabíamos todos, como que son dos de los mejores tenistas de la historia y que han sido una de las más icónicas parejas de "enemigos", no hacía falta presentarlos. Lo que desconocíamos, e incluso considerábamos como una quimera, era su capacidad para volver al trono tenístico.

Hace menos de un año Federer era número 17 del mundo y Nadal llegó a ocupar la 9ª plaza. Era un hecho, una era había terminado en el tenis. Djokovic, Wawrinka, Murray y la nueva camada de tenistas como Zverev o Thiem habían asaltado el trono que Roger y Rafa habían tiranizado durante la primera década de este siglo. Aunque la caída se vislumbraba desde 2012-2013, 2015 se convirtió en el primer año en el que ninguno de los dos conseguía ganar un Grand Slam, y en 2016 se repitió. Los tres antes mencionados monopolizaron los cuatro Grand Slam hace dos y un año, con cinco para el serbio, dos para el suizo y uno para el británico. Pero en plena remodelación de la escena tenística, la respuesta de Nadal y Federer fue contundente: se han repartido los cuatro Grand Slams, dos y dos. A pesar de sonar sencillo, la forma de conseguirlo no lo ha sido.

El octavo Wimbledon del maestro suizo (foto: The Indian Express)

Problemas físicos, incluso de mentalidad y la saturación del calendario que llevaban asumiendo ambos monstruos desde hace temporadas atrás fueron las causas principales de las caídas. Nadal y Federer habían arriesgado mucho su cuerpo y su estado físico para agrandar su leyenda. No en vano Rafa Nadal posee 10 Roland Garros entre sus 16 Grand Slams y Roger Federer es el rey del más mítico torneo, Wimbledon, con 8 victorias entre sus 19 Grand Slams (el que más tiene), entre otros muchos records. En este 2017 ambos se han cuidado y los resultados han llegado. Federer ha dejado atrás problemas físicos en la espalda, su lesión de rodilla que le mantuvo casi un año fuera y ha participado en tan solo nueve torneos, ganando cinco de ellos. Un físico cuidado y una dosificación necesarias a sus 36 años. Nadal ha culminado en este 2017 su recuperación, de la que ya se veían pizcas en los Juegos Olímpicos de Río, en los que fue oro en dobles y quedó cuarto en individuales. Ha vuelto a ser el Rafa agresivo, rápido, confiado y ganador por encima de todo, además de mejorar uno de sus puntos débiles, el saque. Esta temporada ha participado en quince torneos, levantando el trofeo de campeón en cinco ocasiones, como el de Basel.

Nadal hizo historia, 10º Roland Garros, primero que llega a la decena de trofeos en un GS (foto: ATP)

A día de hoy Nadal y Federer ocupan los números 1 y 2, respectivamente, del Ránking ATP. A sus recuperaciones también han contribuido la bajada de nivel del trío Djokovic-Wawrinka-Murray. Podríamos estar viviendo los años finales (ahora sí) de una de los enfrentamientos más recordados en el tenis y en el deporte. Esta temporada se han visto las caras tres veces (Indian Wells, Open de Australia y Miami), todas con Federer como ganador. Nadie puede saber si volveremos a verlos en una misma pista, y si en ese caso seguirán a este nivel top, pero pase lo que pase, esta rivalidad, como ellos, permanecerá en la historia como un recuerdo inmortal.

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